Teresa Rodríguez e Irene Montero son de esas políticas que llegaron al activismo a través de la calle, desde los movimientos asociativos, desde las reivindicaciones sociales de la gente pero sobre todo de la mano de un feminismo real que tenía que conseguir, sí o sí, cambiar las bases de esta sociedad para hacerla igualitaria.Y han acabado peleándose en el peor tema posible para las esperanzas de las españolas: la maternidad y los derechos laborales.
Las palabras de Irene Montero justificando que se expulsase a Teresa Rodríguez cuando está de baja por maternidad "porque la política no para mientras estás de permiso" ha generado en el mayor enfrentamiento entre dos mujeres que han llegado muy alto dentro de la política española y de Unidas Podemos o Adelante Andalucía.
Y los dardos no quedaron ahí. Teresa Rodríguez advirtió de que la posición de la ministra de Igualdad era un argumento muy perverso que podía dar alas a muchos empresarios a aplicarlo igualmente para despedir a una mujer con baja por maternidad, embarazada o recién incorporada.
La bomba entre las dos políticas había estallado. Irene Montero acusó a Teresa Rodríguez de seguir cobrando el sueldo del Parlamento andaluz "aunque te hayas ido del partido que te llevó a las instituciones", vamos, de vivir del sistema, y la diputada andaluza elevó la apuesta del dardo: "Todo el mundo sabe que no estoy en política por el dinero porque yo sí tengo un curro al que volver y la política no me cambió de barrio".
Con ese comentario, "personal", como ha reconocido Rodríguez, se ha llegado al trasfondo real de la bronca entre dos de las mujeres que han sido referentes políticos en Unidas Podemos, con carreras parecidas, marcadamente activas en el feminismo, pero que han acabado tomando caminos diferentes y enfangándose en el tema más sensible de todos: la maternidad.
La diputada de Andalucía hace unas semanas reivindicaba, en una emotiva carta, cargada de razones, el derecho de su pareja, el alcalde de Cádiz, en plena pandemia, a cogerse la baja por paternidad alegando que era su obligación igualmente cuidar de sus hijas, no sólo de la madre. Tiene dos niñas que han nacido en partos por cesárea y que se llevan muy poco tiempo.
Por su parte, la ministra de Igualdad interrumpió su baja por maternidad en el nacimiento de su tercera hija, en septiembre de 2019, por la situación política, y se reincorporó a las siete semanas de dar a luz asegurando que luego volvería a cogérsela pero que la actividad política la reclamaba.
No hizo este criticado paréntesis con sus gemelos, que nacieron prematuros 13 meses antes y que consiguieron que sus padres, tanto Irene como Pablo, se cogieran íntegramente sus permisos para cuidarlos. Pablo Iglesias también asumió unas semanas de baja por paternidad en el caso de su tercera hija pese a la cercanía de las elecciones generales insistiendo en la "obligación de dar ejemplo".
Trayectorias paralelas
Estas dos políticas aguerridas en la forma de defender sus convicciones han llevado caminos paralelos que no siempre se han cruzado en el mismo punto y que, muchas veces, se ha visto como dos formas de hacer políticas de izquierdas que entraban en confrontación.
Teresa Rodríguez se unió desde muy joven al movimiento contra la base de EEUU en Rota. Aprendió la lucha política junto a sindicalistas, en asambleas de estudiantes, en la Marea Verde por la educación pública (puesto que es profesora de instituto de Lengua Española y Literatura) y en Izquierda Unida, con la que fue eurodiputada y diputada, y de la que salió para formar Izquierda Anticapitalista.
Irene Montero también se fue curtiendo en la asociaciones de estudiantes y en la plataforma contra los desahucios, con la que participó muy activamente en el 15-M y se introdujo en Unidas Podemos. Estudió Psicología y renunció a una beca en Harvard y a terminar el doctorado por llevar los lemas que se cantaban en la Puerta del Sol al Parlamento.
Ambas iniciaron una relación con un compañero político que, en ocasiones, se ha visto como una interferencia en las decisiones políticas de su partido. Igual que Irene Montero ha formado familia con Pablo Iglesias y muchos vieron en esa unión el principio de la desunión con otros fundadores de Podemos que han caído por el camino; Teresa Rodríguez y José María González 'Kichi' formaban la pareja más fuerte, políticamente hablando, del partido de Podemos en Andalucía.
Dos caras de una moneda
Sin embargo, su forma de aplicar la política a su vida privada ha sido bien distinta en una y en otro y es donde más chispas han saltado entre ambas. Teresa Rodríguez no ha cobrado nunca en los distintos puestos que ha ocupado más de los 1.700 euros que ingresaría de su plaza como profesora que ganó en oposición. En Unidas Podemos, Irene Montero y el resto de miembros de la dirección retiraron la limitación de sueldos con la que nació el partido morado y no publican las donaciones de un porcentaje de su salario que, en teoría, hacen a distintas organizaciones.
Teresa Rodríguez se acaba de mudar, ahora que ha sido madre de su segunda hija, a un piso de 60 metros en el tradicional barrio de La Viña en Cádiz (antes vivía en uno de 40 metros con su marido, José María González 'Kichi'. Irene Montero vive en un chalé en Galapagar cuya compra tuvo que ser sometida a la opinión de los afiliados de Podemos por la bronca política que supuso tanto por su tamaño como por su coste.
Teresa Rodríguez no quería un Gobierno de coalición con el PSOE, como el que mantiene ahora Unidas Podemos. Para ella cogobernar era crear vínculos de adhesión con un partido "que no es cambio, sino continuidad" y que los iba a maniatar a la hora hacer críticas. Irene Montero peleó por un Ministerio de Igualdad que siempre quiso liderar para cambiar las políticas de nuestro país, para llevar la agenda feminista a las instituciones, para hacer leyes que protegieran a las mujeres...
Pero la bronca con las feministas clásicas en la Ley Trans y los problemas con el Ministerio de Justicia en su Ley de Libertades sexuales le ha impedido hacer cambios directos en la normativa española por ahora.
Irene Montero, que ya estaba recibiendo muchas críticas a su gestión, ha abierto un frente que le va a costar cerrar, dentro y fuera de su partido, viendo cómo han criticado su actitud desde otros partidos como PP y Ciudadanos advirtiéndole de que luego "no dé lecciones de feminismo" y cómo han reaccionado algunas mujeres del partido morado.