Sara Werner creció concienciada sobre la cantidad de tóxicos que nos rodean y que dañan nuestra salud. Su madre, que tiene sensibilidad química múltiple, era el fiel reflejo de lo perjudiciales que son muchos de los ingredientes de cosméticos y productos de higiene. Ya adulta, y harta de chocar contra el techo de cristal que le impedía llegar a puestos de dirección en su trabajo, Sara decidió emprender y crear una marca sostenible, cruelty free y, sobre todo, toxic free. Así nació Cocunat, la empresa española que está revolucionando el mundo de la cosmética natural.
De la mano de Ignasi Faus, "la otra mitad del proyecto", Sara fundó Cocunat en 2013 con el ambicioso propósito de "cambiar la industria". En su ADN están los conceptos de sostenibilidad, ecologismo, feminismo, innovación, conciliación y responsabilidad social. "Aunque la razón principal de Cocunat fue la relación que yo tenía con los tóxicos, que venía de mi madre y que fue lo que me sensibilizó, también quería generar un movimiento realmente sostenible, rompedor, moderno y feminista, para demostrar que las cosas se pueden hacer bien y mejor", cuenta a MagasIN desde su oficina en Barcelona.
Su compromiso y cercanía con el público han triunfado entre los consumidores, no solo de España, sino también de Estados Unidos (su segundo mercado actualmente) y varios países de Europa. Con una facturación de más de 4 millones de euros en 2019, y que ya han superado en lo que llevamos de 2020, Sara considera Cocunat "una historia de éxito".
Nacida en un pueblo de Huesca en 1978, la CEO de Cocunat estudió Marketing en ESIC. Pasó por varias empresas y, viendo que era imposible ascender, decidió llevar a cabo su propio proyecto. "A mí me pasó lo mismo que a muchas otras mujeres, ese techo de cristal lo alcancé muchas veces en muchas empresas. Me han llegado a decir que no me elegían para ser directora general o para un puesto de dirección alto porque 'era muy buena' y 'no tenía suficiente mala leche'. Creo que no es necesario tener 'mala leche' para dirigir, eso es de otro siglo".
Pero los primeros años de Cocunat no fueron fáciles. En 2013 todavía no se hablaba tanto como ahora sobre parabenos, siliconas, tóxicos o productos veganos, por lo que convencer a proveedores e inversores sobre su idea fue tarea complicada. "Fuimos tan pioneros que nadie lo entendía. Al principio yo hacía una presentación y si tenía una hora, 45 minutos los pasaba explicando qué era el toxic free".
En esa época ni siquiera existía el concepto toxic free, acuñado por Cocunat y que ahora se usa internacionalmente, un motivo de orgullo para la oscense. "Ahora te vas a Nueva York o Londres y lo ves en la calle, es una de las cosas de las que nos sentimos super orgullosos".
Pese a que es una expresión incorrecta gramaticalmente, ya que debería ser toxin free, su significado ha calado tanto en el imaginario del consumidor, que otras marcas la usan cuando quieren promocionar su producto como libre de tóxicos. "Queríamos que la comunidad hispanoparlante entendiera el concepto y si pongo ‘toxin free’, parece que hablo de toxinas en vez de tóxicos", aclara Sara.
Productos propios
En su fundación, Cocunat ni siquiera tenía productos propios. No fue hasta 2017, después de tres años "explicando tanto a la industria como a los inversores que había un nuevo mercado, una nueva manera de entender la cosmética", que no lanzaron su primer producto.
"De todos los productos que teníamos en el lineal, decidimos hacer un homólogo del 'top ventas' con nuestro diseño y nuestra propia fórmula. Lo sacamos tres euros por encima del que más se vendía y fabricamos 400 unidades. Y yo pensé: 'Tengo 400 unidades para tres años. Me voy a morir de asco', pero es que no podía hacer menos".
En esa ocasión, Sara infravaloró el poder que había logrado con Cocunat, un error que no ha vuelto a cometer, y se llevó una grata sorpresa al ver que, mandando un solo email a un mayorista, le pidieron 800 unidades del producto. "Ese día dije: 'Lo tengo claro, realmente no soy una tienda, soy una marca. Mis clientes me compran a mí'".
Dejaron de vender artículos de terceras empresas y se centraron en la suya propia, sin desviarse nunca de sus valores. "Si intoxico el medio ambiente lo que hago es intoxicarme también a mí misma, es absurdo. Por eso todos nuestros envases son reciclables, y algunos biodregradables; el packaging es sostenible, sin microplásticos. Somos tan frikis que hasta la tinta que usamos es ecológica y las pegatinas son de piedra. Pensamos en absolutamente todo".
Además de los consumidores, la propia industria ha avalado que los productos naturales "son tan buenos o mejores que los sintéticos o no ecológicos", ya que este año Cocunat, que tiene todo el proceso de fabricación en España, ha ganado cinco Shortlist Beauty Awards, "los Oscar de la belleza" como los llama Sara. "Solo presentamos cinco productos y los cinco han ganado en sus categorías. Creo que esto muy pocas empresas lo pueden decir".
Mujeres dirigiendo
Otra de las claves del éxito de Cocunat es sin duda su parte humana. Sara pone el foco sobre las personas, sus trabajadores, o más bien trabajadoras. La mayor parte de la plantilla está formada por mujeres y, para dar las oportunidades que ella no tuvo, las mujeres también ocupan más del 90% de los puestos directivos, una situación todavía poco común en las empresas, incluidas las de cosmética.
"Si yo pudiera hablar a todo mi sector le diría que está perdiendo el tiempo. Las mujeres tomamos la decisión de compra el 80% de las veces, ¿cómo puede ser que un sector que principalmente va enfocado a mujeres esté dirigido por hombres? Es absurdo", lamenta, aunque ve un "futuro esperanzador": "Cuando se den cuenta, hay mujeres increíbles y maravillosas dispuestas a tener esa oportunidad".
También ha demostrado que tenía razón cuando pensaba que no hay que tener 'mala leche' para estar al frente. Es una firme defensora de la conciliación laboral, de adaptar las jornadas a los nuevos tiempos y confiar en la responsabilidad de los empleados, a los que da "total flexibilidad".
"Hay que plantearse que la gente trabaje por objetivos, por eficacia, no por calentar horas la silla. Si tú haces tu trabajo, eres efectivo, consigues los objetivos que yo necesito, a mí como si trabajas tres días a la semana y dos de ellos son desde casa. Lo importante es que todos tengamos un rumbo, tengamos objetivos muy bien marcados en cada departamento y vayamos a una. Esto hace que pueda ser totalmente conciliable con tu vida ya seas hombre, mujer, soltero, tengas hijos, no tengas... La conciliación tiene que ser para todos".