El 80% de los abusos sexuales a niños y niñas se producen dentro del seno de la familia. Belén López Peiró lo sabe muy bien. En su caso, fue su tío. En la casa donde pasaba todos los veranos y las fiestas escolares. En las habitaciones donde jugaba con su prima. En el pueblo donde vivía su abuela. En un lugar "seguro".
Tenía algo más de 11 años. De una familia de clase media y un abusador policía. Tardó más de 10 años en poder contarlo. En pensar si la iban a creer o no. Denunció en 2014 y lleva otros seis años más esperando que salga el juicio.
Para poder respirar, casi como catarsis, escribió Por qué volvías cada verano (Ed. Las afueras), una novela que ha arrasado en Argentina y que empieza a hacer lo mismo en España gracias a un relato coral en el que se muestra el drama que supone el abuso sexual pero también el infierno de la denuncia.
El título parece una maza que recorre cada página de la historia de Belén. ¿Por qué volvías? ¿Por qué volvías? Porque volvías... "Siempre digo que más que una pregunta, es una afirmación porque volvías cada verano seguía pasando. Me di cuenta con el tiempo de que esta pregunta no tenía una respuesta y que de última la respuesta era el libro por completo. El motivo porque el que volvía cada verano y la sensación de culpabilidad, de que si sucede esta violencia siempre la primera responsable es la víctima, es lo que trato de representar", denuncia a la autora a MagasIN desde Buenos Aires.
Uno de los aspectos que más llaman la atención de esta novela es la intimidad con la que narra los hechos, pero también con la que presenta las reacciones de quienes la rodean: su madre, su tía, sus primas, su hermano, su papá... su miedo, su ira, su silencio.
"El abuso no podía ser narrado únicamente por mi voz, la voz de la víctima. Sino que necesitaba de todas las voces que hacen posible, más allá del abuso, que sí puede ser un momento donde únicamente está el victimario y la víctima, el contexto que posibilita los 10 años de silencio".
El abusador sexual en el caso de Belén es el marido de su tía, la hermana pequeña de su madre. Un comisario. Y denunciar para ella supuso, como en la mayoría de los casos, enfrentarse a su propia familia, el miedo a que no la creyeran y hasta a la conciencia misma del abuso.
"Lo más difícil cuando eres menor es saber que lo que está pasando está mal. Es un momento en el que estamos conformando los límites del cuerpo, el consentimiento, hasta donde se llega y hasta donde no... Para mí lo más difícil fue entender los límites de mi cuerpo y que lo que estaba sucediendo no estaba bien. Que el cuidado no podía ser pagado con cuerpo, que el amor era otro. Eso fue lo principal", recuerda.
Por eso, ella insiste en que no es un libro que interpele únicamente a las mujeres que vivieron estos episodios de violencia sino que interperla a toda la sociedad, para que entendamos el rol que tenemos cada uno en estas situaciones de abuso.
"El 'yo sí te creo' es fundamental. Hubiese sido muy difícil para mí si mi madre no me hubiera creído. Un 80% de los abusos en la infancia son puertas adentro de la casa, muchas veces los implicados son parte de la familia y eso hace que haya un descreimiento de la familia. He conocido a personas que denuncian a su padre y su madre no les cree. Y no sólo hay que actuar en el después sino también en la prevención. Poner en palabras, hablar de consentimiento, de las relaciones sexuales, del disfrute, del goce... son todas cuestiones que hacen que esas puertas estén abiertas al diálogo", insiste López Peiró.
La denuncia
El libro recoge también su calvario judicial, el de cualquier mujer que denuncie una situación como esta. Incluye la transcripción de las declaraciones en un lenguaje jurídico que desviste por completo todo el caso. Se evalúa si el desgarro producido por los dedos es violación o no. Si los tocamientos y abusos provocaron consecuencias psicológicas en ella. Hasta dónde llegan las consecuencias. Qué vieron los familiares. Qué callaron...
"Cuando pasó el tiempo y pude poner en palabras esta situación, me di cuenta de que la gravedad estaba en las consecuencias. No había una diferencia en si había sido penetración con los dedos, violación... esas cuestiones tan técnicas eran un lenguaje más judicial que no tenía que ver con el lenguaje propio. Por eso trato de reproducirlo, como un lenguaje tan ajeno y difícil para mí que me parecía que era necesario que las lectoras y los lectores se encuentren con ese texto que no circula delante de todos".
Con 13 años acudió al pediatra por un desgarro vaginal. Nadie dio la voz de alarma. Nadie le preguntó. Nadie trató de romper su encierro interno impuesto por un abusador que tenía que "cuidarla" y "mimarla". Hasta que tuvo 21 años, cuando se decidió a hablar y a volver a entrar en su segundo infierno: la revictimación por culpa de un sistema que no está pensado para las niñas y mujeres abusadas sino para procedimientos jurídicos fríos que hablan de dedos, centímetros y tiempos de abuso.
"Es una de las grandes deudas. Sólo un porcentaje muy menor denuncia y no sólo por los años que puede llevar para que salga el juicio. Sino que para denunciar tienes que tener un respaldo, psicológico y monetario, y todavía no hay un sistema eficaz para que la mujer tenga que hablar una sola vez. Entre declaraciones, ratificaciones, pericias, escritos, tienes que repetir cantidad de veces el abuso y termina afectándote más con esa reproducción. Estás intentando repararte y terminas volviendo aún más dañada".
Reconoce que, en su caso, la reparación vino casi más al escribir el libro que por denunciar, pero también sabe que no lo podría haber escrito si no hubiera denunciado. Si no hubiera roto esa cárcel que es el silencio y el secreto.
"Estaba en un taller de escritura y me pidieron escribir a partir de mi identidad. Me quedé con esa palabra en la cabeza y cuando me senté con una hoja, me salió la última escena del abuso. Me di cuenta de que necesitaba nombrarlo y escribirlo para poder integrarlo a mi vida porque esa era parte de mi identidad también. Aceptarlo, entenderlo, trabajarlo para poder de una vez por todas salir del lugar de víctima".
Sin embargo, cuando empezó a leer fragmentos de su libro en círculos literarios se dio cuenta de que su grito desesperado, escrito desde el dolor de los años callados, se había convertido en la voz más fuerte de muchas mujeres que querían hablar. "Me di cuenta de que el libro generaba que otras mujeres hablaran, que se sintieran acompañadas".
Una revolución en un problema complejo, transversal y que provoca sufrimiento en todos los países. Belén López Peiró ya tiene a punto su segundo libro. Saldrá en marzo en Argentina pero seguro que en España volverá a triunfar esa forma perfecta en que encaja una realidad siempre poliédrica.