Como en tantas otras disciplinas, el papel que han jugado las mujeres en la arqueología muchas veces ha sido borrado de la historia. Para "recuperar la memoria" de aquellas que, pese a las dificultades y la exclusión, ejercieron esta profesión, la Universidad de Barcelona ha creado el Proyecto ArqueólogAs, que estudiará de forma crítica el papel de las mujeres en la arqueología española durante los siglos XIX y XX.
"Lo que estamos haciendo es intentar recuperar a muchas mujeres que han trabajado en arqueología y a las que nunca se incluye dentro de la Historia. Las estamos recuperando las del silencio", cuenta a MagasIN Margarita Díaz-Andreu, investigadora principal del proyecto.
Díaz-Andreu está especializada en Historia de la Arqueología y durante su carrera se ha centrado en la historia de las mujeres. Ahora, vuelve a poner el foco sobre ellas porque "la situación de la mujer en la arqueología está empeorando".
"Cosas que yo pensaba que ya habíamos superado y que iban a mejor desde los años 90, en realidad no. La situación de la mujer trabajadora en la arqueología empeoró por la crisis económica del 2008, y ahora veremos las consecuencias de la pandemia. Observando que esta situación ha vuelto, pensé que había que volver al tema".
La profesora de investigación de ICREA afirma que, aunque la carrera la estudian una mayoría de mujeres, la profesión de la arqueología mantiene una "estructura piramidal". "En los másters también hay muchas mujeres, pero a partir del doctorado y cuánto más arriba, cada vez hay menos mujeres y más hombres". Este tipo de situaciones son las que han provocado el retroceso de su situación, por ejemplo, cuando se las elige en menor proporción para puestos en la universidad.
Solo solteras por ley
Las mujeres no pudieron ejercer como arqueólogas en España prácticamente hasta principios del siglo XX, cuando comenzaron a acceder a los museos. Algunas también tuvieron la oportunidad de dar clases en universidades, pero no se les pagaba. "En 1928 accedió por primera vez una mujer a un museo, y luego pidió una plaza en el Museo Arqueológico Nacional".
Como el trabajo en un museo era prácticamente la única salida que podían encontrar, fueron muchas las que ascendieron hasta puestos de dirección. "En la época de la Segunda República es cuando entraron más mujeres. Por ejemplo, Joaquina Eguaras Ibáñez, primera directora en el Museo de Granada; Concepción Blanco Mínguez
en el de Cádiz; María Ángeles Albert en el de León", explica Díaz-Andreu.
Sin embargo, tras la Guerra Civil sus derechos retrocedieron, hasta el punto de que no podían trabajar si estaban casadas. "El Fuero del Trabajo decía que si la mujer se casa ya no podía ser funcionaria", una norma que se mantuvo desde 1938 hasta 1961. "Con ello se les cerró también la posibilidad de trabajar en los museos, a no ser que se quedasen solteras. En los años 90 entrevisté a una de ellas, que ya ha fallecido, y me dijo que fue una decisión consciente el no casarse porque trabajaba y es lo que quería hacer".
En el terreno de las excavaciones, fundamental para su trabajo, se sabe que había muchas reticencias a llevar a mujeres por parte de los arqueólogos, por lo que "perdían una parte muy importante de su formación".
"Sabemos, por ejemplo, que a Hugo Obermaier, que fue catedrático de la Universidad de Madrid antes de la Guerra Civil, no le gustaba llevar mujeres. En España no se llegó a escribir, pero en Inglaterra sí que tenemos escrito explícitamente en un libro que las mujeres en las excavaciones 'sobraban'".
Las pioneras
Pese a todo, hubo mujeres extraordinarias que lograron hacerse un hueco en la profesión y abrir el camino al resto. Sus historias han sido recuperadas por las casi veinte personas que forman el proyecto, que durará al menos tres años. Por el momento se pueden conocer las de 14 de ellas en la página web de ArqueólogAs y Margarita Díaz-Andreu, destaca a tres de estas mujeres:
Encarnita Cabré Herreros (1911-2005) fue la primera en realizar un trabajo arqueológico en España. "Ella fue la excepción. Su padre era uno de los arqueólogos más importantes en su momento y sí que se la llevaba a excavaciones. Fue también una de las primeras en publicar como mujer y, además, hablar sobre armas".
"Ese es un tema que se consideraba muy poco femenino porque claro, el tipo de temática que trataban las mujeres, muchas veces alentadas por sus directores, pues eran las joyas, las decoraciones... Era un arma de doble filo porque primero se les sugería precisamente que hicieran esto porque era un tema femenino pero, justamente por ser femenino era secundario y no se le daba importancia".
Olimpia Arozena Torres (1902-1971) fue una de las primeras mujeres en cursar estudios superiores en la Universitat de València. Trabajó en el laboratorio de la universidad y dio clases. Durante la Guerra Civil fue cesada temporalmente. Más tarde las depuraciones de la posguerra y una serie de dificultades le obligaron a crear su propia academia de latín. En 1947 fue nombrada profesora adjunta y en 1949 defendió su tesis doctoral.
Ana María Muñoz Amilibia (1932) fue la primera catedrática en el ámbito de la Arqueología en España. Estudió en la Universidad de Barcelona y ocupó la Cátedra de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la Universidad de Murcia entre 1975 y 1990. En esta institución creó el Departamento de Prehistoria y Arqueología y llegó a ser vicedecana de la Facultad de Letras. Además, también ejerció como directora del Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Diputación Provincial de Murcia.
Según la información de ArqueólogAs, "su versatilidad cronológica se muestra en los trabajos de campo que ella dirige, que en Murcia incluye la excavación de sitios calcolíticos, argáricos, ibéricos y árabes. También excava en Córdoba (Cueva de los Murciélagos de Zuheros) o en Jaén (Cerro del Minguillar)". Muñoz Amilibia tiene 88 años y se jubiló en 2019.