La caza de brujas en Escocia terminó con la vida de más de 2.500 personas inocentes bajo su Ley de Brujería (1563-1736), que castigaba con la pena de muerte a las culpables "por el bien de la sociedad".
Hoy, la plataforma 'Witches of Scotland' (Brujas de Escocia), busca la reparación y el reconocimiento nacional para ellas.
La abogada Claire Mitchell y la escritora Zoe Venditozzi, impulsoras de la iniciativa, explican en una entrevista que este episodio histórico es un "punto negro que merece y necesita ser reconocido por la sociedad", y por ello buscan que se pida "perdón a todas las víctimas y un monumento nacional en su reconocimiento".
"Un día paseando a mi perro alrededor de la explanada del castillo de Edimburgo, debajo del mismo, caí en la cuenta de que unas 300 mujeres habían sido ejecutadas allí por el crimen de brujería y no había ninguna estatua o conmemoración de ello", relata la letrada Mitchell.
"Hay estatuas de hombres, caballos, de un oso que hizo grandes cosas durante la Segunda Guerra Mundial… (pero) no hay de mujeres. No solo de ellas: de ninguna mujer que haya hecho grandes cosas", prosigue.
En total 2.148 mujeres, más del 80% del total de acuerdo con un estudio de la universidad de Edimburgo, fueron ajusticiadas por brujería en el reinado de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia (1567-1625).
"Se sostenía que las mujeres eran más débiles mentalmente y por ello más manipulables por el diablo y sus malas artes", señala Mitchell.
El rey Jacobo "realmente creía que entre la sociedad vivían brujas" y que "lo que estaba haciendo era por el bien de la sociedad escocesa", explica por su parte la escritora Venditozzi, y agrega que "la gente en aquella época tenía muy en cuenta lo que decía el rey, nombrado por la gracia de Dios".
Una farsa de proceso
"No era muy complicado ser acusada de brujería. Bastaba con ser señalada por alguna diferencia o por no profesar la religión como se debiera", dice la escritora. Las acusaciones iban muchas veces ligadas a salidas nocturnas para "bailar con el diablo" o "tener relaciones sexuales con él", dice Mitchell, quien añade que los interrogatorios solían suceder bajo la privación de sueño.
La confesión "no era suficiente. Nunca bailas con el diablo a solas, siempre eran fiestas y orgías, querían saber el nombre de los otros participantes", continúa. Privadas de sueño, delataban a amigos y conocidos, que eran también acusados, interrogados y torturados hasta conseguir más nombres, y así consecutivamente.
"Esa fue la naturaleza de la caza de brujas", resume la abogada.
Algunos murieron mientras eran torturados para conseguir la confesión, denuncian ambas en su podcast 'Witches of Scotland'.
El proceso judicial no era justo, expone la letrada, pues a la mujer no se le permitía testificar ni tenía oportunidad de defenderse. El acusador exponía los hechos y sus testigos "y al final del juicio se les condenaba, basándose en pruebas inventadas o disparatadas".
Brujas "medio culpables"
Podían ser declaradas "medio culpables", al no encontrar pruebas suficientes, lo que las obligaba a huir del lugar, convirtiéndose en proscritas, o culpables. Las culpables eran ejecutadas "primero por estrangulamiento y después quemaban sus cuerpos; existía la creencia de que el diablo podría ayudarlas a volver a la vida", por lo que había que deshacerse del cuerpo, comenta Venditozzi.
La quema de brujas en la hoguera hasta la muerte era reservada como el peor castigo. Claire Mitchell y Zoe Venditozzi denuncian que en la actualidad hay "una considerable desigualdad" y como consecuencia de ella la sociedad padece otra "caza de brujas moderna".
"Mujeres atacadas en redes sociales; sintiéndose inseguras al caminar solas por la calle por la noche; preocupadas por ser atacadas. Seguimos viviendo en un mundo para hombres. Las mujeres no disfrutamos de igualdad, no estamos en el mismo plano", denuncian ambas.