Este miércoles 20 de enero de 2021 una mujer hará historia frente al Capitolio de los EEUU: Kamala Harris jurará su cargo como la primera vicepresidenta estadounidense. Pondrá su mano sobre dos Biblias, como manda el reglamento, y jurará aceptando la fórmula que Sonia Sotomayor, la primera jueza hispana que entró en el Tribunal Supremo, le haga.
De hecho, Kamala Harris (1964) ha elegido a Sonia Sotomayor (1954) para completar una imagen única del poder femenino y diverso en Estados Unidos que marcará un antes y un después en la política del país americano. En un lado se situará la que será la mujer más poderosa de EEUU, una afro-afro-asiática-americana, y al otro, la hispana más influyente de todo el país, la tercera jueza de la historia del Tribunal Supremo y la primera de origen latino.
Pero ¿quién es Sonia Sotomayor? La jueza hispana asumió su cargo en el Supremo en mayor de 2009 a propuesta del primer presidente negro de EEUU, Barack Obama, convirtiéndose en la primera latina en entrar en este organismo y eso que su nombre no estaba entre los favoritos.
"De repente sonó mi celular y en ese momento mi corazón se detuvo. Cuando me informó de que era su candidata, hice algo que raramente hago. Yo tengo eso de muchacha fuerte de El Bronx y yo no lloro. Pero le dije: 'Señor presidente, estoy llorando'", explicó en una entrevista tras pasar las duras pruebas del Senado.
Había muchos jueces y juezas en la lista del entonces mandatario estadounidense pero él también quiso romper un techo de hormigón con su nombramiento y nominó a Sotomayor, una jueza que había nacido en el Bronx, de padres puertorriqueños y que había crecido en una vivienda social para personas de escasos recursos de las que hay en las peores zonas de este barrio.
Su padre, obrero y alcohólico, murió cuando ella tenía ocho años. Sonia Sotomayor recuerda muchas peleas en casa hasta ese momento, pero sobre todo recuerda lo que la ha llevado a ser quien es: el sacrificio de Celina, su madre, enfermera de profesión, que la crio a ella y a su hermano Juan, hoy médico, trabajando seis días a la semana, con turnos y más turnos, y la obsesión de que estudiaran para salir de esas calles.
Podría decirse que la jueza es una de esas escasas protagonistas del llamado "sueño americano", de esas flores que crecen en la basura gracias a la sombra de una madre que los empujó siempre. Ella misma ha contado, casi como anécdota que, ahorrando como pudo, Celina Sotomayor compró la Enciclopedia Británica, un lujo intelectual que no se podría encontrar en muchas viviendas de otros barrios de clase media o alta.
Fue una niña estudiosa y disciplinada que adoraba las historias de la detective Nancy Crew y que hasta se planteó investigar sucesos y asesinatos como la adolescente protagonista de estos libros. Sin embargo, le detectaron muy pronto una diabetes juvenil, y sus gustos viraron hacia Perry Mason, el abogado que libraba a sus clientes de graves condenas encontrando a los verdaderos culpables.
"Desde los 10 años supe que quería ser abogada", ha confesado en varias ocasiones. Pero lo que nunca pensó es que pudiera llegar a ser la primera latina jueza del Supremo de EEUU, o si acaso lo hizo, sólo en sueños.
"Cuando era niña, mi familia era pobre y no conocíamos abogados ni jueces, y ninguno vivía en nuestro vecindario. No sabía nada sobre el Tribunal Supremo ni de como su reinterpretación de la Constitución y las leyes del país afectan a las vidas de las personas estadounidenses. No puedes soñar con ser algo que ni siquiera conoces. Esa ha sido la lección más importante de mi vida. Tienes que aprender a soñar grandes sueños", explica en su biografía Mi mundo adorado (My beloved world), el libro que desvela cómo ha sido su ascenso desde los más bajos fondos de Nueva York a sus alturas.
El título está inspirado en una estrofa del poema A Puerto Rico regreso, de José Gautier Benítez, un militar del siglo XIX que estuvo en España y se moría por volver a su tierra. El fragmento dice: "Perdonadle al desterrado ese dulce frenesí; vuelo a mi mundo adorado, y yo estoy enamorado de la tierra en que nací".
Jueza 111
Los que conocen a Sonia Sotomayor siguen destacando dos aspectos que heredó de sus orígenes: la humildad y la pasión por conseguir lo que se propone. Es de esas juezas que saluda a todo el mundo, sonríe al bedel, al cocinero, a las camareras y da los "buenos días" a quien se cruza con ella, sin importarle de qué puerta ha salido o por qué puerta va a entrar.
Antes de convertirse en la jueza número 111 del Tribunal Supremo, Sotomayor se graduó en la Universidad de Princeton en 1976, donde además recibió el premio M. Taylor Pyne, uno de los honores académicos más importantes. Completó sus estudios en la Escuela de Derecho de Yale, donde incluso fue redactora en la prestigiosa Revista de Derecho de Yale y luego jefe de redacción de los Estudios de Yale en la Segunda Orden Pública.
En 1979, entró como asistenta de abogacía en Nueva York al lado de Robert Mongenthau, al que considera, después de su propia madre, una de las influencias más importantes en su carrera.
Participó de casos de robo, asesinatos, brutalidad policial y hasta pornografía infantil que quizás le hicieron ver de forma más clara la diferencia entre ley y justicia: "La mayoría [de personas] ven la ley como justicia. Nosotros [los jueces] hacemos decisiones sobre cuestiones de acuerdo con lo que dice la ley, y ese es un proceso muy diferente", aclaró en una entrevista en Univision el pasado 2 de diciembre.
Progresista
En noviembre de 1991, el entonces presidente George H.W. Bush la nominó como Jueza Federal en el Distrito de Nueva York, y fue confirmada en agosto del año siguiente, convirtiéndose ya en la primera persona de origen puertorriqueño en ocupar un puesto en los tribunales federales.
En una entrevista reciente, esta jueza confesó que "la parte más difícil de mi trabajo (es) cuando tengo que decir algo contrario a lo que dictan mis sentimientos o lo que yo pienso que recae en lo justo", declaró en Red Table Talk: The Estefans.
De hecho, sus detractores aseguran que es una mujer demasiado temperamental y con una marcada ideología progresista. Precisamente los que la defienden señalan su pasión como el mejor de sus valores: "Es inteligente, equilibrada, reflexiva y persuasiva. ¿Qué más podemos pedirle a un juez de la Corte Suprema?", afirmó en el año 2009 Stephen Carter, profesor de Leyes en Yale, cuando se conoció su nominación.
Su baza principal siempre ha sido la fe en el sistema. Ese sistema al que sobrevivió y venció: "Esa creencia fundamental en el sistema es lo que me permite continuar", aseguró a la cadena Univision, porque "las dificultades y los golpes de la vida te enseñan que hay tantos cambios que están fuera de tu control; el obstáculo más grande para lograr el éxito es el miedo".
Sonia 'sin miedo' es ahora, según un estudio del Instituto Latino de Política Pública (NPIL, en inglés), la persona latina más influyente en EEUU por encima del congresista Luis Gutiérrez, el senador por Florida Marco Rubio o el también republicano por Texas, Ted Cruz.
Sonia se casó muy joven, justo después de graduarse en la Universidad, en 1976, pero se divorció a los ocho años. No tiene hijos, pero sigue siendo la hija perfecta que quiere comer las chuletas de su madre cada fin de semana, porque "no me da la receta completa nunca".
Hasta con su trayectoria, esta mujer hecha a sí misma muestra todas sus costuras: "No creo que haya alguien que venga de crecer en una ambiente difícil, que haya pasado por muchas dificultados en su vida, no haya experimentado sentirse inseguro".
Este miércoles, ella hará más historia con Kamala Harris como protagonista. Sonia Sotomayor será lo que siempre ha pretendido ser: un referente para todas esas flores que crecen en la escala más baja de la sociedad, porque como siempre defendió Obama, demuestra que "Sí se puede".