Isabel, la registradora de la Propiedad que ganó a Rajoy: fue la primera mujer número 1 de España
A la oposición en la que Mariano Rajoy se sacó la plaza como registrador de la Propiedad, en 1978, se presentaron ocho mujeres. Una de ellas, Isabel Adoración Antoniano, fue la número 1, por primera.
10 marzo, 2021 00:53Noticias relacionadas
Entre los aspirantes a una oposición del Estado siempre se escucha que ser registrador de la Propiedad es uno de los exámenes más difíciles. De hecho, se ha destacado muchas veces como un gran logro que el expresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, fuera el registrador más joven al aprobar su examen en 1978 con sólo 24 años. Lo que muy poca gente sabe es que en esa oposición, la del año de Rajoy, la número 1 de la promoción fue por primera vez en la historia de España una mujer, Isabel Adoración Antoniano (68 años).
Esta melillense llegaba a la oposición acompañada de muy pocas compañeras. "Éramos sólo 8 mujeres", más del doble de las que se presentaron en 1976, tres. Y embarazadísima de su primera hija, que nació a los pocos días de hacer los exámenes. Se había preparado en un tiempo récord, nueve meses, gracias a la ayuda de su marido, que acababa de sacarse también la oposición de Notaría.
"Por circunstancias personales, mis padres fallecieron y me casé sin haber sacado la oposición de notario aún mi marido. Estuve casi dos años sin estudiar la oposición y, cuando mi marido se la sacó, con gran generosidad por su parte, me animó a estudiar. Él me preparó, me examiné y gané la oposición con el nº 1 de mi promoción".
Un número 1 que tuvo que celebrar en el hospital de maternidad: "Casi al mismo tiempo, con unos días de diferencia, daba a luz a mi primera hija, la mayor de los cuatro, con que Dios nos ha bendecido".
Las españolas no pudieron ejercer como registradoras hasta la II República. Gracias a la autorización del Gobierno republicano, siete mujeres consiguieron entrar en el Cuerpo, cuatro en 1941 y tres más en 1946. Sin embargo, la nueva legislación hipotecaria de 1944-46 volvió a prohibir mujeres y sólo una consiguió hacerse con un puesto en 1954 porque había iniciado sus estudios antes de antes 1945.
No tuvieron de nuevo el derecho a ser registradoras hasta la Ley de 22 de julio de 1961, cuando ya definitivamente se las admitió. Eso sí, su presencia en las oposiciones durante los últimos años del Franquismo y la Transición fue casi simbólica: una en 1964, otra en 1968, dos en 1970, tres en 1972, dos en 1974, tres en la promoción de 1976... "Hasta este último año, donde el 60% de los aprobados han sido mujeres".
Sin embargo, para el mínimo porcentaje de mujeres que se presentaban a la oposición, no hubo que esperar mucho para ver a una número 1 (1978). Pero es que Isabel Adoración es una mujer muy acostumbrada a esa excelencia desde que pisó un aula por primera vez.
"En el colegio de religiosas gané todas las medallas y bandas de honor posibles, ingresé con Premio extraordinario en el Bachillerato en el Instituto Nacional de Enseñanza Media de Melilla, donde obtuve cuarenta matrículas de honor y terminé con matrícula de honor la reválida y saqué matrícula de honor en todas las asignaturas de la carrera en la Facultad de Derecho de Granada y Premio extraordinario de Licenciatura".
Normal que ni Rajoy ni ningún otro avispado nuevo registrador (hombre) le quitara el honor de ser la primera de su promoción. "Mis compañeros siempre han sido muy afectuosos conmigo y, creo que, se han sentido orgullosos de que fuese la nº 1 de la promoción; por lo menos así, generosamente, me lo han hecho sentir".
Algo que puede comprobar cada mañana cuando se encuentra con su compañero famoso de promoción, Mariano Rajoy, que consiguió el traslado desde su plaza de Santa Pola hasta el Registro Mercantil número 1 de Madrid, donde Isabel lleva trabajando desde hace 26 años.
De hecho, en su despacho de la segunda planta aún guarda fotos antiguas donde aparece toda su promoción, incluido un discreto Mariano Rajoy. Es fácil distinguirla, con una abultadísima barriga por su embarazo, sentada junto a las compañeras que, como ella, empezaron a abrir las puertas que han allanado el acceso de todas las que han venido después.
En su casa, el hito que consiguió en 1978 fue como un ciclón: "Por desgracia, mis padres ya habían fallecido, pero hubieran sentido una alegría inmensa, con el mismo orgullo con que disfrutaron siempre de mi expediente académico. Mis hermanos y, sobre todo, mi marido (notario desde el año anterior) tuvieron una enorme alegría y se sentían orgullosos".
El primer destino de la recién estrenada número 1 fue el Registro de la Propiedad de Seo de Urgell (Lérida), "que elegí entre todos los destinados al Cuerpo de Aspirantes". Pero no ha sido el único, ha pasado por los Registro de Osuna (Sevilla), por Baza y Loja (Granada), dio el salto a la Orotava (Tenerife) y regresó al número 34 de Madrid para acabar estableciéndose en el Registro Mercantil nº 1 de la capital.
Con un marido notario y ningún registrador en la familia, Isabel se pensó muy mucho cuál era su mejor opción a la hora de opositar: "Me sentí atraída por estudiar Abogacía del Estado; pero pronto me decidí por el Cuerpo de Registradores de la Propiedad y Mercantil por la mayor especialidad en el estudio y conocimiento del Derecho privado; por su función de proporcionar seguridad jurídica preventiva en el tráfico jurídico y, sobre todo, por la independencia en el ejercicio de la función registral".
"Desencuentros"
Ella reconoce que, aunque las mujeres eran una minoría en estos puestos de mando en la España de recién estrenados los 80, encontró más obstáculos entre compañeros que con la gente en general. "Al principio por mi juventud, yo aparentaba menos edad, es lógico que causase sorpresa encontrarse con una mujer; pero a los 5 minutos de conversación desaparecía el asombro. Quizás con algún compañero, e incluyo también a los notarios, he podido tener algún "desencuentro", por no permitirle ciertas salidas de tono, que estoy segura no se hubiesen atrevido si no fuera mujer. Pero son gajes del oficio".
En su época, los estudiantes en las aulas de Derecho eran mayoría hombres y las mujeres que había optaban "por el ejercicio profesional como abogadas o procuradoras; muy pocas por alguna oposición y algunas compañeras terminaban la carrera sin ejercerla después".
Isabel aprendió desde el principio que conciliar nunca es fácil, "entonces peor que ahora porque en esos años había menos personas para emplear", pero "en la vida siempre hay que superar retos, cuando se quiere algo importante y, la familia lo es".
Esta experta registradora recuerda que su actividad es básicamente jurídica, un aspecto que ayudó a que no hubiera discriminación con las pocas mujeres que llegaban a los registros en su época. "La función registral se ejerce de forma personal, por lo que el hecho de que las mujeres fuésemos minoría no tenía ninguna influencia. Como cualquier otro compañero, tenía a mi cargo y, bajo mi responsabilidad personal, un Registro donde debía prestarse un buen servicio jurídico a la sociedad".
Era como cualquier jefe "y dirigía una plantilla de personal colaborador, funcionando el Registro como una pequeña empresa", por lo que "los problemas eran los mismos para todos, sin ninguna diferencia por el hecho de ser mujer".
Decana del Colegio
Por suerte, Isabel no tuvo que enfrentarse a las barreras que tienen otras mujeres para ascender en sus puestos de trabajo, sobre todo tras bajas de maternidad o con techos de cristal y brechas salariales difíciles de romper. "En el Cuerpo de Registradores no hay promociones internas. En los concursos, se solicitan los Registros vacantes y se obtienen por riguroso orden de antigüedad en el escalafón. Siempre solemos decir que 'el último de una promoción, es el primero de la siguiente'", aclara.
Era pues, cuestión de tiempo. Incluso, el Colegio de Registradores tiene, por primera vez, desde 2017 una decana, María Emilia Adán, que "no se olvide, hemos elegido los propios compañeros, por su capacidad para desempeñar el cargo y su buen hacer", defiende.
Con esa tradición, ella siempre estará por encima de Mariano Rajoy cuando hablemos de Registros y registradores. Pero es un tema al que Isabel Adoración no da ninguna importancia. Y relata un expediente lleno de números uno como los logros que sí le gustaría dejar en herencia a su familia: "Eso es lo que saben mis hijos y contaré a mis nietos para que aprendan que, si bien la capacidad, al igual que la fe, son regalos de Dios, con ánimo, tesón y esfuerzo, quizás lo único que se me pueda atribuir, es posible realizar ciertas experiencias vitales".
Así que si se le pide un consejo para las nuevas mujeres registradoras que llegan con fuerza y mayoría, ella lo tiene claro: "Si permiten, de una registradora que ya ve al final de su carrera profesional, les diría que ha merecido la pena el esfuerzo".