En 1961, cerca de Pontevedra, en una orilla de la ría de Vigo, se erigió la fábrica de cerámica de Pontesa. Una industria imponente que revitalizó a los pequeños pueblos cercanos, especialmente a las mujeres, que se introdujeron en la vida laboral gracias a aquella fábrica donde se empoderaron de la noche a la mañana. Todas aquellas trabajadoras recibieron su primer sueldo, salieron de sus casas, y pasaron de ser amas de casa para ser obreras.
También conocieron la cara oscura, las malas condiciones, el salario escaso y corto… Ante todo ello, sólo había una solución: las calles y la lucha sindical, la revolución de una clase obrera eminentemente femenina que no tenía miedo en manifestarse, en ponerse delante de la policía y hasta recibir porrazos para que dejaran de protestar.
En 2001 la fábrica cerró sin previo aviso y dejó a todas en la calle. Un cierre que dejó a estos pequeños pueblos desolados, llenos de paro y con una población envejecida sin dinero ni trabajo. Era la puntilla final a un proceso de desindustrialización comenzado en los 80. Las mujeres de la fábrica de Pontesa no iban a quedarse quietas, y volvieron a salir a la calle y fueron a juicio reclamando en torno a 50.000 euros por cabeza. Lo que es justo y se les debe por sueldos, indemnizaciones y pagas extra que nunca recibieron. 20 años después siguen sin recibir un sólo euro, y ellas siguen sin cesar su guerra.
Todo ello está en Nación, el documental que ha dirigido la gallega Margarita Ledo y que junta a varias de las trabajadoras de aquella fábrica Pontesa para que cuenten su historia, que es la de cientos de mujeres que se incorporan al trabajo y descubren una nueva vida. La directora lo hace con una poética propia, reuniendo testimonios y llevándoles a esa fábrica semi derruida donde se sintieron útiles para la sociedad antes de volver a ser expulsadas. Allí hablan de lo ocurrido desde aquellos años 80 hasta ahora, y su experiencia sirve de ejemplo al presente, como cuando dicen ese: "No trabajéis gratis nunca, por favor, a la mierda", una frase que según la directora es casi un leit motiv del filme y que muestra el hastío, un "mensaje al patio de butacas para la gente más joven por la precarización".
Todos los trabajos de Margarita Ledo buscan la forma de contar la historia de nuestro país, y de alguna forma también contarse a sí misma. En esa búsqueda descubrió un vídeo de las trabajadoras de Pontesa que llama su atención. Busca a una de ellas y descubre que su lucha sigue en activo y que siguen viéndose. "Encontré a Nieves y me di cuenta de que recordábamos las mismas cosas aunque éramos de lugares diferentes, y eso nos unió. Lo que recordaba de las zonas en torno a la fábrica donde estaba Pontesa y es lo que me interesaba, era cómo las mujeres habían sido expulsadas del sector industrial, algo que ocurre en otros sitios diferentes a mediados de los 80 en sectores como el textil. Se hace por operaciones raras, maniobras corruptas apoyadas por las instituciones y es cómo empecé a buscar lo que había ocurrido en torno a estos lugares", cuenta Ledo a MagasIN.
Finalmente, se centró en Pontesa porque, como recuerda, "era una fábrica modélica". Lo fue hasta que a mediados de los 80 entró en crisis y echó a las trabajadoras. Buscó a trabajadoras que hubieran estado en todas estas décadas, y descubrió a un grupo de más de 40 que estaban en juicio y que cogían un autobús para reclamar el dinero que se las debía. Ledo cuenta (y muestra en su documental) cómo cuando todas ellas "dicen la palabra Pontesa se les ilumina la cara, porque había un punto entre melancólico, pero también de autoestima cuando decían que aquel fue su primer salario. Era un proceso nuevo de autorreconocimiento. Se sentían parte de la sociedad, no estaban por fin en el espacio domestico, sino que tenían una compensación económica".
Expresaban el deseo de volver a la fábrica. Lo que querían era volver a la economía productiva y nos estaban dando una lección de economía política, de lo que necesitamos
Había otro elemento que se repetía en todas ellas y que llamó la atención de Margarita Ledo, y es que “constantemente expresaban el deseo de volver a la fábrica aunque sabían que era imposible. Lo que querían era volver al trabajo, a la economía productiva y nos estaban dando una lección de economía política, de lo que necesitamos”.
Nación es un repaso a la historia reciente, pero también un puente con el presente. Es difícil no pensar en las trabajadoras de Alcoa cuando vemos el documental, y la directora subraya una frase que evidencia este vínculo: “¿Por qué las autoridades no cumplen sus acuerdos?”. Para Ledo eso es lo que está pasando en Alcoa, “los partidos llevan en sus programas que lo van a solucionar y no dan un sólo paso. Ahora está pasando lo mismo y con los mismos mecanismos. ¿Cómo es posible que no se cumplan los programas ni los acuerdos que se firman?”
Es en ese desencanto con los políticos y las instituciones donde el título del documenta cobra sentido, porque "es que no somos una nación, porque nación significa igualdad, unos derechos de base, y si esos derechos te los retiran y te dejan sólo el derecho a votar unos programas que ni cumplen...". "Esto lo vivimos en Galicia y es terrible. Se ha desmantelado sector por sector. Somos un país de servicios. Hasta se ha desmantelado un sector como la pesca, que es el primero o el segundo de Europa. La economía agraria se mantiene con la autogestión, pero es una precarización, un eslabón débil si las instituciones no llevan programas de beneficio común, que para eso están", zanja Margarita Ledo.