La paternidad por un vientre de alquiler de Miguel Bosé nunca ha dejado de estar llena de polémica. En 2011, él y su entonces pareja, Nacho Palau, decidieron tener dos parejas de gemelos por gestación subrogada en EEUU con el esperma de cada uno de ellos. Los cuatro niños nacieron con siete meses de diferencia.
Sus confesiones este pasado domingo en el programa de 'Lo de Évole' sobre sus adicciones y el consumo abusivo de drogas y otras sustancias ha vuelto a levantar la polémica sobre los vientres de alquiler y la gestación subrogada.
Algunas feministas han recordado en Twitter que mientras él reconoce que se metía "dos gramos de coca diarios", la mujer que gestaba a sus hijos tenía que presentar un informe toxicológico que nadie le hacía al padre que se iba a hacer cargo de los menores e incluso un informe de penales.
"El que compra no necesita mostrar nada de eso, el dinero es suficiente", recordaban.
De hecho, en la proposición de ley que presentó Ciudadanos en septiembre 2017 para intentar regular la gestación subrogada, en el artículo 7, se recogía precisamente ambas exigencias: que la gestante no podía tener un pasado de abusos de drogas y que tenía que incluir un informe de penales, entre otras exigencias.
La gestación subrogada en parejas homosexuales o de varones solteros homosexuales supone para algunas de las agencias más importantes de este sector en nuestro país casi la mitad de sus clientes. De hecho, según explica Gestlife en su web, una de esas intermediadoras españoles, "el número de casos de gestación subrogada en España, ha superado en los últimos dos años, al número de adopciones internacionales".
Hasta ahora había una variedad de países donde se podía realizar esta gestación subrogada no porque fuera legal sino por el vacío que había de normativa. Sin embargo, cada vez se están poniendo más trabas para lo que muchos y muchas denuncian como una explotación del cuerpo de la mujer, una violencia sexual más, y se han dado casos de problemas a la hora de poder sacar el bebé del país.
Así que, aunque sea más caro, muchas familias recurren a Canadá (donde sólo se puede pagar hasta 20.000 euros a la gestante) o EEUU, donde el proceso de subrogación está legalmente muy regulado.
Todas las agencias y revistas especializadas recogen que las mujeres que se convierten en vientres de alquiler están obligadas a someterse a exámenes médicos y controles periódicos que garanticen su salud física y psicológica. Y eso incluye certificados y test toxicológicos, pruebas de enfermedades infecciosas, y una evaluación psicológica y de personalidad en profundidad que nunca tienen que pasar ninguno de los padres o madres pese a que son ellos los que van a criar al menor o a los menores el resto de sus vidas. Nadie evalúa su capacidad para garantizar la seguridad de los bebés.
De hecho, los exámenes o informes de idoneidad sí que son obligatorios en otros procesos que tienen que ver con menores como los de adopción, donde se trata de garantizar que la persona que adopta es capaz de cuidar del menor y mantenerlo seguro.
Entre las numerosas críticas a este proceso, tal y como recoge la revista Asebir (Asociación para el Estudio para la Biología de la Reproducción) destacan que "las mujeres de alquiler que principalmente se someten a este tipo de tratamiento son generalmente de una clase socioeconómica más baja que la de los futuros padres. Este hecho, así como el alto coste del alquiler de vientres ha hecho que este procedimiento esté reservado para posiciones socioeconómicas altas. Este problema es particularmente evidente cuando los futuros padres provienen de otros países".
Y recuerdan casos como en la India donde el dinero que reciben estas mujeres se entremezcla con otros factores que para muchos grupos acaban siendo una vía de explotación sexual del cuerpo de la mujer, en este caso, a nivel reproductivo.
El caso de Miguel Bosé sigue generando polémica y podría llegar a crear un precedente jurídico en este caso porque sus cuatro hijos se criaron como hermanos durante ocho años hasta que el cantante decidió separarse de su pareja Nacho Palau y no asumió jurídicamente la paternidad de todos ellos sino sólo de los gemelos que fueron fecundados con su esperma.
De esta forma, los pequeños se separaron por parejas y el caso, que sigue en los tribunales, podría marcar un antecedente jurídico para otros casos similares en los que los menores nacen de dos padres y por el procedimiento de un vientre de alquiler.
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