Margarita Sánchez Romero es arqueóloga, científica y feminista. Y una de las mujeres más influyentes en las redes sociales a la hora de hablar de sociedades prehistóricas. La vicerrectora de Igualdad, Inclusión y Sostenibilidad de la Universidad de Granada ha conseguido crear un espacio propio en clase pero también en Twitter y eso que cuando una agencia la evaluó hace años para entrar a enseñar en la universidad calificaron sus investigaciones con perspectiva de género de "ciencia ficción". "Con esas palabras", recuerda.
En realidad, lo que hacía y hace es "arqueología feminista", es decir, colocar a las mujeres en el centro de sus investigaciones que siguen rigurosamente el camino que marcan los datos y el método científico. Ciencia pero con perspectiva de género. "Nosotras somos arqueólogas, sólo que nos hacemos preguntas diferentes", advierte.
De hecho, últimamente la comunidad científica ha aplaudido mucho algunos de estos estudios que hablan de mujeres pintoras de arte rupestre, tras encontrarse una huella femenina en unas pinturas, o de mujeres cazadoras, tras hallar un enterramiento de una fémina con armas a su alrededor.
"Estamos empezando a situar a las mujeres en espacios donde no se les había visto, donde le ha costado mucho tiempo a la Academia verlas. Si pensamos en el arte rupestre, una manifestación que sucede en varias partes del mundo en los últimos 40.000 años, ¿alguien puede aseverar de manera taxativa que ninguna mujer en la historia, en ningún lugar, ha participado? Y lo mismo sucede con la caza. ¿De verdad podemos decir que una actividad tan frecuente en todas partes, con distintos instrumentos sólo la hacían los hombres? Hacemos aseveraciones que calan mucho en la ciudadanía y ahora sorprenden. A mí me sorprende la sorpresa".
Asignaturas sin mujeres
Esta experta en Prehistoria reconoce que se enamoró de la arqueología de ese tiempo cuando se dio cuenta de cómo intenta conocer las poblaciones del pasado sin tener ningún texto. "Me fascina esa capacidad que tenemos a través de la cultura material, los contextos, los cuerpos, de restos arqueológicos de ser capaces de reconstruir sociedades, relaciones e identidades".
Nadie durante toda la carrera le habló de mujeres en sus clases, "en ninguna de las asignaturas", ni de temas con perspectiva de género, "cosa que ahora sí tienen la posibilidad de estudiar los alumnos con Historia de las Mujeres o Arqueología de género, con mucho éxito, por cierto". Fue ella misma la que se preguntó sobre dónde estaba el 50% de la población de la que no se mencionaba ni letra durante su tesis.
"La hice sobre producción de piedra tallada en un yacimiento de Granada. Y me di cuenta de que la mayoría del material lítico no eran puntas de lanza o dagas sino que eran raederas, raspadores, hojas con filo cortante... elementos vinculados a actividades cotidianas como la preparación de las pieles, del alimento, de la cerámica... Muchas actividades que luego vas a un museo y rara vez ves. Estábamos dejando de lado actividades que no se consideraban y que formaban parte del proceso histórico igual".
Y así surgió su interés por las llamadas "actividades de mantenimiento", un concepto nuevo que coloca a la mujer en el centro de estos estudios, quitándole ese sesgo peyorativo que parecía tener todo lo doméstico. "Las habíamos asociado con lo doméstico y no les dábamos importancia porque parece que no requieren tecnología ni un conocimiento específico y son actividades que nos explican mucho y cuentan mucho sobre quiénes somos".
Past Women
Por eso cuando leyó su tesis, en 1999, buscó bibliografía y dónde formarse y tuvo que irse a Reino Unido donde ya había una trayectoria de investigación en este sentido. "La historia de las mujeres se ha visto como una historia lateral, como de la anécdota, no como la que explica de verdad cosas centrales".
Cuando volvió de su beca postdoctoral no sólo sabía qué línea de investigación quería seguir sino también que tenía que unir fuerzas con otras arqueólogas para establecer una red que convenciera a los académicos escépticos de lo que hacían, de sus enfoques que muchos acusaban de ser simplemente política.
"Muchas veces cuando una trabaja con mujeres e infancia, se dice que estamos haciendo política con la Historia y no hacemos más política que quien niega la importancia de las mujeres en la Historia".
Con ese impulso nació Past Women, una de las plataformas más importantes en España para cambiar las medias verdades que hemos aprendido durante tantos años respecto al papel de los hombres y las mujeres en la Historia.
"Es un proyecto que surge en 2007, pero llevábamos haciendo cosas desde 2003. Nos dimos cuenta de que cuando abríamos un periódico, un libro o revista de divulgación, las imágenes que se publicaban seguían reproduciendo roles del hombre en primer plano y la mujer en segundo, y cuando aparecía. Siempre vinculadas a las mismas actividades. Todo el conocimiento que estábamos generando no tenía una traslación social".
Así que empezaron a generar otras imágenes, imágenes más acordes con lo que iban descubriendo en su propia web. "Aunque también hay rutas, conferencias, pequeños vídeos de conceptos muy determinados", donde se divulgaban los estudios en los que las mujeres y los demás grupos sociales ocupan su espacio en esas sociedades y en la Historia.
Eso sí, Marga y sus compañeras son conscientes de que alguien tiene que arrancar con esos cambios, como hace Past Women, pero la revolución tiene que llegar de los colegios y de los libros de Primaria y Secundaria donde se marcan a fuego algunos conceptos que no tienen en cuenta a la mujer.
"Esa es la gran lucha que nos queda. Tenemos un grupo de profesoras arqueólogas que se dedican a la didáctica de las ciencias sociales y hacen cursos para introducir esos conceptos. Profesores y profesoras usan material más informal, como nuestro calendario en el que cada mes es una imagen de mujeres o un grupo prehistórico, para explicar algo distinto".
Divulgación en redes
Con más de 5.000 seguidores en Twitter y en Facebook, Marga Sánchez Romero reivindica el valor de estas vías de comunicación alternativas que pueden cambiar más cosas que las propuestas más academicistas, donde la arqueología feminista ha tenido que luchar contra viento y marea para conseguirse un hueco.
"El mundo académico siempre ha sido más reticente pero lo que hace la arqueología feminista es abrir el campo y preguntar por cosas que mejoran nuestro conocimiento sobre las mujeres pero también sobre las sociedades prehistóricas. Aún no cuenta con la aprobación de toda la Academia, como otras corrientes, pero sí es una línea de investigación que está empezando a ser muy considerada porque da muchas respuestas".
Por eso, cualquier altavoz cuenta y las redes sociales forman parte de ese camino de divulgación de hallazgos que las mujeres científicas también están revolucionando: "No me considero una influencer porque hago entradas en Twitter, Facebook o Instagram pero no me dedico con verdadera profusión. Tengo compañeras en otros ámbitos que sí se curran sus hilos. Yo lo que hago es contar lo que hacemos en distintos formatos".
De hecho, opina que las redes pueden servir para eliminar la idea de que la Prehistoria es una cosa secundaria: "Es un periodo que además de ser el más largo de nuestra historia es fascinante y podemos saber muchas cosas gracias a la cultura material, a los restos".
Y lo justifica en que la comunicación debería ser un apartado más de su trabajo. "La divulgación es una obligación. No digo que todo el mundo tenga que tener cuentas en Twitter o hacer monólogos o salir en la tele... pero hay que tener la capacidad de explicar nuestras investigaciones porque si no la gente no sabe a qué nos dedicamos ni la importancia que tiene la Historia para el presente".
Marga Sánchez Romero insiste en que lo que ellas son, sobre todo, son arqueólogas, con experiencia en excavaciones cada dos años, con muchas publicaciones, con un método científico impecable y que buscan tres aspectos clave con su arqueología feminista: "Poner las actividades de mantenimiento en el centro de la explicación histórica porque no son menos relevantes; desvincularlas de que sólo las mujeres las pueden hacer, no estamos programadas genéticamente para ello y, en tercer lugar, ya que las mujeres las han hecho durante gran parte de los tiempos, hay que valorarlo y ver que exigen experiencia, conocimiento e innovación tecnológica que no asociamos de forma habitual".
Y para que todas seamos conscientes de que la arqueología feminista es algo prehistórico, esta catedrática lo deja claro: "Tenemos muy claro desde este punto de vista que hacemos ciencia para saber sobre las mujeres del pasado, pero hacemos ciencia para las mujeres del presente".