Salir de una relación de violencia de género no es fácil y más cuando no se cuentan con los recursos suficientes. En el mundo rural las mujeres están de media 20 años en relaciones de maltrato y uno de los principales motivos es la falta de independencia económica, que les impide separarse de sus maltratadores.
Otras razones para continuar tanto tiempo con sus parejas son el férreo control social y familiar, el desconocimiento de los recursos de protección y atención, o la desconfianza hacia la efectividad de los mismos. Así lo revela el último informe elaborado por el Ministerio de Igualdad sobre la violencia de género en el mundo rural.
En el estudio ha colaborado la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), que recientemente pidió que las mujeres rurales apareciesen en las estadísticas sobre violencia machista para visibilizar su realidad y sus especificidades.
Para ello, Igualdad ha realizado entrevistas en profundidad en las que recogen las "historias de vida" de 23 mujeres víctimas de violencia de género que "han sido o están siendo atendidas".
Las participantes en el estudio tenían una media de edad de 42 años y el 39% estaban empleadas. Aunque no existe un perfil concreto, destacan algunos factores de riesgo y situaciones de vulnerabilidad comunes, como puede ser esa falta de recursos económicos.
Violencia económica
La desigualdad económica viene en muchas ocasiones como consecuencia de la violencia económica ejercida por sus parejas. Concretamente el 56,52% de las encuestadas ha sufrido violencia económica, siendo "uno de los principales instrumentos de dominación y control masculino en el ámbito rural".
Entre las formas de ejercer este tipo de violencia se encuentra: el control absoluto sobre su economía, el chantaje económico, la precariedad o ruina económica, y hasta la prohibición de trabajar.
"No tenía dinero para nada, todo se lo tenía que pedir"; "nunca tuve una cuenta o una cartilla a mi nombre"; "todo el dinero se lo tenía que dar a él y a su familia", son algunos de los testimonios de las mujeres reflejados en el informe.
Aunque algunas muestran su frustración e impotencia hasta esta situación ("él me ha negado todo y es que está viviendo en la casa que le he puesto yo… Para mí es un robo legal"; "espero que la Justicia me devuelva lo que él me ha quitado"), otras comparten la libertad que han sentido al salir de su situación: "Ahora tengo trabajo, tengo mi dinero y puedo sacar a mis hijas adelante".
Testimonios de violencia
Además de la violencia económica, el 100% afirma haber sufrido violencia psicológica. "Todas ellas relatan situaciones de menosprecios, humillaciones y vejaciones, gritos e insultos, aislamiento, celos, culpabilización, intimidaciones, amenazas, manipulación y chantaje emocional", entre otras.
Estas agresiones pueden provocar diversos problemas psicológicos y emocionales relacionados con la ansiedad, la autoestima y la depresión. "La gente me dice que me eche un novio. En mi mente eso no entra, por miedo, por lo que he vivido", declara una de las entrevistadas. "Tuve problemas de ansiedad, he estado tomando medicación", cuenta otra mujer.
La violencia física es la segunda más habitual y la han sufrido el 78,26% de las mujeres; después estaría la económica (56,52%); violencia sexual (39,13%) y la ambiental (34,78%).
Las agresiones físicas van desde empujones, golpes y bofetadas a palizas y "situaciones de violencia física severa". Concretamente siete de las encuestadas han sido amenazadas de muerte y cinco agredidas con distintos objetos (cuchillos, una escopeta, una forcada, una barra de hierro y un bate de béisbol).
Asimismo, en tres de los casos las mujeres fueron tiradas por la escalera estando embarazadas y otras cuatro relatan situaciones intimidantes (ahogamientos y estrangulamientos). Dos llegan a describir situaciones calificadas por ellas mismas de "intentos de asesinato".
Sobre violencia sexual, ellas relatan violaciones frecuentes, relaciones sexuales impuestas u obligación de realizar actos sexuales no deseados. "Para pedirle perdón me obligaba a hacer cosas en la cama"; "venía a casa borracho y me obligaba a tener relaciones sexuales aunque yo no quería. Si no lo hacía era peor porque me pegaba".
Por último, la violencia ambiental se puede manifestar en otras situaciones, ya que engloba la rotura de objetos, muebles y enseres personales de las víctimas.
Además de la situación económica, el informe concluye que las víctimas tardan años en salir de la relación por "la situación de invisibilidad y ocultación de la violencia de género en el medio rural, y las coacciones o amenazas del maltratador". Razón por la que gran parte de ellas ni siquiera solicitaron ayuda.