Los consejos de la 'azafata de YouTube' al viajar sola: "En la aerolínea decían: si no adelgazas, te echamos"
Anita Hernández, más conocida como Azul Místico en YouTube, cuenta en Postales desde el aire sus aventuras recorriendo medio mundo como azafata de vuelo.
9 junio, 2021 01:26Noticias relacionadas
A sus 28 años, Anita Hernández ha visitado más países de los que muchas personas verán en toda su vida. Conocida como Azul Místico en las redes sociales, esta granadina licenciada en Bellas Artes pasó casi dos años trabajando como azafata, lo que le ha permitido viajar a más de 50 países de todos los continentes.
Aunque en sus redes sociales cuenta los entresijos de la aviación siendo tripulante de cabina y cómo es vivir en otros países, ahora publica Postales desde el aire (Plan B). Con un tono más personal, no solo narra sus experiencias y anécdotas, sino que muestras sus reflexiones después de haber vivido lejos de casa durante varios años y haber conocido tantas culturas.
"No quería hacer más de lo mismo, quería contar mi historia, la historia de una chica que se fue sin saber muy bien qué hacer y volvió siendo otra persona. No quería convertirlo en una guía de viajes ni en un vídeo de consejos para ser azafata", explica la youtuber, que tras ya ha regresado a su querida Granada.
Su historia se desarrolla en lugares tan distintos como Marrakech, Durban, Luanda, París, Tokio, San Francisco, Sidney o Londres. Ahora, ya de vuelta, se alegra de haberse lanzado a la aventura, pese a que su experiencia como azafata de vuelo fue "glamurosa y turbulenta a partes iguales" y no está libre de algunas adversidades.
Amante de los viajes desde pequeña, Anita se convirtió en azafata en 2014, después de graduarse en la universidad. Entró en la aerolínea Emirates y se desplazó a Dubái a iniciar su nueva vida.
Llegó a esta lujosa ciudad para comenzar su entrenamiento como azafata y, aunque iba temerosa por las abismales diferencias culturales, se acabó llevando una sorpresa. "Lo que es la parte de la cultura y sobre todo lo relacionado con la religión pensaba que iba a ser mucho peor. Decía: 'Ir allí siendo mujer...', pero yo personalmente nunca me sentí discriminada como mujer más de lo que me he sentido en Europa y en otros países".
Asumió las normas de la ciudad, aunque algunas costumbres se le hicieron extrañas como no poder besar a su pareja en público o no vestir ropa corta. "Por ejemplo, en Ramadán no puedes ni beber agua en público. Yo ya había estado en países musulmanes y conocía un poco la cultura, así que no me chocó y ni me costó habituarme. Si estoy en otro país tengo que respetarlo".
Sin embargo, admite que algunas de esas normas las recuerda a día de hoy: "Es cierto que luego se te queda ese trauma. Obviamente me he acostumbrado a darle la mano a mi pareja en público, pero por ejemplo llevar camisetas muy cortas, con mucho escote, o faldas muy cortas, no me he terminado de acostumbrar".
Lo que sí le enfada de esa ciudad en la que viven algunas de las personas más ricas del mundo es la diferencia de clases sociales. "Es lo que más me impactó. Tú estás en tu burbuja con los extranjeros y no te fijas de que debajo de ti están todos los que vienen de Filipinas, India y Pakistán y que viven en unas condiciones inhumanas. Llegas con aerolínea, que te lo pinta todo bonito y no tienes oportunidad de ver esa otra cara de Dubái".
Donde sí ha sentido un machismo palpable era en su propia aerolínea, en la que las mujeres deben cumplir unos requisitos estéticos muy distintos a los hombres. "Había solo tres peinados que pudieses llevar, los pendientes podían ser solo de oro o perlas de un tamaño concreto. Por supuesto, estábamos obligadas a llevar maquillaje (base, máscara de pestañas, labial...) y no nos permitían llevar pantalón, solamente si tenías cicatrices en las piernas que ellos consideraran que tenías que esconder".
El control del aspecto llegaba hasta tal punto que Anita recuerda a compañeras a las que les llamaron la atención por su peso. "A algunas les han retirado y les han dicho: 'Tienes que perder peso y si no lo pierdes en tanto tiempo te echamos'. Lo hacen por una cuestión de imagen y me parece vergonzoso". No obstante, se apresura a aclarar que la compañía para la que trabajó es "un caso aparte". "Creo que en Europa se ha cambiado mucho en ese sentido, pero estas aerolíneas que se consideran más 'de lujo' y que nos respetan demasiado los trabajadores...".
Viajar sola
Durante el tiempo que estuvo como azafata, Anita intentó exprimir al máximo su estancia en las ciudades en las que aterrizaba. "Llevaba poquito tiempo y no me había pillado ese cansancio, así que metía mucha caña y salía con las ojeras hasta los mofletes", recuerda.
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Muchas de esas escapadas para conocer nuevos lugares los hacía sola y destaca lo mucho que se hablaba con los locales. "Yo creo que el relacionarse con la gente es una de las mejores formas de aprender cuando viajas y de entender la cultura de ese lugar", explica.
Aconseja hablar con ellos pero, por supuesto, hacerlo siempre con seguridad. "Entiendo que haya gente a la que le dé un poco de miedo. Al final creo es cuestión de tener un poco de sentido común. Si hablas con gente que sea siempre lugares públicos. Mantenerlo como un encuentro en la vía pública en el que tienes una conversación y luego cada uno a su casa porque nunca sabes qué intenciones pueden tener en realidad. Hay que tener precaución ante todo".
Otro 'tip' de esta experimentada viajera, y cuyo canal de YouTube es el canal femenino de viajes más seguido de España, es saber idiomas. "Los estudios te pueden llevar lejos, pero los idiomas al final llevan a todas partes", asegura.
Para los que no tengan mucho nivel, da igual, la cuestión es lanzarse porque "la mejor manera de aprender un idioma es estar allí. "Nunca estás preparado. Al final da igual el nivel que tengas porque al siempre vas a aprenderlo bien cuando estés fuera. Es lo que me pasó con el francés. El primer verano que fui a trabajar a Disneyland París tenía un B2 de francés y pensaba que entendería todo estupendamente. Nada más lejos de la realidad, pero al final me consideraba casi bilingüe".
Por último, pero no menos importante, Anita recomienda a todos los jóvenes salir y vivir en otros lugares, al menos durante un tiempo. "Siempre hay que irse y elegir la aventura. Al final un año fuera, por ejemplo, no es nada. Aprendes lo que es estar fuera de casa y también a valorar lo que tienes cuándo vuelves. Echar de menos es el precio que hay que pagar, pero los beneficios son también muchos. Después siempre puedes volver y hacerlo con la lección aprendida".