La ficción tiene la capacidad de mostrar realidades que nos negamos a ver. Una de ellas, que cada vez se refleja más en series y películas, es la violencia machista, que se puede ejercer de muchas formas diferentes. En los últimos años, y tras el caso de La Manada, se ha debatido mucho en España sobre las agresiones: ¿solo es violación cuando la víctima se resiste? ¿Me tienen que dar una paliza para probar que me violaron? ¿Si la víctima está inconsciente o semiinconsciente y no opone resistencia, ¿es solo abuso sexual?
La serie española, Parot, protagonizada por Adriana Ugarte -que encarna a Isabel Mora-, vuelve a poner esta cuestión sobre la mesa. La serie empieza con la derogación de la doctrina Parot y la salida de la cárcel de varios presos que han cometido delitos de sangre, entre ellos violaciones. Uno de esos presos, Haro, interpretado por Iván Massagué. Él violó a Isabel hace ya 16 años. Primero la drogó en una fiesta y luego la atacó estando ella sin fuerzas para defenderse.
En una escena muy dura y explícita, se muestra cómo la sigue hasta un lugar apartado y la ataca estando ella en una situación clara de vulnerabilidad. Le pide que no lo haga mientras la agrede, llora, pero tampoco forcejea demasiado. No puede.
Como han mostrado otras obras de ficción, la víctima 'deja' que todo pase porque sabe que es la única opción ante una agresión que, si bien no necesita que haya una paliza o amenazas explícitas de por medio, es de una naturaleza violenta.
La propia Adriana Ugarte declaró a EL ESPAÑOL que el simple hecho de rodarla fue "bastante duro". "Has hablado mucho de la escena, pero cuando te ves ahí bocarriba, bocabajo, con la falda levantada… uff, es una sensación muy desagradable y que te desarma", explicó en una entrevista con Daniel Mantilla. "Son cosas muy duras que pasan y que al final creo que la ficción ha de ser un instrumento para cambiar, reflexionar y para provocar debate", opinó Ugarte.
Sin embargo, el exceso de escenas de este tipo en la ficción también ha generado polémica sobre si son realmente necesarias a nivel narrativo. Así ocurrió con la violación de Sansa en Juego de Tronos o incluso en series de animación como Invincible.
Por esa razón, películas como Una joven prometedora, dirigida por Emerald Fennell, optan por no mostrar la violencia como tal y dejar que la trama y los personajes transmitan todo el daño que ha provocado.
Sea como sea, después de ver ese primer capítulo de Parot y las secuelas que deja en Isabel el trauma, es imposible empatizar con el violador o pensar que "ella le provocó" y que no fue una violación, tal y como a veces tienen que soportar víctimas reales de agresiones sexuales.
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