El cáncer de mama es el tumor más frecuente entre la población femenina y la tasa de diagnóstico crece cada año en casi todas las regiones del mundo. Según los datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), en 2019 se diagnosticaron 33.307 casos en nuestro país y se estima que "el riesgo de padecer cáncer de mama a lo largo de la vida es de, aproximadamente, 1 de cada 8 mujeres". Por suerte, la tasa de mortalidad por cáncer de mama en España es de las más bajas, sin embargo, se trata de una enfermedad larga, difícil y traumática que miles de mujeres afrontan cada año.
Para ayudarlas con "la información práctica que te daría una amiga", Mabel Lozano y Paka Díaz publican este viernes Te invito a un mojito (Catedral), "un relato humano, muy útil y con sentido del humor sobre el cáncer de mama". Paka fue diagnosticada de un carcinoma en 2019 y terminó el tratamiento en marzo de 2020, unos días antes del inicio del confinamiento. Publicó la noticia en las redes y al leer el post de Paka, Mabel se hizo un autoexamen de pecho y notó un pequeño bulto. Poco después le diagnosticaron el cáncer.
Las dos autoras, además de pasar por un cáncer de mama, han sido testigos de las redes de ayuda y apoyo que se crean entre las pacientes oncológicas, las virtudes y los defectos del sistema de salud y los efectos emocionales que trae consigo esta enfermedad. Por eso, aúnan sus historias personales con una profunda investigación en la que han contado con otras pacientes y profesionales.
"La información que me daba Paka era muy valiosa para mí, igual que a ella le había pasado con Gema, su hermana -que también pasó por un cáncer de mama-. Vi clara la red de sororidad que se crea entre las pacientes oncológicas y pensé que había que reflejarla en un libro útil y práctico, que muestra las conversaciones que teníamos y cuenta absolutamente todo lo que hemos aprendido", cuenta Mabel a MagasIN.
Para las autoras, contar con el apoyo y los consejos de otras pacientes, familiares o amigas que han pasado por lo mismo fue fundamental para llevar lo mejor posible la enfermedad. "Por ejemplo, cuando empecé en radioterapia enseguida hicimos un grupo de mujeres y nos apoyábamos, nos contábamos todo... No me gusta generalizar, pero creo que eso es algo muy femenino lo de conectar enseguida y hablar de cosas muy profundas, muy íntimas, sin vergüenza y con total honestidad. Eso en el proceso oncológico, en el que se pasa mucho miedo, que es largo, que siempre te falta información... Pues se agradece lo que más", afirma Paka.
Perspectiva de género
No obstante, ella también pone el foco en contar con ayuda psicológica cuando sea necesario y en la importancia de la empatía por parte del personal sanitario, algo que "te puede hacer mucho más fácil el camino". En este sentido, las autoras inciden en la importancia de la perspectiva de género en la medicina: hacer caso a lo que dicen las pacientes, no caer en estereotipos ni paternalismos a la hora de tratarlas. Porque, además de contra el cáncer, muchas veces las mujeres se ven obligadas a luchar por que les hagan caso o incluso les autoricen pruebas, como le pasó a Paka -antes incluso de que llegase la pandemia, en 2019-.
"A mí me han llegado a decir en consulta que 'yo no era del tipo que iba a tener cáncer de mama'. Para conseguir que me hicieran la mamografía tuve que amenazar a la doctora y le dije: 'Bueno, pues si no me la da me lo pone por escrito. Si no, no me voy'. La tía me dijo que me lo pediría, pero que seguro que no me la harían. Pues ahí yo ya tenía cáncer. O como le pasó a la periodista Olatz Vázquez, ella no es la única, en foros de mujeres con cáncer hay un montón así". Aunque Paka considera que "cada vez hay más profesionales, hombres y mujeres, que están trabajando en ello", asegura que "todavía queda camino por recorrer porque sigue habiendo demasiados estereotipos".
"Yo me he tenido que pelear en consulta porque de repente un médico, en vez de tratar mis efectos secundarios, me mandaba ansiolíticos y yo no estaba ansiosa ni depresiva. Recuerdo hablar con la doctora Carme Valls Llobet (experta en medicina con perspectiva de género) y le comentaba que a veces me daba la impresión de que estaba loca en consulta. Ella me decía: 'No es que estuvieses loca, es que estabas luchando contra los estereotipos'. Y es así, muchas veces tú estás en consulta y estás luchando contra el prejuicio de ese médico o esa médica que te está tratando como si fueses una niña o como si fueses una loca".
Ni vencedoras ni vencidas
Te invito a un mojito está empapado de esperanza y algo de humor, todo ello sin olvidar "que el cáncer es una mierda", pero las autoras subrayan la importancia de expresar los sentimientos y llorar cuando sea necesario. Paka recuerda la frase que decía Pau Donés: "Llorar es de valientes". Los enfermos oncológicos, están cansados de ese lenguaje que se emplea para hablar de ellos: heroína, guerrera, campeona... Por no hablar de aquellas personas que directamente culpan al karma de que las personas enfermen, en lo que Paka considera una "aberración".
"El marido de una amiga mía que ha tenido cáncer de próstata dice que el cáncer es la única enfermedad en la que casi se te exige que tengas una actitud positiva", comenta Paka.
Para concienciar sobre esta realidad, Paka y Mabel publicaron en marzo de este año el proyecto Ni vencedoras ni vencidas en el que trabajaron con enfermas con metástasis. "Muchas pacientes con cáncer metastásico nos decían: ¿qué pasa, que nosotras no hemos sido lo suficientemente positivas? ¿Que no hemos luchado lo suficiente? Nosotras sabemos que tenemos que luchar, pero creo que hay que bajar un poco esa presión que se ha hecho demasiado exagerada. Está bien tener ánimo y para cualquier enfermedad y para cualquier cosa en la vida hay que tener una actitud positiva, pero eso no tiene que ser un lastre porque al final acabas metida en un cuarto de baño llorando para que no te vea tu familia. Porque claro, tú quieres ser esa mujer fuerte, esa heroína".
Hay que recordar, además, que no solo llevan a sus espaldas el peso de los duros tratamientos, las operaciones y la incertidumbre, muchas mujeres con cáncer de mama pueden sentirse doblemente inseguras ante intervenciones como la mastectomía o la pérdida del cabello, algo que socialmente se relaciona con la feminidad. En este sentido, las autoras creen que esta enfermedad "tiene mucho de duelo porque sea cual sea tu diagnóstico, has de afrontar que una parte de ti se va a quedar en el camino".
Aparte de las secuelas físicas, las dos admiten haber cambiado tras pasar la enfermedad, de la que ya están curadas. "He aprendido a pedir ayuda, a aceptarla y a dar las gracias", dice Paka. Por su parte, Mabel afirma que "antes ya era disfrutona, ahora lo soy aún más y también, creo, me ha hecho ser más paciente". No obstante, ella se resiste "a que se me siga considerando paciente oncológica el resto de mi vida".
"Yo tuve un cáncer y ahora tengo un tratamiento preventivo, pero el tumor ya no está en mi cuerpo. No quiero que pase como con las mujeres víctimas de violencia de género, que son etiquetadas por la sociedad como víctimas eternas. Definir a alguien por haber sufrido el machismo limita a las mujeres, les impide seguir con sus vidas. Yo quiero que avancemos todas libres", sentencia.