'La prostitución es violencia sexual': el duro relato de Amelia Tiganus que reivindica su abolición
La activista y fundadora de Emargi y el Movimiento Abolicionista del País Vasco cuenta su experiencia durante cinco años de prostitución y da las claves para entender el movimiento que defiende "por todas esas niñas y mujeres".
22 septiembre, 2021 02:33Noticias relacionadas
"No puedo negar mi parte puta. No puedo negar la huella que dejó en mí. Ni puedo, ni debo, ni quiero. La transformo en algo revolucionario", afirma la activista Amelia Tiganus (Rumanía, 1984). Tras vivir de primera mano los horrores de la prostitución, descubrió el feminismo, que la liberó y a la vez la empujó (por la obligación moral que sintió) a hacer activismo. El resultado de este viaje de vida lo recoge en su libro La revuelta de las putas. De víctima a activista (Penguin Random House), una obra que está revolucionando las redes.
Huye del calificativo exprostituta porque como ella explica "nunca llamaríamos a una mujer que ha sobrevivido al maltrato de su pareja 'exmaltratada' por el resto de su vida, porque eso también estigmatiza e impide un desarrollo pleno de la (auto) percepción en el mundo"; y defiende la corriente feminista abolicionista además de oponerse al feminismo liberal.
El libro recoge por una parte la experiencia de Tiganus durante sus cinco años de prostitución, y nos ofrece una reflexión profunda y crítica sobre esta institución. "Es mucho más sencillo fabricar putas orgullosas que activistas feministas" afirma la escritora, que habla sin pelos en la lengua sobre su oposición a la corriente defensora de la prostitución dentro del feminismo.
Activismo feminista
En los últimos años se ha escrito mucho sobre prostitución, como respuesta ante el alarmante problema que supone para las mujeres. Desde los textos de Ana de Miguel, pasando por los de Rosa Cobo, Sonia Sánchez o Victoria Sau, ideas que comparten espacio con las de otras autoras como Virginie Despentes.
"Será la revuelta de las putas la que propicie el fin del patriarcado", exclama Amelia Tiganus en su obra, donde define el prostíbulo como un campo de concentración, sin mujeres felices. "Las únicas putas felices las he conocido una vez fuera y están todo el día en las redes sociales defendiendo la prostitución". La autora denuncia que en su opinión "el privilegio de unas pocas es el yugo de todas las demás, porque su discurso es el mejor marketing, la mejor publicidad para que la rueda de la prostitución siga girando".
En su libro es directa, habla alto y claro, ya no tiene miedo a decir lo que piensa. En él afirma que los puteros pagan por mujeres sin alma, sin deseo, como ella dice "pagan por follar con muertas". También nos relata que quiere dejar de ser la víctima, "la superviviente, la violada, la exprostituta, la puta, la rumana que da su testimonio".
Y, aunque entre sus páginas podemos encontrar algunas vivencias realmente duras, también hay un hueco para el positivismo y una solicitud clara por parte de la autora: "Eroticemos el buen trato y la empatía. Hasta que se nos mojen las bragas de pensarlo. Hasta que los hombres se empalmen por vernos como humanas", escribe.
De Rumanía a España
"En Rumanía primero me topé con los hombres acosadores, después con los violadores y luego con los proxenetas (muchos de ellos son también violadores que escogen a niñas para violarlas, quebrarlas y luego venderlas: la fabricación de putas y la violencia patriarcal son inseparables)", relata Amelia Tiganus.
Lejos de parecer un infierno fuera de nuestras fronteras, Tiganus nos aporta datos e información altamente preocupante sobre nuestro país. "En España y en el resto de los países europeos la mayoría de las mujeres prostituidas son de origen rumano. Somos la mercancía más barata y más fácil de trasladar", explica. Lejos de quedarse ahí, también destapa que "España es el mayor consumidor de prostitución de Europa: cuatro de cada diez hombres son puteros; ocupa el tercer lugar a nivel mundial, después de Tailandia y Puerto Rico".
¿Víctimas o empoderadas?
El debate sobre la legalización de la prostitución sigue sobre la mesa, más aún dentro del movimiento feminista donde se aprecian con más firmeza las posiciones contrarias. "Enfrentar el sistema prostitucional basándose en el consentimiento individual de las mujeres es una muestra de cómo el machismo se sirve del neoliberalismo para vaciar de contenido un bagaje intelectual muy pesado en cuanto a la izquierda se refiere", afirma Tiganus.
La autora explica en su "revuelta de las putas" que para escapar del horror del prostíbulo, se disoció de sí misma en un método de adaptación a la "violencia infinita de la degradación". Además, Amelia habla sobre el "colonialismo sexual" que está presente en esta industria donde la raza y la clase social son dos factores determinantes.
Por esta razón, decide poner el foco en el papel del putero que define como "un hombre machista que hace uso de sus privilegios, el dinero y el poder, para satisfacer sus deseos, sin tener en cuenta la condición humana y la vulnerabilidad de las mujeres prostituidas y sus circunstancias".
La autora va más allá y clasifica a dichos hombres en categorías, desde el putero majo hasta el putero macho, este último caracterizado por "su masculinidad tóxica patriarcal" y que disfruta "cuanto más dolor, humillación y miedo te hacen pasar", según su experiencia.
Feminismo abolicionista
Para Amelia Tiganus era esencial poder definir el concepto de feminismo abolicionista, ya que su libro quiere dar a conocer las claves de este movimiento. "Hablando del poder de la palabra, quiero aclarar aquí algo que las feministas abolicionistas reivindicamos: la prostitución no la ejercen las mujeres, la ejercen los proxenetas y los puteros, los hombres que prostituyen a las mujeres y niñas atrapadas en este sistema prostitucional. No al revés", aclara.
Un movimiento que algunas ramas del feminismo en España no aceptan como parte del mismo, una situación que la autora denuncia en alguna de sus páginas. En un momento en el que la prostitución sigue presente con fuerza en España y el resto de Europa, parece que el feminismo interseccional es más necesario que nunca. Un feminismo que arrope a todas, y que escuche de forma atenta las experiencias de vida de las más afectadas.