Para las guisanderas asturianas la cocina es su segunda casa. Elaboran diariamente los platos tradicionales más emblemáticos y alimentan con ellos, no solo a sus agradecidos comensales, sino la cultura de su tierra. Un trabajo representado mayoritariamente por mujeres que requiere mucho tiempo, esfuerzo y conocimiento de la gastronomía ancestral, que reivindican desde hace más de 20 años en el Club de Guisanderas de Asturias.
"La gastronomía y la cocina son cultura. Cuando miras un mapa de España y te pregunto por Valencia, ¿en qué piensas? O si te pregunto por la comida de Andalucía, vas a pensar en un gazpacho o un pescaíto frito. Lo mismo si te hablo del embutido que se come en Cataluña o en los productos típicos de Extremadura. Todos tenemos un nombre para esas cosas y ese nombre, gracias a Dios, perdura", afirma Amanda Álvarez, presidenta del Club de Guisanderas, a MagasIN.
Amanda, ya jubilada, trabajó más de 35 años como hostelera, fue una de las fundadoras del Club, que se creó en noviembre 1997, y lleva casi 22 años como presidenta. "Estoy intentando que las jóvenes cojan las riendas, pero es verdad que tienes que estar muy liberada porque el tiempo que me lleva a mí el club solo lo sé yo. No echo nada en cara a nadie, soy súper feliz, pero es difícil".
La idea de crearlo surgió de forma muy espontánea y, curiosamente, de la mano de un hombre: Pepe Díaz, por entonces presidente de Hostelería de Asturias. "Estábamos preparando el primer Congreso de Hostelería en Oviedo y después de una larga reunión para coordinar todo lo que había que hacer nos fuimos a cenar a un restaurante. Cenando allí éramos hosteleros, amigos y compañeros. Entonces surgió que un niño que llevaba un matrimonio no quería cenar en el restaurante, quería ir al de su abuela porque le iba a hacer los formigos, un plato ancestral dulce. Pepe empezó a decir: 'Mira este nene, que se quiere ir con la abuela, cuando falten las abuelas... ¿Por qué no salís y veis más cocinas, compartís...?".
La presidenta del Club de Guisanderas explica que en esa época "los que salían eran los hombres, no porque hubiese un tabú, sino que se daba que por la edad teníamos hijos pequeños y a lo mejor teníamos que ir a una reunión del colegio en lugar de a una donde se iba a hablar de platos. Ese era el rol, que gracias a Dios está cambiando".
Profesionales y amigas
A partir de esa idea de Pepe, varias guisanderas empezaron a hablar de la posibilidad de formar un club y rápidamente se pusieron manos a la obra. En total, lo fundaron 13 profesionales -aunque desde hace años son unas 40 guisanderas- lo fundaron con el objetivo de expandir la gastronomía asturiana y reivindicar "el trabajo de la mujer fuera de casa". "El primer objetivo era ser amigas entre nosotras, porque hubo personas que estaban equivocadas y querían ganar dinero o dar su restaurante a conocer a través del Club, pero es sin ánimo de lucro".
Sin darse cuenta, se convirtieron en unas pioneras gracias al fomento de esa red de trabajo y amistad entre mujeres. "Sobre la reivindicación de la mujer te voy a decir una cosa, lo que queríamos hacer era reivindicar el trabajar juntas, el compartir. Cuando presentamos el segundo libro de recetas la alcaldesa de Gijón nos dijo: 'Sois las primeras feministas dentro de la gastronomía que quisisteis sacar a la mujer a la vista'. Yo le contesté que eso lo hicimos sin querer, que lo que queríamos era reivindicar el trabajo y decidimos estar unidas para poder juntarnos, pero no pensando en nada feminista, aunque lo apoyamos".
Desde entonces, han organizado congresos, han viajado a distintos puntos de España para mostrar las recetas tradicionales, han publicado varios libros de recetas... "Hacemos jornadas, hablamos y compartimos allí donde surja. Por ejemplo, vamos a Alicante porque quieren hacer unas jornadas asturianas, pues genial; o vamos a FITUR a Madrid o a un restaurante en Las Palmas de Gran Canaria donde todos los años hacen las jornadas asturianas y quieren que vaya una guisandera... Ese es nuestro cometido".
Todo ello, sin cobrar, con el único interés de difundir sus tradiciones para que no se queden en el olvido. Por eso también otorgan anualmente el premio La Guisandera de Oro a "una persona o entidad que promociona y que vive la cocina asturiana, la gastronomía, que lucha por ella". Un galardón que concedieron a Pepe en 2010 porque "si él no estuviese, no existiría el club".
Medalla de Asturias 2021
Su labor les ha hecho merecedoras de multitud de reconocimientos. El último, la Medalla de Asturias 2021, que para Amanda es un gran motivo de orgullo. "Mira, nos lo dijeron oficialmente en agosto y lo recibimos en septiembre, pero aún no lo tengo asimilado, porque somos muy pocos los que lo tenemos en el mundo. Que la tengamos nosotras me parece muchísimo. Nos recibió en audiencia en los Premios Princesa de Asturias la Reina y vio nuestros libros. De verdad, es que te sientes orgullosa porque es eso, el amor de las mujeres de toda la vida, con los guisos y con todo", cuenta emocionada.
Amanda también agradece que incluso los chefs con Estrella Michelin "reconozcan nuestra valía". "Muy mal vamos a disociar una fabada si no la sabemos hacer y si no sabemos hacer el compango, si no podemos hacer el chosco o adobar los huesos. Eso no viene en botes, hay que hacerlo. De ahí nuestro lema: El secreto de la cocina del futuro está en las recetas del pasado. Está todo inventado y lo que viene detrás no tiene más remedio que basarse en eso".