Las mujeres han tenido que luchar durante muchos años para lograr derechos tan básicos como el del trabajo. Hasta los años 70 del siglo pasado, en España, eran muchas las que se veían obligadas a abandonar sus puestos una vez se casaban o tenían que pedir permiso a sus maridos para trabajar. Pero siempre ha habido algunas rebeldes que no se han conformado con lo establecido.
En 1969, y ante la imposibilidad de ser contratadas tras pasar por el altar, 17 mujeres decidieron unirse y crear su propia empresa. Así nació Auzo Lagun, una cooperativa radicada en Mondragón (Guipúzcoa), dedicada al servicio de limpieza y de restauración.
Lo que empezó siendo un pequeño negocio para que estas mujeres pudiesen seguir en el mundo laboral y mantener su independencia económica ha evolucionado hasta convertirse en el Grupo Ausolan. Con más de 50 años de historia, el grupo factura 230 millones de euros al año, cuenta con más de 13.000 profesionales y presta sus servicios por toda España, el sur de Francia y Chile.
Las leyes que en España impedían a la mujer trabajar una vez casada fueron cambiando con los años. Por ejemplo, según los documentos de la Universitat de Barcelona, el artículo 4º de las "medidas mitigadoras" del decreto ley de 31-12-1938 prohibía el trabajo de la mujer casada "a partir de determinado ingreso del marido".
Más tarde, en los Reglamentos Nacionales de Trabajo del 27-12-1939 se estipulaba directamente que "la mujer debe cesar en su trabajo al casarse". Finalmente, las Regulaciones Laborales de 1942 indicaban también que "la mujer, al casarse, deja su puesto y a cambio recibe una dote nupcial".
Esta última era la que todavía se aplicaba en los años 60, pese a que ya era una norma desfasada. "En el año 69 ya era una inercia. La norma franquista era anterior, lo que pasa es que al final la cultura seguía operando en ese momento. Por eso cuando se casaban la empresa les pagaba un finiquito por los años trabajados estando soltera. Luego, a raíz de ese movimiento de mujeres las empresas dejaron de actuar así", explica María Martín, presidenta de la Fundación Ausolan.
"Estas 17 mujeres lo que dijeron es: 'No queremos dejar nuestros puestos de trabajo, seguimos siendo válidas'. El sacerdote José María Arizmendiarreta, que fue el precursor del cooperativismo en Mondragón, las ayudó para que fundaran su propia empresa. Entonces empezaron a trabajar en la parte de restauración en comedores, dando de comer a las instituciones y empresas de la zona, y de limpieza".
Contratación de hombres y solteras
Pese al éxito que lograron las fundadoras y todas las compañeras que se unieron posteriormente, estas mujeres tuvieron que enfrentarse a las reticencias, y más de una vez discusiones, de sus maridos y personas del pueblo que no veían con buenos ojos que no dedicasen el 100% de su tiempo a su familia.
Para poder conciliar el trabajo y las tareas del hogar, una situación a la que aún se enfrentan muchas madres trabajadoras, todas trabajaban media jornada. Es más, en 1972 lograron otro hito: crearon la primera guardería laboral de España para facilitar el cuidado de los niños durante la jornada laboral.
"La guardería tenía un concepto un poco distinto al que ahora tenemos y es que también tenía médico, era como una zona de cuidados infantiles. Todavía sigue funcionando y ha entrado dentro de la red de Educación de la zona", cuenta López.
Una década después de su fundación, en 1979, Ausolan experimentó otro cambio: contrató al primer hombre. "En base a los estatutos de la cooperativa, que es el marco normativo que opera en la empresa, había una discriminación positiva hacia la mujer, solo podían contratar mujeres y que estuviesen casadas. Como fue creciendo el negocio llegaron a comprar una planta productiva y vieron que necesitaban una persona de mantenimiento. No había disponible ninguna una mujer en ese momento debido a las formaciones, así que tuvieron que contratar al primer hombre".
"En ese momento también se dieron cuenta de que del año 69 al 79 el contexto social había cambiado, las mujeres habían conseguido ser contratadas pese a estar casadas y habían conseguido beneficios sociales. Así que decidieron quitar esa parte de discriminación positiva para contratar a hombres y mujeres solteras, y empezó a normalizarse la igualdad".
La Fundación Ausolan
En este más de medio siglo de historia, Ausolan ha destinado cada año el 10% de sus beneficios a fines sociales y ahora trabaja en la formación de su Fundación para "ordenar" esas acciones y tener un plan concreto a seguir.
"A lo largo de los años hemos ido trasladando los fondos irregularmente, no siempre a un proyecto o asociación concreta. Hace un año y medio empezamos a pensar en cómo ordenarlo para que ese 10% que dedicamos a la sociedad tenga un mayor impacto y también centrarlo en nuestro sector, la restauración y la limpieza".
El Grupo ha puesto al frente de la Fundación a Amaia Agirre, tecnóloga de alimentos y con más de 20 años de experiencia en la empresa y también se ha encargado de diversos proyectos de innovación; y a María Martín, directora comercial de la división de limpieza y que ejercerá de gestora.
Ausolan todavía conserva ese espíritu de lucha por la igualdad y más del 95% de sus trabajadoras son mujeres, que ocupan todo tipo de puestos desde los más bajos hasta cargos de dirección. Por eso, entre los objetivos de la Fundación destaca el Proyecto Oportunidades, destinado a formar a las mujeres para que estén en "igualdad de condiciones" y puedan acceder a puestos generalmente ocupados por hombres.
"Como dice nuestra directora social, nuestra empresa es el ejemplo de que en la sociedad existe una desigualdad. La mujer es la que principalmente ocupa puestos de trabajo que son o de menos horas al día, con jornadas parciales, siempre como si fueran un complemento al sueldo principal de la casa, y vinculados a la economía sumergida. Ahí es donde queremos incidir, que la mujer se vaya capacitando para poder acceder a un empleo digno, fuera de esa economía sumergida", explica Amaia Agirre.
Más allá de los puestos directivos, que para María "es donde hay más desigualdad y más trabajo tenemos que hacer a nivel social", el Proyecto Oportunidades abordará cargos de distintos niveles "para conseguir llegar al mercado laboral en las condiciones que esa mujer quiera y necesite".
"Por ejemplo, de personal de mantenimiento para una planta productiva, transportistas, carretilleros... Son puestos igual más básicos en los que tradicionalmente hay más hombres y parece que por defecto son más aptos para ello", apunta Amaia.