Adriana Casillas siempre pensó que se dedicaría a la música. Licenciada superior en Música Clásica y Contemporánea, la violonchelista salmantina formó parte de grandes orquestas e incluso se mudó a Estados Unidos para seguir con su formación. En 2009 decidió volver a España, pero al llegar vio un panorama poco prometedor en su sector. "No me gustó absolutamente nada lo que vi que estaba pasando dentro de la industria de la música clásica", explica. Pensó que quizá era hora de cambiar de rumbo, y vaya si lo hizo. Guiada por su interés en la lucha contra el cambio climático, decidió lanzarse y cofundar Tebrio una empresa pionera de cría de insectos que revolucionaría el sector agroalimentario.
Por el Día de la Mujer Emprendedora, que se celebra este viernes 19 de noviembre, Adriana Casillas, CEO de Tebrio, explica a MagasIN el camino que siguió hasta posicionar a su empresa como líder en el mercado de cría de insectos. Porque no todo pasó de la noche a la mañana.
Primero formó equipo con su socio Sabas de Diego, un ingeniero químico que dirige el departamento de tecnología de la empresa, y ambos buscaron la forma de aportar valor al sector. "Por entonces él llevaba más de 10 años en la industria agroalimentaria y había detectado un gran problema dentro de la cadena de valor. Empezamos a darle vueltas al asunto y encontramos que podíamos desarrollar un proyecto dedicado a la cría industrial de insectos". Concretamente, del Tenebrio Molitor, también conocido como gusano de la harina. ¿El motivo? Que es una importante fuente de proteínas y aminoácidos, algo que el ser humano demanda cada vez más debido al aumento de la población mundial.
"En el año 2035 necesitaremos más de 200 millones de toneladas anuales de proteína animal". El problema, afirma Adriana, es que mientras "la población mundial crece exacerbadamente, el planeta no". A eso hay que sumarle el impacto del cambio climático, que "está haciendo que las cosechas sean cada vez más improductivas, ya sea por los fenómenos atmosféricos, por la elevación de las de temperaturas, por los problemas que se están ocasionando en los mares... Por ponerte un ejemplo: para conseguir un kilo de lubina se necesitan cuatro kilos de anchovetas, que se pescan en Latinoamérica. Para que yo pueda comprar una lubina de un kilo, tú has tenido que pescar cuatro de anchovetas, no tiene absolutamente ningún sentido".
Ante este tipo de cuestiones la comunidad internacional tiende a restringir la pesca, lo que provoca otro problema: "Si cada vez somos más, pero cada vez tenemos menos recursos naturales, ¿cómo nos vamos a alimentar?", se pregunta Adriana. "Por eso vimos que si conseguíamos producir esta nueva materia prima, la proteína procedente del insecto, a nivel industrial, podía ser una alternativa más. No es una cuestión de desbancar a otros, sino de crear una fuente más para esa demanda".
Para sacar adelante el proyecto, cursó un máster ejecutivo en Dirección de Empresas Agroalimentarias y, con su socio, se puso manos a la obra. En 2014 fundaron Tebrio y, mientras él se ha encargado del plano tecnológico, ella ha trabajado para gestionar la empresa y posicionarla hasta donde está.
Regulación del insecto
Han sido años muy difíciles en los que han tenido que desarrollar tecnología propia (cuentan con patentes que están registradas en más de 153 países), pero también promover cambios legislativos en la Unión Europea para poder comerciar con insectos. "La legislación es complicadísima y es que nosotros, al ser pioneros en esta cuestión, hemos tenido que ir abriendo todos los mercados dentro del sector. Todo va por regulación, tú no puedes introducir ningún alimento en la cadena alimentaria si no está aprobada porque es un delito sanitario".
Crearon la asociación MealFood Europe y comenzaron a trabajar directamente con la Comisión Europea. En 2017 consiguieron abrir el mercado de la acuicultura, es decir, usar los insectos para la alimentación de peces; y en septiembre de este año abrieron el marcado a la alimentación porcina y la avicultura. "Ha sido un camino muy complicado. Hay muchos años, investigaciones, trabajo legal y científico por detrás". Todo ese trabajo les ha dado frutos y actualmente desarrollan cuatro productos principales: abono orgánico para plantas, alimentación con proteína sostenible para mascotas, acuicultura, porcino y avícola y la quitina obtenida a partir de la cabaña del escarabajo para desarrollar un plástico biodegradable.
Y la pregunta del millón: ¿empezarán a producir alimentos de insectos para humanos? "Hace unos meses se aprobó el uso del Tenebrio Molitor para la alimentación humana en Europa, pero una cosa es que el insecto esté aprobado y otra que todo el mundo pueda empezar a venderlo", apunta Adriana. La CEO de Tebrio explica que por el momento el permiso lo tiene solo una empresa, y así seguirá en los próximos cinco años debido a la legislación europea. No obstante, asegura que "es un mercado que se acaba de abrir y actualmente el consumo de insectos para la alimentación humana es totalmente anecdótico en Europa".
Nueva fábrica en Salamanca
Hasta que llegue el momento en que se extienda más el consumo de alimentos de insectos en humanos, ellos seguirán centrándose en los productos para animales. Por el momento, todo apunta a que seguirán creciendo. Están trabajando en la construcción de su nueva fábrica que, como la actual, se ubicará en Salamanca, y tendrá cerca de 80.000 metros cuadrados. "Ahora mismo somos unos 20 y la previsión es generar unos 200 empleos directos".
Lo mejor de todo es que, pese a que su producción es completamente industrial, también es respetuosa con el medioambiente, uno de los objetivos que Adriana siempre había tenido en mente.
"Necesitamos un 90% menos de agua y un 90% menos de tierra cultivable para obtener la misma cantidad de producto que cualquier otro tipo de granja animal. Además, debido al insecto con el que trabajamos, no emitimos ni metano ni amoniaco, lo que ayuda tremendamente a reducir los gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera. Gracias a nuestra tecnología, que está en proceso de certificación, la próxima instalación tendrá una huella de carbono negativo. Eso quiere decir que será una actividad positiva para el medioambiente. Ahí se ve clarísimamente nuestro propósito y por lo que empezamos", cuenta orgullosa.
Directa al emprendimiento
Cuando echa la vista atrás, Adriana Casillas piensa que lo más difícil de emprender fue todo: tanto desarrollar la tecnología como conseguir financiación. Todo ello, unido a algunos momentos en los que se sintió menospreciada por ser joven, que no por ser mujer. No obstante, anima a todas las personas, mujeres y hombres, que quieran emprender, a lanzarse. "Hay que atreverse. En España tenemos una cultura de que si fallo todo el mundo me va a mirar mal, pero en realidad es todo lo contrario. El fallo es necesario para el éxito. Deberían sentirse orgullosos si fallan porque hay que intentarlo. Hay que tener miedo para que ser precavido, pero eso no te puede paralizar".