Hace años que las medias y productos compresivos dejaron de ser únicamente productos terapéuticos. Gracias a los nuevos diseños y materiales, estas prendas aúnan comodidad, estilo y, sobre todo, su principal función: mejorar la circulación de piernas cansadas o con varices, un problema que afecta principalmente a las mujeres. Ubicada en Lleida, la empresa española Medilast ha logrado posicionarse como líder de este mercado, ofreciendo productos de calidad y fabricados en nuestro país.
Actualmente el negocio lo dirige Mireia Rubio Marti, gerente de Medilast, junto con su hermana Susana Rubio Marti, gerente ejecutiva de la marca. Las dos crecieron rodeadas de estos productos y siempre supieron que querían seguir con el legado de su padre, fundador de Medilast. "Nuestro padre trabajaba con nuestro abuelo, que tenía una tienda de ortopedia. Él se dio cuenta de que todos los productos de elástico o tejidos venían de Italia. Entonces dijo: oye, para que lo fabriquen en Italia, voy a ver si lo puedo hacer yo", relata Mireia.
Su padre consiguió su primera máquina de coser "que le costó 30 mil pesetas", apuntan las hermanas, y "la puso en un cuartito en casa dónde vivían mis padres, que estaban recién casados". Su madre comenzó a fabricar las prendas mientras él se dedicaba a la venta. "Así empezaron y bueno, ahora somos una empresa con 139 trabajadores, 50 años de experiencia y primeros en el tema de fabricación de compresión y productos elásticos ortopédicos", cuentan orgullosas.
Licenciada en Económicas por la Universidad de Winthrop, Carolina del Sur (Estados Unidos), donde hizo el último año, Mireia lleva desde 2009 en la empresa. Es gerente desde hace cuatro años y antes de llegar a ese puesto pasó por todos los departamentos: desde la fabricación y el planchado de las prendas al departamento de compras y ventas. Por su parte, Susana estudió Psicología y se especializó en Recursos Humanos y Formación. Además, tiene un máster en Dirección y Gestión de Recursos Humanos.
"Durante los veranos venía también a trabajar aquí en el almacén. Al terminar seguí y luego me fui un tiempo a Estados Unidos para distribuir nuestra marca de productos de deporte. Llegó un punto en el que era más útil aquí en España que en EEUU y volví. Así que desde entonces llevo unos siete u ocho años", cuenta Susana.
A pesar de la expansión de la empresa en las últimas décadas, tanto Mireia como Susana aseguran que sigue siendo muy familiar. Y es que aún hay trabajadores que las conocen desde que eran unas niñas que visitaban a su padre en el trabajo. "Hay personas que llevan muchos años aquí con nosotros y cuando les digo alguna cosa me dicen: Mireia, si es que te conozco desde que tenías 5 años ya sé cómo eres. El otro día mismamente se jubiló una compañera que llevaba 41 años aquí".
"Yo ahora también tengo compañeros de trabajo que me dicen: es que tú viniste a mi boda, pero en la tripa de tu madre", añade Susana entre risas. "Eso también es bonito, el poder trabajar con gente que realmente te ha visto crecer".
Familia y negocios
Sin embargo, trabajar con la familia no siempre es fácil. Es más, Mireia adelanta que "es un drama". "Somos cuatro hermanas y las cuatro hemos intentado trabajar aquí, pero las otras dos dijeron que esto era insoportable. Yo aguanté desde el primer día y Susana entró un poco más tarde y aquí está, pero sí que es verdad que las otras dos se bajaron del carro", sostiene.
"Por una parte es tu jefe y por otra es tu padre. Al mismo tiempo, es la empresa de tu padre y tú la sientes como tuya. Encima mi padre, que es una persona brillante, tenía sus costumbres, pero es que los tiempos van cambiando. Por ejemplo cuando intenté introducir el correo electrónico me dijo que fuera, que él quería el fax y eso era una porquería. Entonces bueno, la empresa familiar es muy dura, pero bueno nosotras teníamos claro que era lo que queríamos hacer y pelea tras pelea hemos aguantado".
Su padre, de 81 años, lleva cuatro años jubilado y estas hermanas aseguran que entre las dos llevan mejor eso de trabajar con la familia. "Nosotras ahora estamos super bien, aunque ajustarnos nos costó", afirma Susana. "Mireia es la jefa. Cuando salimos de aquí es mi hermana, pero cuando estamos en la empresa ella es quien decide, ya está".
Productos preventivos
Sobre las prendas compresivas, las hermanas explican que se fabrican en España y con materiales españoles y europeos. Aunque se trata en algunos casos de productos terapéuticos no riñen con el estilo. "Tenemos la suerte de tener un equipo de investigación y desarrollo maravilloso. Con el paso de los años hemos podido ofrecer al mercado a los hombres y mujeres que lo necesiten, productos que además son bonitos, aunque hacerlo con una máquina medicinal es complicado".
Además, las hermanas animan a todas las personas a usar este tipo de prendas que facilitan la circulación en las piernas, ya que no son solo para aquellas que ya tengan problemas circulatorios, sino que pueden prevenirlos. "Hay tres tipos de productos: de clase uno, dos y tres. El tercero es para gente que realmente tiene problemas como operaciones de varices y úlceras varicosas, que es el más ortopédico. Luego está la clase dos que es para embarazadas, personas con mala circulación, con varices... La clase uno es la preventiva. Es un tipo de compresión que debería llevar todo el mundo porque previene que tengas varices, piernas cansadas, hormigueos en las piernas... Aquí en la fábrica todas las chicas llevan medias y sobre todo las preventivas".
Todos los procesos, subraya Susana, son "artesanales o manuales". Realmente solo se pasa por la máquina para la parte de la producción donde se mide la compresión. "Cuando la compresión ya es correcta va primero por unas máquinas de tejer calcetines, pero medicales, porque tiene que tener una compresión concreta. Luego se pasa al cosido de la puntera y se tiñe (porque todo se fabrica en blanco). Cuando se ha tintado se tiene que planchar y luego ya pasa a la confección en la que, por ejemplo, se cosen las dos piernas para hacer el panty o se añaden tiras de silicona en la parte de superior si se trata de una media larga. Por último, va el estuchado".
Todo ello, por supuesto, se realiza al mismo tiempo que estrictos controles de calidad, ya que son productos terapéuticos y deben seguir una serie pautas. "Por ejemplo si la persona que está encargada del tinte pone más temperatura de la debida, puede hacer que la aprenda se encoja y entonces varía la compresión. Por eso se van haciendo varios controles de calidad después de cada proceso", afirma Mireia.
Sobre el futuro de Medilast, tanto Susana como Mireia esperan seguir creciendo y, por ahora, "terminar el año sin pérdidas, porque el año pasado fue muy malo". "De todas las crisis hay una parte buena y es que los que quedamos estamos más fuertes. A nosotros nos están viniendo clientes que trabajaban con otras empresas que sí han cerrado por la pandemia o han disminuido su capacidad. Nosotros podemos decir que el verano vino muy fuerte, con muchos pedidos al exterior, a Francia, Alemania y Rusia...". Por eso su intención es seguir con la empresa para que dure otros 50 años más y, quién sabe, pueda emplear en el futuro "a 300 o incluso 500 personas".