La jurista María Luisa Balaguer: "El género es un término de excesiva apertura semántica"
La magistrada del Tribunal Constitucional publica un libro donde recoge los temas y reflexiones más importantes del feminismo español actual.
28 diciembre, 2021 03:41Noticias relacionadas
Con la llegada de un nuevo año, llega la inevitable tarea de hacer balance. ¿Qué se saca positivo y negativo del 2021? ¿Qué hemos hecho bien, regular o directamente mal? La reflexión ha sido también la gran tarea de la jurista y catedrática de Derecho Constitucional María Luisa Balaguer (Almería, 1953), que ha centrado gran parte de su carrera en la teoría de la interpretación de las normas jurídicas y los derechos fundamentales, poniendo el foco sobre todo en el derecho a la igualdad.
Tras ocupar diversos cargos de relevancia en Andalucía, en 2017 se convirtió en magistrada del Tribunal Constitucional de España, cargo que ocupa en la actualidad y que compagina con la escritura. Ahora, recoge en su libro El feminismo del siglo XXI (Editorial Huso) los temas que más afectan al movimiento feminista en la actualidad.
La prostitución, los vientres de alquiler o la influencia del movimiento LGTBI son algunos de los temas que encontramos en sus páginas, donde también realiza una prospectiva de cuáles serían los rumbos de una posible teoría feminista.
¿Cuáles cree usted que son los grandes retos del feminismo para este 2022?
El feminismo tiene una agenda de largo aliento. Desde la segunda mitad del pasado siglo, se desenvuelve en varias exigencias de la igualdad, desde la participación política a la laboral, y en el ámbito privado desde la reivindicación del derecho a no mercantilización de los cuerpos hasta la erradicación de toda forma de violencia simbólica.
La entrada de año siempre sirve para hacer balance. ¿Puede decirnos tres triunfos y tres derrotas de la mujer en la lucha feminista de este 2021?
Bueno, un año es muy poco lapso de tiempo para hacer una valoración de éxitos o de fracaso, pero si puedo valorar desde la perspectiva del tiempo se puede decir que el movimiento feminista está consiguiendo cada vez mayor visibilidad en la política y en la sociedad desde ámbitos profesionales y que desde la familia y el ámbito privado hay mayor resistencia a que se reparta la carga doméstica o a que se unifiquen los roles de las mujeres y los hombres en algunas situaciones sociales.
¿Cree que hay suficiente disidencia dentro del movimiento en España? ¿Hace falta más?
La disidencia en el movimiento feminista ha existido desde su origen, en lo que tiene de lucha por la igualdad, porque no todas las mujeres han considerado de igual forma esa diferencia. La más llamativa fue la que desde Italia y Francia se configuró como el feminismo de la diferencia, que intentó fórmulas distintas de acción política, y también una diferente consideración de la naturaleza de las mujeres.
Llegar a la igualdad desde la diferencia significaba un cambio mucho más revolucionario que el de la igualdad de oportunidades o la igualdad de derechos, porque no se quedaba en la forma actual de la sociedad, sino en una sociedad completamente nueva.
Uno de los temas de este año ha sido la problemática división dentro del propio movimiento, ¿cree que es mejor una unión compacta o es importante que haya diferentes visiones?
Depende de que tipo de acción se pretenda llevar a cabo desde el feminismo. Debe haber un consenso básico de que es necesaria la igualdad y de los derechos de las mujeres han de ser respetados desde una sociedad que tenga como finalidad la de que no haya discriminaciones en función de la pertenencia a uno u otro sexo.
En algunas cuestiones puntuales cómo cual es la estrategia concreta para llegar a esa igualdad, no se resiente el feminismo porque como toda organización de masas permite una cierta heterodoxia. Las cuotas electorales en su momento se consideraron por algunas personas que no serían muy útiles para la igualdad, pero el tiempo ha demostrado que la han hecho avanzar, o la posición acerca de la prostitución que se considera en algún sector como una actitud personal de las mujeres, en la que el estado no debe intervenir.
¿Cómo ve usted el debate en torno a la legalización o abolición de la prostitución en España?
Sobre esta materia he escrito mucho y desde hace muchos años. La necesidad de que se respeten los cuerpos de las mujeres y no estén sujetos a la mercantilización me parece propio de una justicia material que todos los estados deben procurar. La abolición de la prostitución me parece una consecuencia de esa exigencia. Una mujer no debe ser obligada a comerciar con su cuerpo, el cuerpo de las mujeres, como el de los hombres, debe estar libre de violencia, todas las personas han de tener derecho a su dignidad según el artículo 10 de la Constitución Española.
¿Y sobre los vientres de alquiler? ¿Por qué sigue realizándose esta práctica poniendo en contacto a parejas españolas con países extranjeros? ¿Hay alguna forma de regular o controlar esto?
De momento no es legal en nuestro ordenamiento y ha de procurarse que se regulen las situaciones que esta situación plantea, porque probablemente pueda ser objeto de mucho sufrimiento también por parte de personas que pueden tener unas expectativas que luego el derecho no las permita. En este caso, es el contexto internacional el apropiado para regular y controlar estas situaciones. No se me oculta que es un problema complejo, pero es importante abordarlo desde donde las posibilidades jurídicas lo permitan.
Su trabajo y obra ha estado muy vinculado siempre a la perspectiva de género, ¿por qué cree que es importante teorizar sobre ello en el siglo XXI? ¿Qué están aportando las nuevas voces?
La teoría es muy importante si queremos conocer el mundo en el que vivimos. Es con la teoría como se puede explicar quienes somos y en que sociedad estamos. Y el feminismo como teoría lo que pretende es precisamente esto, preguntarse por las razones de la desigualdad entre mujeres y hombres e indagar en las causas para formular propuestas que terminen con una situación que ha sido históricamente injusta. Si hoy no se justifican algunas desigualdades, no solamente la de las mujeres, sino la social, la geopolítica u otras, es porque se han podido formular teorías que han llegado a esas conclusiones.
¿Cómo de importante es el feminismo jurídico? ¿Cree que tiene la relevancia o reconocimiento suficiente?
El feminismo jurídico surge al hilo de la Constitución Española de 1978 en España. Con una clara influencia de otros estados como los anglosajones, el derecho constituye un elemento uniformador de las personas desde el texto de una constitución normativa como la nuestra, que reconoce la igualdad como un derecho fundamental. De ahí surge el estudio de las posibilidades de desarrollo legislativo de la igualdad a través de leyes como la LO 1/2004 de erradicación de la violencia de género, la LO 3/2007, de igualdad entre mujeres y hombres. Su relevancia está ya en función de que los poderes públicos respeten y desarrollen esa normativa desde una mayor o menor voluntad política.
¿Cómo se decide cuando comienza y termina una ola? ¿Por qué opina que el punto de ruptura de la cuarta ola es el Metoo y la huelga feminista del 8M del 2018?
No creo en más olas que las de los mares, aunque haya autoras a las que respeto mucho que trabajen esa semántica. El movimiento feminista en el estado español ha evolucionado desde un feminismo indiciario de mujeres que escribían ya obras feministas con anterioridad al siglo XIX y se encontraron solas en esa aventura hasta hoy, y esas etapas están igualmente seguidas de logros y regresiones en función de las políticas del estado. Puede decirse que el sufragismo inicie una movilización importante en el primer tercio del siglo XX en España y luego en etapas sucesivas las mujeres han ido alcanzando una mayor igualdad en derechos y presencia social, hasta que el Metoo inaugura la etapa actual en lo que tiene de universal y de masivo. Las redes sociales favorecen esa universalización y permiten que el movimiento se contagie de una conciencia colectiva que reacciona a nivel mundial.
Usted es partidaria a eliminar el concepto de género, ¿por qué?
Creo que es un término de excesiva apertura semántica para dar cuenta de la diferencia sexual. La diferencia entre sexo y género apunta a la referencia biológica del sexo y la del rol del género, pero su utilización indistinta hace que tengamos problemas de delimitación conceptual que aconsejan su delimitación. Más allá de eso no se puede eliminar una palabra que se quiera utilizar con todo el derecho hasta para calificar la diferencia de los tejidos en sus formas y texturas.
Después de esta extensa reflexión convertida en libro, ¿cuáles son sus deseos para este nuevo año 2022?
Que se siga avanzando en la igualdad, no solo del feminismo, también en la justicia social, en la realización de los derechos fundamentales y su protección.