'Cuento de invierno' en el país del verano perpetuo: Victoria Tardón y la solidaridad en Kenia
La abogada Victoria Tardón lidera el programa 'Designing dreams' de UNODC Youth en Kenia para niñas y niños rechazados por la sociedad.
10 enero, 2022 01:10Noticias relacionadas
“To unpathed waters, Undreamed shores” [A aguas inexploradas, costas inimaginables]. El estado de WhatsApp de Vicky Tardón (Madrid, 1991) es, al mismo tiempo, paradójico y simbólico.
Paradójico porque se trata de una frase de Cuento de Invierno, de William Shakespeare, pero ahora vive en un país en el que no existe el invierno, sólo cielos despejados y dos temporadas, una seca y otra húmeda. Y significativo porque en esta obra el dramaturgo describe precisamente la ocupación actual de Vicky: cómo la política debe entenderse en términos de influencia, no sólo de centros geográficos y límites con reglas territoriales.
“Sí”, contesta animadamente por teléfono, “es una frase de Shakespeare que resume mi forma de vivir, que es la que me llevó a Kenia”. Cuando Tardón era una niña pequeña y le preguntaban qué quería ser de mayor, respondía inmediatamente que “aventurera, siempre he querido explorar lugares, recorrer caminos inexplorados y aportar de mí el máximo posible en esas nuevas aventuras. Eso es lo que espero hacer el resto de mi vida”.
Educación en la solidaridad
No es el primer viaje ni la primera estancia de Tardón fuera de su país. “Llevo viajando desde pequeña, conociendo el mundo al lado de una mujer, mi madre, que me ha enseñado a viajar muy bien, a ser humilde, a ir con los ojos bien abiertos, a descubrir y a pensar antes de creer que debes cambiar algo”.
Muchas veces, afirma, “cuando llegamos a un sitio nuevo, si nos cuesta entender lo que vemos tenemos el impulso de querer cambiarlo. Pero la primera reflexión de quien viaja mucho es que, si no entiende algo, no debe intentar cambiarlo inmediatamente, sino esperar un poco”. Ella explica a MagasIN que su madre, primera presidenta de la Sección 27 de la Audiencia Provincial de Madrid, es una mujer muy involucrada contra la violencia de género y que sus valores le han marcado en su educación.
Osada y con fortaleza, Tardón comenzó a colaborar con APRAMP con dieciocho años, y ahí, a ver la realidad de la explotación de esas mujeres. “Me cambió muchísimo el chip y me hizo ponerme un propósito en mi vida. Me dije a mí misma: ‘De ahora en adelante voy a intentar dedicarme a algo que esté relacionado con proteger a las personas más vulnerables de la sociedad’. El colectivo en el que he visto más atrocidades es ese, el de las niñas y mujeres”.
Un largo abrazo
Uno de sus primeros recuerdos en esa ONG es algo que sucedió en los primeros días en los que fue voluntaria para APRAMP, colaboración que se extendió más o menos un lustro.
“Empecé ayudando con actividades de ocio saludable para las chicas y me sorprendió la confianza que me dieron porque me encomendaron directamente encargarme de un grupo de tres chicas. Rocío me dijo ‘dais un paseo, hay exposiciones, se trata solo de estar con ellas’. Al principio era un poquito tenso porque son personas a las que les cuesta confiar, pero al tercer día se empezaron a abrir un poco conmigo, a contarme sus experiencias vitales. Cuando terminó su historia una de ellas, me salió darle un abrazo y la forma en la que me lo devolvió, sin soltarme… A mí nunca me habían abrazado así y me enteré de que a alguna gente le daba asco tocarlas y las trataban como mujeres sucias. Me pareció increíble que ellas, que no es que fueran trabajadoras sexuales, sino que habían sido engañadas y explotadas, encima de todo eso, la sociedad las siguiera tratando con desprecio”.
Para Tardón, una de las razones para entender esas actitudes es que vivimos en “un momento de cambio, somos una sociedad desensibilizada. Vimos las Torres Gemelas caer, hemos escuchado desde pequeños en la televisión casos muy rocambolescos, estamos más expuestos a la brutalidad que nunca, las historias truculentas no nos tocan”.
Pasaporte a Kenia
Tras su doble licenciatura en Derecho y Administración de empresas y una estancia en París, regresó a Madrid con la intención de dedicarse a lo social. “A mí lo que me importaba era el servicio a la comunidad, quizá porque es lo que he vivido en casa”. Así empieza su camino con la ONG THRibune, “ayudando con una primera acción de recaudación en España para un proyecto en Kirigiti. Recaudamos mucho dinero a través de amigos, contactos, fue un éxito”.
“Nunca me habían abrazado así y me enteré de que a alguna gente le daba asco tocarlas y las trataban como mujeres sucias”
Poco más tarde “fue Cruz Sánchez de Lara -vicepresidenta de EL ESPAÑOL-, una persona muy comprometida, la que me animó a nivel personal a viajar a Kenia la primera vez. Y ese viaje, aparte de muy emocionante, fue complicado porque enseguida entendí lo que iba a ser cooperar internacionalmente con un Gobierno con un sistema que funciona de una manera muy distinta”.
Los vientos del Monzón dominaban Nairobi cuando Tardón llegaba a una reunión “con la agencia de la ONU con la que colaboro ahora”. Tras ser nombrada supervisora del programa que internamente denominan Designing dreams [Diseñando sueños] de UNODC Youth, vio la posibilidad de lograr cambios desde esta posición numerosos avances en un país que está lentamente evolucionando. “Enseguida empezamos a tener reuniones con todo el mundo, a presentarnos a todos los miembros del gobiernos y las agencias gubernamentales”.
“No tengo grandes necesidades”, explica Tardón, “soy vegetariana, lo cual simplifica el tema de la alimentación. En Nairobi hay multitud de personas de muchos países y no he encontrado mucha dificultad en acostumbrarme a los cortes de electricidad, con tener velas es suficiente; a los cortes de agua, con aprovisionamiento en la cocina… Y a que no exista el invierno”.
Sin embargo, la mayor complicación en el país del verano perpetuo, que toma el nombre de la segunda montaña más alta de África, “es conciliar cada día en mi ocupación el estándar europeo de legalidad de garantías jurídicas, con la otra manera de funcionar del sistema keniano”. Especialmente en los años de la Covid-19, en los que “hemos tenido varios confinamientos y, por cada ola, días y semanas en los que estuvimos cerrados, con una prohibición de reuniones y cuarentenas. Ha sido un año complicado, pero estamos avanzando”.
Diseñando sueños, deshaciendo pesadillas
Sin entrar en detalles concretos, para Tardón es absolutamente demoledor ver de primera mano cómo “lo que ocurría en Madrid con aquellas chicas que habían llegado a nuestro país ocurre aquí con muchas niñas, ¿cómo podemos estigmatizar a las víctimas de agresiones brutales? Piensa en eso sólo”. Vivir esto cuando se trata de la tierna infancia y a tu alrededor es “muy doloroso, pero parte de nuestro trabajo”.
Su proyecto, para niñas y niños en conflicto con la ley, tiene que ver con el hecho de que en Kenia “si tu hijo comete una infracción siendo menor, te quitan la custodia. Así que encuentras en la calle niños apaleados, abusados… La mendicidad es un delito, así que un niño que está en la calle se lo llevarán también”.
Estos niños rechazados por la sociedad, “cuando asisten a un centro de rehabilitación, pueden seguir estudiando, eso significa devolverles un sentimiento de ciudadano que no tienen. Fíjate que en el momento de llamar a sus familias, nos encontramos a menudo con parientes que no aparecen o que no quieren a esta niña o niño en casa… o que amenazan con que si vuelve la matarán”.
Un caso reciente alude a “una niña de trece años embarazada, cuya abuela no la quiere en casa y que termina casándose con su violador porque es lo único que puede hacer para sobrevivir”.
“Nuestro trabajo no es solo rehabilitar a un niño. Eso en realidad es muy fácil porque los niños son esponjas y, a esa edad, cuando ven un poco de luz van a ti. El problema no es la rehabilitación en sí, es el cambio de la sociedad. Algunas sociedades no entienden que estas niñas y niños, y en general cualquier persona, después de pasar por algo terrible no debe ser rechazada, sino ayudada. Ahí es donde más nos tenemos que centrar, en el cambio de mentalidad en la sociedad”.
Estar bajo el paraguas de la ONU ayuda a Tardón en su trabajo diario acercarse a “jóvenes parlamentarios que serán los que gobiernen en un futuro. Trabajamos a nivel continental, intentando abrir mentalidades, organizando paneles para el problema, influyendo para cambiar mentalidades”.
El mejor momento del 2021
“Yo diría que el mejor día de este año”, explica Tardón, “es el que fuimos a una reunión con el Ministerio de Trabajo y nos confirmaron que podíamos empezar a construir un centro para niñas en conflicto con la ley. Fue a principios de septiembre, después de ocho meses de gestiones, mails, cartas, meses de sentarnos con el ministro y su equipo”.
Se trata de un centro, por ahora, con capacidad para 20 niñas. “Un refugio, una casa intermedia para niñas que salen de los centros de rehabilitación estatales, y que no tienen ningún sitio al que ir”. Tardón recuerda que a menudo estas niñas “están riesgo de marginalización, y habitualmente su propia vida corre peligro. Para que no tengan que volver a sus casas si están amenazadas, estas niñas estarán un tiempo compartiendo habitaciones pequeñas, para que tengan sensación de hogar, hasta que puedan tener un trabajo”.
El presupuesto completo “ya se reunió (donaciones a través de THRibune son aún posibles en www.thribune.org), pero si llega más dinero nos gustaría construirles un sitio cubierto para gallinas porque la industria de los pollos es un sector allí en gran crecimiento. El primer consumo es la vaca y luego va el pollo, que necesita mucho menos dinero y menos agua, menos tiempo. Es una forma de que ellas aprendan una profesión y sostenerse a sí mismas el día de mañana”.
Para Tardón, “el empoderamiento de la mujer es genial, pero la liberación real viene siempre por la independencia económica, así que hablamos de establecerse, con mucha suerte, como costurera, carpintera, llevando una granja…”. Un sueño para 2022 sería, afirma Tardón, “ver inaugurado el centro”. ¿Cuándo? “En agosto o septiembre, es decir, durante el próximo invierno”.
La oportunidad de que esto ocurra será posible gracias a personas como Vicky Tardón, que dedican su tiempo, talento y esfuerzo diario en estas actividades in situ, algo que a veces le cuesta recordar a una sociedad obsesionada con la belleza de lo nuevo y lo exótico, y que sin embargo olvida la auténtica belleza de la utilidad.