“Esta entrevista es futurista, pero al revés”, conversa animadamente Juana Fernández Silva (La Coruña, 1970) mientras nos lleva de la mano por la historia de la tecnología reciente. En sus charlas a mujeres jóvenes y chicas interesadas en el ámbito STEM, siempre repite lo mismo: “Si tienes curiosidad y capacidad de aprender, es tu sitio”. Y recuerda una idea: en sus manos siempre se maneja “lo que será habitual en el próximo ciclo de implantación, de cinco a diez años”.
Esta ingeniera de telecomunicaciones estudió la mayor parte de su carrera en Vigo, excepto el último año, 1997, que se trasladó a Nápoles con una beca de la Comunidad Europea para concluir su proyecto fin de carrera con un trabajo que detectaba erupciones del volcán Etna con un radar satélite. Para ello, explica sin ninguna pretensión, “modelé nubes y cambios en las condiciones atmosféricas”. Estos primeros pasos en una tecnología de la predicción aún muy incipiente colocaron en su cabeza la idea de que “con mayor capacidad de computación, el futuro podría permitir generar predicciones muy exactas”.
Rol model
Hay que señalar que Juana es un auténtico rol model en su entorno, que denomina “estilo Juana” a una acción bien prevista y organizada con inteligencia. Tras su formación, tuvo un primer trabajo para una empresa de trenes en Italia y su responsabilidad fue, entre otras, el diseño de los sistemas de comunicaciones por radio del metro de Copenhague, que sigue funcionando con este sistema. “Me gusta ir allí y señalar las antenas: mira, esta antena sirve para esto y aquella para lo otro”, bromea.
A finales del año 1999 regresó a Madrid, justo cuando comenzaba el boom de la telefonía móvil. “Como experta en comunicaciones digitales, comencé a trabajar para Nokia en enero del 2000”, recuerda. Muy pronto, “el boom del GSM y el 3G me conectaron con el desarrollo de redes móviles. En esta empresa eran conocidos por sus teléfonos, pero yo entré en la parte de redes de comunicación. Recuerdo que era un equipo muy joven y que aún no sabíamos mucho de aquella tecnología que estaba llegando, era un panorama muy diferente al que vivimos ahora: sólo un 15% de los españoles tenía móvil”, ríe.
Los operadores de telefonía comenzaron a aparecer, Amena o Airtel buscaban proveedores de tecnología para montar sus redes y ella, “cuando contaba las soluciones que pronto podríamos tener o lo que se podría mejorar el uso de Internet con la red 3G, resultaba como ciencia ficción”. Recuerda concretamente organizar una simulación de cómo se podría ver la televisión en un móvil, con “un aparato de grandes dimensiones y una unidad móvil para simularlo en la puerta” y lo diferente que resulta ahora mismo “tener disponible un catálogo infinito de series en cualquier dispositivo”.
De México a la utopía del teletrabajo
Pregunta: Veo en su curriculum que aparece repentinamente México durante cinco años, ¿para qué fue allí?
Respuesta: Durante unos meses seguí en lo mismo allí, con Nokia. Después decidí formar una familia y estuve dos años embarazada, porque tuve dos hijos seguidos [sonríe], y decidí dedicarme a algo que me permitiera compatibilizar mejor esta etapa, así que fui profesora de tecnología en la Universidad de Monterrey.
"La responsabilidad del uso de la tecnología corresponde a las empresas, los gobiernos y a cada uno de nosotros"
Realmente entonces no fue un cambio de sector.
Muchas veces en las charlas que doy, algunas mujeres me preguntan sobre ese período: creo que fue bueno y me sirvió el hecho de seguir conectada a la tecnología. En la universidad pasaba el día investigando, leyendo y aprendiendo, no trabajaba activamente, pero sí seguía conectada con esa idea de “lo que viene”.
¿Le costó reengancharse al mercado laboral STEM?
Sí. Al volver a España en 2009 estuve un año entero haciendo entrevistas de trabajo y me planteé abrirme a otros mundos distintos.
Era la crisis del 2008…
Sí, así que ya sin verlo claro decidí abrirme puertas en cualquier empresa donde pudiera aportar, algunas de otros sectores. Afortunadamente por casualidad vi una una posición en Microsoft y apliqué.
¿Cree que el ser mujer hace más difícil a veces permanecer en ese sector?
Lo que sé es que en esta época llegué a estar en entrevistas en las que me preguntaban quién bañaba a mis hijos, la primera vez no, pero la segunda me levanté de la entrevista.
¿Y cómo fue su llegada a Microsoft?
Fue la primera vez que la persona que me entrevistó no me preguntó ni siquiera si estaba casada o soltera o si tenía hijos, así que decidí entrar ahí [sonríe]. Ellos en aquel momento buscaban alguien para iniciar un nuevo negocio, que se llamaba “nuevas formas de trabajo smart working”.
¿Qué era ese servicio?
¡El teletrabajo! Y fíjate que hablarle a las empresas de que sus empleados podían trabajar en remoto, antes de 2010 sonaba a locura. Sobre todo en lugares como España o Italia en los que había esa cultura de la presencialidad. Con un convencimiento personal, me encargué de abrir ese negocio, crear todo el canal porque era un negocio nuevo para Microsoft, hablarle a las empresas y a los grandes organismos públicos.
"Llegué a entrevistas en las que me preguntaban quién bañaba a mis hijos"
¿Cómo lo hacía?
Les contaba a los directores de RRHH de las grandes empresas y a los CEO, cómo hacer que sus empleados pudieran trabajar de forma eficiente desde cualquier lugar y en cualquier momento, haciendo compatibles todos los factores.
¿En ese momento no era una necesidad?
No, no lo era. Ni se imaginaba una situación como la actual: yo ya trabajaba en remoto y por objetivos, pero recientemente he visto cómo las instituciones a las que yo les contaba y me decían que era imposible, ya lo están haciendo.
¿El teletrabajo es lo mejor actualmente ya?
Pienso que hoy en día lo híbrido es siempre lo ideal.
Inteligencia Artificial
Juana recibe entonces y acepta un reto nuevo: le llega la oferta de la consultora Ernst & Young (E&Y) para dirigir la innovación en la planta 15 de la torre de Castellana, un hub de incipiente inteligencia artificial (AI, por sus siglas en inglés), que busca posibles aplicaciones de las tecnologías AI para las empresas y organismos públicos. “Estoy en este proyecto desde hace casi tres años con un equipo de expertos en el tema, desarrollando soluciones y explicando a las empresas cómo pueden aplicar estos avances a sus negocios”.
Es un antiguo jefe de Microsoft quien contacta con Juana desde desde Seattle “para que regrese a la empresa y me encargue de gestionar el negocio de E&Y y las big four [PWC, KPMG, Deloitte y E&Y] en Europa, Oriente Medio y África, a lo cual me he estado dedicando hasta hace poco, llevando el negocio de Microsoft con Strategic Partners, llevando nuestra tecnología a las grandes empresas”, explica. Ahora, su familia, que “nació en México y creció en España, continúa en EEUU”, explica irónicamente.
Pregunta: ¿En qué consiste su nuevo puesto en Microsoft en la sede Nueva York?
Respuesta: En liderar un equipo que promueve nuevas tecnologías: digital app innovation, creando un entorno de Microsoft para desarrollo de aplicaciones.
"Como dice el CEO de Microsoft, 'la inteligencia artificial sirve para hacernos a los humanos más inteligentes'"
Habla usted con naturalidad de este entorno de desarrollo de aplicaciones web nativas…
Sí, en un futuro, en vez de pedirle a un desarrollador que haga aplicaciones, los distintos departamentos de una empresa podrán generarlas desde un sistema propio. Y será fácil crearlas, que se actualicen y mantengan. Todo esto en el metaverso.
¿Puede poner un ejemplo?
Vamos a poder ver cómo se va a comportar mi aplicación con 10.000 empleados y con 100.000 empleados en el metaverso, usando un gemelo digital o digital twin.
¿Qué es lo que más ha cambiado desde que empezó a generar sus modelos hasta ahora?
Desde que modelaba nubes hasta ahora, sobre todo, el tiempo de computación. Para mis cálculos, dejaba tres días el proceso hasta ver el resultado, ahora mismo un procesamiento así no lo percibimos, tarda nanosegundos por la capacidad de computación, los infinitos ordenadores…
¿Existe realmente la inteligencia artificial?
Entiendo que te refieres a si tenemos un ordenador que sea inteligente. Si es esa la pregunta, lo que tenemos son ordenadores capaces de hacer actividades que hacen seres inteligentes. Los ordenadores son capaces de escuchar, hablar, ver y entender (en el sentido de leer un texto y hacer un resumen de un libro como Huckleberry Finn). Esos sistemas pueden aprender (sobre mí por ejemplo) y comprender (entender el significado).
Sigue siendo, se lo pregunto por tranquilidad, necesaria la presencia de un ser humano…
Si te refieres a esto, te diré que sí, la pregunta la haces tú y ahí es donde está esa decisión, basada en un criterio y unos datos. La máquina no “prefiere” algo a menos que tú se lo indiques y no tiene pistas a menos que le ingestes datos. Como dice el CEO de Microsoft, “la inteligencia artificial sirve para hacernos a los humanos más inteligentes”.
¿Esto no encierra un poco o un mucho de peligro?
No sé si conoces uno de mis libros favoritos, el titulado Tools and weapons, de Brad Smith. El ejemplo más básico es el de la escoba, es una herramienta o tool y es un arma o weapon. El avance de la tecnología es imparable: las responsabilidades del uso de la tecnología corresponden a las empresas, a los gobiernos e individualmente a cada uno de nosotros. Twitter es ambas cosas: un sistema que sirve para informarme o para hacer daño. A veces se habla de tres corrientes: China más relacionada con la prohibición y los límites, Europa con la regulación y EEUU con la libertad.
¿Hacen falta más mujeres en la tecnología?
En el metaverso hacen falta mujeres, eso no es discutible. En la tecnología que está detrás de estas nuevas posibilidades son necesarios equipos diversos en todos los sentidos. No pueden ser sólo formados por blancos, hombres de 40 años, sólo por el hecho de que estas tecnologías deben funcionar para cualquiera, y eso implica que la diversidad debe estar muy presente en su desarrollo.