La trayectoria profesional de Isel Rivero podría dejar asombrado a cualquiera, pero su compromiso con la lucha por las mujeres es aún más impresionante. Nació en La Habana (Cuba, 1941) y a los diecisiete años se mudó a Nueva York, donde estudió Sociología. Su vida profesional se ha desarrollado entre la poesía y las Naciones Unidas.
En una entrevista recogida en su último libro, Polaris (2021), Rivero explica que deja la isla tras darse cuenta de la marginación de los estudiantes, la persecución de los homosexuales, la censura y la vigilancia. “No iba a poder respirar”. Su situación de exiliada le ha pesado, pero no le ha perseguido. “Siempre fui una outsider, fuera y dentro de la isla”.
Antes de mudarse a Estados Unidos ya había escrito dos libros. Rivero recuerda haber escrito siempre, desde preadolescente. En 1959 fue cofundadora del Grupo Literario El Puente (Cuba) y en 1983 del instituto feminista Sisterhood is Global (Nueva York, Estados Unidos). Se instaló en España en 1996 para ocupar el cargo de directora del Centro de Información de la ONU.
Vocación de ayuda
Hablamos con ella y nos explica que a Naciones Unidas siempre se entra por un examen que ella superó. Pero ¿qué le llevó a presentarse? “Yo siempre tuve vocación de ayuda, lo sentí siempre”. Comenzó entonces su andadura por la ONU.
Los primeros años estuvo destinada en Nueva York, donde se encuentran las oficinas centrales. Empezó editando informes técnicos que llegaban a la sede desde diferentes partes del mundo. También trabajó traduciendo informes al español y redactando documentos que fueran menos técnicos, más accesibles. También hacía resúmenes de estos informes.
“Te familiarizas inevitablemente con lo que está pasando en los países donde están estos técnicos con los que trabajas, específicamente con Latinoamérica”. Después la escogieron para trabajar directamente con un técnico en proyectos de Latinoamérica desde la sede, ocupando un puesto que hoy sería similar al de asistente o secretaria técnica.
"Hay una mujer en una mesa y los hombres la devoran"
Por aquel entonces ya había escrito otro libro y recibió el visto bueno para una propuesta que envió sobre otro más. La escritura la lleva a abandonar las Naciones Unidas y es entonces cuando se muda a Europa. “Ahí escribo El banquete, entre Francia y España”. El banquete es un poemario que la autora califica como muy feminista: “Hay una mujer en una mesa y los hombres la devoran. Hay un diálogo importante entre la mujer y el hombre”.
Naciones Unidas, poco después, abre una oficina en Viena y les interesa el currículum de Isel Rivero. Se muda a Austria y continúa ampliando su experiencia profesional. Se empieza a dedicar a medir el impacto sociológico de la industrialización en países en vías de desarrollo. “Estuve allí 11-12 años y luego me llevan de nuevo a la sede (Nueva York), esta vez para trabajar en derechos humanos. Después me llamaron para trabajar en misiones de paz, en tareas de asesoría política”.
Feminismo desde de los libros
Paralelamente a todo esto, la ONU preparaba la I Conferencia Mundial sobre la Mujer (Ciudad de México, 1975). “Yo estuve muy involucrada desde el principio, abogando por los derechos de las mujeres, pero esto tiene un coste. Muchas veces tuve que dejar de lado la literatura para apoyar la militancia del feminismo”. Cuenta que formó parte del grupo de trabajo de apoyo secretarial cuando se montó la conferencia.
En este punto Rivero comparte una reflexión: “Todo en esta vida va en paralelo. Uno nunca puede decir ‘una persona es así’, no, una persona no es unidimensional, una persona abarca muchas cosas”. Comenta que está muy involucrada en los temas feministas, especialmente desde la Conferencia de México: “Viniendo de la sociología, te das cuenta del impacto de lo que es la igualdad de la mujer y sus derechos”.
Pero Isel Rivero era feminista desde hacía ya unos cuantos años. Recuerda que en los 60, después de haber leído una serie de textos de Simone de Beauvoir y Virginia Woolf, se fueron “aclarando sus ideas” y así conoció el feminismo. Recuerda que al terminar secundaria, su maestra de literatura le regaló Orlando de Virginia Woolf y está novela la dejó muy intrigada “porque no era solo un pasaje histórico de la historia de Inglaterra, sino que también era un comentario muy sutil sobre la situación de la mujer”.
"Todo en esta vida se entrelaza. Una cosa tiene influencia sobre otra"
Además, a su llegada a Nueva York establece una estrecha amistad con la viuda de un feminista de principios del siglo XX, quien la dirige mucho en las lecturas. “Todo es así, es la complejidad de la vida, porque todo se entrelaza, una cosa tiene influencia sobre la otra”.
Mujeres en Naciones Unidas
Pero algo muy importante, y posiblemente determinante, había pasado antes de la Conferencia de México.
Las mujeres profesionales de Naciones Unidas se reunieron para preguntarse por qué cuando una mujer superaba el examen de acceso el puesto que se le ofrecía era de ayudante o secretaria de un hombre.
Ahí empezaron a movilizarse. “Recuerdo que el lema que usábamos era ‘Don’t learn to type’ (no aprendas mecanografía) porque era lo primero que te preguntaban, no importaba que tuvieras una carrera o un máster”. Empezaron entonces a mover la idea de que las mujeres tenemos derecho a ser contratadas para el mismo puesto que los hombres si tenemos la misma formación y competencias.
Se empezaron a organizar pequeños grupos de activistas dentro de la ONU, en Ginebra, en Viena, en Nueva York… “Me acuerdo de un 8 de marzo en Nueva York, salieron todas de negro y se plantaron en la fuente de la entrada como protesta”. Este movimiento fue clave puesto que dio apoyo y fuerza a las iniciativas que se hacían fuera de la ONU: las mujeres empezaron a reivindicar las mismas condiciones de contratación y promoción que los hombres.
Las sinergias de las mujeres de dentro de Naciones Unidas y las diplomáticas permitieron que salieran adelante las Conferencias de la Mujer de México y Copenhague.
Pregunta: ¿Cómo reaccionaron entonces los hombres
Respuesta: Los hombres reaccionaron igual que siempre, a la defensiva. Creían que les íbamos a quitar el puesto. Es como los políticos aquí (España) que no quieren cuotas porque creen que las mujeres les van a anular… etcétera. El poder patriarcal, ya sabes, inamovible y hace falta mucho empuje desde abajo para poder sacudirlo.
P: Entonces, ¿cómo consiguen que las mujeres ocupen los mismos puestos?
R: Por la sinergia entre las mujeres dentro de la ONU y las mujeres en los cuerpos diplomáticos, que impulsaron la idea que elaboramos conjuntamente, era una especie de quinta columna. Por eso pusimos énfasis en que hubiese más trabajadoras. De todo esto sale el CEDAW (Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer), en Copenhague (1980).
Por aquella década se forma el instituto Sisterhood is Global, el primer think-tank internacional y feminista.
“De la Conferencia de Copenhague Robin Morgan sale con la idea de establecer una quinta columna, pero en firme. De identificar feministas de todos los países que dieran la versión real de lo que era la situación de la mujer en sus Estados". De esta conferencia también salió la idea de un informe paralelo, es decir, un documento que no solo cuenta con las versiones oficiales de los Gobiernos, sino que incluyen las perspectivas de ONG de mujeres y lo que piensan”.
P: ¿Cómo cree que ha evolucionado el discurso feminista desde entonces?
R: Muy bien [firme y rotunda]. Creo que las jóvenes han tomado las riendas de la iniciativa, lo ves en las calles, eso te da esperanza. Por ejemplo, cuando sucedió la gran marcha en Estados Unidos, las históricas no tuvieron que ir porque las jóvenes habían tomado el relevo (que ya era hora claro).
Isel Rivero publicó el pasado año Polaris. Muestra heterodoxa de poemas. 1959-2020, que es “la primera antología de su poesía, es una selección que revisita y toma en cuenta el conjunto de su obra”, señala la editorial española OléLibros con la que lo publica.
La poeta nos cuenta que ahora las poetas americanas y estudiosas de lo clásico están retomando las ideas de Homero, algunas de las tragedias de Esquilo, de Ulises…
“Las mujeres se han metido en los clásicos y están reinterpretando la traducción, incluso culpan a los traductores del siglo XX”. Explica que los textos están siendo revisionados puesto que fueron traducidos bajo la óptica patriarcal sobre la antigüedad.
P: ¿Seguirá escribiendo?
R: Sí, seguiré escribiendo [firme] completando el libro que tienes (Polaris), es en lo único que estoy trabajando.
P: Volviendo a temas feministas, ¿qué retos nos quedan a las mujeres?
R: No perder el contacto con lo que se hizo antes, leer y leer, no perder el contacto con las que nos precedieron, conocer cómo fueron pasito a pasito para llegar a tener esta conversación que estamos teniendo, tú desde un periodico y yo desde mi casa, y no bajar la guardia, es decir, lo que hemos logrado hay que defenderlo constantemente, no se puede dar por ganado e irnos de juerga.
[Continúa] A mí los partidos nunca me han convencido porque siempre están dominados por ellos, entonces la transversalidad de las mujeres tiene que ser fortalecida. Tenemos que votar por gente que no hemos visto y no sabemos lo que hace, esa democracia no es participativa, tenemos que luchar por nuestras candidatas. Hay que ir a la política, es fundamental involucrarse directamente, si hay que meterse en listas pues se mete en listas porque es desde dentro desde donde hay que hacer el trabajo. La sinergia entre las mujeres de la ONU y las diplomáticas hizo que avanzara todo.
P: ¿Un mensaje que quieras dejar?
R: Lo mismo que te acabo de decir. No se puede bajar la guardia. Y trabajar, sin miedo a la política, que se involucren, es la única manera en la que se puede decidir.