La Semana Santa de Sevilla es una de las celebraciones más relevantes del país. Cada año, miles de nazarenos recorren las calles de la capital andaluza para realizar su estación de penitencia. Un compromiso con la fe, una tradición familiar y un emotivo encuentro con su hermandad son algunos de los motivos que llevan a los sevillanos a cumplir con su promesa.
Sin embargo, esta posibilidad no ha estado siempre al alcance de las mujeres sevillanas. La discriminación al género femenino ha estado presente a lo largo de la historia de esta festividad religiosa en muchas hermandades de la ciudad hipalense.
Las hermandades de El Silencio, La Quinta Angustia y el Santo Entierro fueron las últimas en igualar el derecho de hombres y mujeres a realizar la estación de penitencia en el año 2011.
Fue ese mismo año cuando se publicó un decreto dictado por el arzobispo Juan José Asenjo que establecía la "plena igualdad de derechos" entre los miembros de las hermandades "sin que sea posible discriminación alguna en razón del sexo, incluida la participación en la Estación de Penitencia".
Actualmente, la figura femenina cuenta con una gran presencia en las cofradías sevillanas. No sólo nazarenas, también encontramos mujeres en otros cargos dentro de una hermandad: acólitos, camareras, vestidoras, priostes y miembros de la Junta de Gobierno. En MagasIN, hablamos con muchas de ellas para conocer su opinión desde dentro.
Presencia femenina en las hermandades
Ángela Rodríguez es acólito en la Hermandad de La Redención. Como miembro de esta cofradía desde el año 2004, admite que "los primeros años, vivía la hermandad solo el día que se realiza la estación de penitencia, no hacía vida de hermandad ni me relacionaba con nadie de allí".
Sin embargo, desde su entrada en el cuerpo de acólitos, no ha dejado de colaborar en la vida de hermandad. "Ayudamos en todo lo que podemos, todos los lunes vamos a la misa de la hermandad y después nos quedamos juntos".
Acompaña a la Virgen del Rocío en su estación de penitencia. "Mi debilidad es la Virgen, yo me considero muy cristiana, practicante y por supuesto, considero que tengo mucha fe. Esto es lo importante y lo que da sentido a todo. Cuando me pasa cualquier cosa, acudo a ella", declara Rodríguez.
Como la propia Rodríguez confirma, la presencia de las mujeres en esta hermandad es bastante amplia. "Hay menos mujeres que hombres, pero esto va cambiando con el tiempo".
Luisa Matilde Pérez es la Teniente Hermana Mayor de la Hermandad del Museo. Siendo hermana desde que nació, ha ocupado diferentes cargos dentro de la cofradía. Actualmente, es miembro de la Junta de Gobierno en el que es su cuarto mandatado.
Previamente, ha sido diputada de Formación y Juventud, y consiliaria. Es "la segunda de abordo". "Yo lo que hago es ayudar al Hermano Mayor en todo, en cualquier problema que ocurra, digamos que soy su mano derecha", explica.
Según cuenta la teniente, hoy en día cuatro mujeres ocupan distintos cargos en la Junta de Gobierno de su hermandad. En total son 17 miembros, por lo que el porcentaje femenino es aún pequeño. No obstante, si se compara con el de hace muchos años atrás, se observa un gran avance.
"Resquicios hay en todas, hay algunas que son un poquito más echadas para atrás, pero realmente yo creo que ya está cambiando la mentalidad de las hermandades en sí". De hecho, como ella señala, ya hay una hermandad de penitencia que cuenta con una Hermana Mayor, el cargo más alto dentro de la cofradía, la Hermandad de los Javieres.
En la Hermandad de San Benito, hablamos con Clara Ariza, acólito desde 2019. Su testimonio es diferente, ya que es una de las primeras mujeres que forma parte del cuerpo de acólitos desde que se permitió por primera vez hace tres años.
"El cura que había antes decía que que si la hermandad quería que saliera mujeres acolitós, que se que implanta otro sistema de puntos porque obviamente en la calle no podía impedir que salieran mujeres, pero en su misa mujeres no iban a salir", declara.
En este caso, el esfuerzo y la dedicación han sido los dos compañeros fundamentales de Ariza para poder llevar el cirial. "Todos los martes iba a la hermandad, había un cirial en el almacén y yo me ponía todos los días a ensayar. Me lo he currado mucho, no quería que me dijeran que no tenía fuerza para salir de acólito", cuenta.
Otro de los cargos históricos en una hermandad de penitencia es el de camarera. Este es el caso de Encarnación Gómez, camarera de la Virgen de las Aguas en la Hermandad del Museo. Año tras año, se encarga de guardar las vestimentas de la Virgen.
"Yo me encargo de lavar su ropa y de tenerlo todo preparado para que el día que se decide vestir a la Virgen, tenerlo todo dispuesto: su ropa interior y la ropa exterior que se le vaya a poner", explica la entrevistada.
Gracias a su larga trayectoria en esta cofradía, Gómez ha podido comprobar de primera mano el avance de la presencia femenina en la hermandad.
"Cuando me hice hermana no salía la mujer de nazarena, no teníamos ni voz ni voto. Había un grupo de hermanas luchando por que nos dejaran entrar los cabildos en esta época. Por desgracia, me tocó vivir este período en el que existía machismo dentro de la cofradía, me tocó vivirlo y reivindicar nuestro poder", declara.
Dentro de esta Hermandad del Museo, también hablamos con Rocío García, Diputada de Formación y Juventd. Coordinar al grupo joven, realizar actividades culturales u organizar al grupo infantil son algunas de las tareas de las que se encarga.
Para ella, la amplia presencia de la figura femenina en esta cofradía es motivo de una alegría tremenda: "Por ejemplo, hay un gran grupo de acólitas, cada vez hay más chicas en el cuerpo de acólitos. Y yo la verdad que estoy encantada con eso, porque cuando yo era chica se lo comentaba a algún hermano y hasta se reía".
Por último, hablamos con Irene Segura, prioste en la Hermandad de San Benito. Gracias a este cargo, como ella dice, "tengo la suerte de estar durante todo el año cerca de mis titulares". Sin embargo, es en esta diputación dentro de la cofradía donde hay menos presencia femenina.
Son los avances representativos los que propulsan una menor ausencia de la figura de la mujer. "Desde el año 2018, las mujeres podemos salir de acólito acompañando a nuestros titulares, algo que llevaban mucho tiempo pidiendo y, por fin, se consiguió". Esto ha hecho que este colectivo haya incrementado sus componentes en todos los puestos", afirma Irene Segura.
"El que estemos ahí y formemos parte activa de los colectivos es gracias a todas las que estuvieron antes y trabajaron para que hubiera una mujer nazarena, acólita, diputada... Aunque, hoy en día, cuando digo que soy prioste en mi hermandad, hay quien se sorprende", concluye.
El asunto pendiente
Es innegable el avance histórico en la materia que aborda este reportaje. Sin embargo, aún queda una cuestión por resolver en materia de igualdad dentro de las cofradías.
Ninguna hermandad de penitencia de Sevilla capital cuenta con una mujer costalera. Todas las cuadrillas que sacan los pasos a sus hombros, están compuestas por hombres exclusivamente.
En otros lugares de Andalucía como Huelva sí ocurre, entonces, cabe preguntarse el motivo de esta ausencia en la capital andaluza así como el futuro de esta propuesta.
Algunas de las entrevistadas apuntan a la asimilación profunda de esta figura como un "trabajo del hombre" por su asociación tradicional a la fuerza. Otras creen que la demanda femenina de este cargo es demasiado baja como para formar una cuadrilla únicamente de mujeres.
¿Y la posiblidad de cuadrillas mixtas? Esta opción es complicada, ya que se debe atender a diferentes factores como la complexión de los cuerpos, la diferencia en las fuerzas y resistencias: factores que podrían llevar a una descompensación en el grupo.
"Sevilla es una ciudad a la que le cuesta mucho los cambios, que aún así cambia, pero que le cuesta asumirlos. Entonces, yo creo que en un futuro sí que habrá cuadrillas de mujeres costaleras.
Estoy segura de que si ven esta entrevista muchas personas y la leen, van a decir 'vaya la loca esta', pero de loca nada. Porque también se les decía locas a las mujeres que querían salir de nazarenas y a las que querían ser acólitos y mira dónde han llegado", concluye Rocío García.