Caperucita Roja fue víctima de una violación, Bella era maltratada por Bestia, la Sirenita fue mutilada, la infanta 'piel de asno' fue abusada sexualmente por su padre... Y así podríamos seguir con multitud de cuentos infantiles, en los que sus protagonistas, siempre mujeres, experimentan en sus carnes diferentes tipos de violencia machista. Esas historias, que hemos escuchado desde pequeñas y que forman parte de nuestra cultura, están plagadas de situaciones machistas que hemos normalizado y que, por desgracia, no están solamente en la ficción.
Estos relatos se pueden trasladar a la realidad y, aunque los cuentos fueron escritos hace siglos, siguen ocurriendo a día de hoy. De eso precisamente es de lo que se dio cuenta Sandra Sabatés al volver a leer Caperucita Roja, un cuento de transmisión oral que más tarde fue plasmado en distintos escritos por Charles Perrault y los hermanos Grimm.
Cuando la periodista releyó este clásico con una visión adulta y feminista, no solo vio la descarnada violencia que rodeaba la historia, sino que le llevó a un suceso real que en 2016 trastocó a la sociedad española: el caso de la manada, cuando cinco hombres, como si fuesen una manada de lobos, violaron a una joven durante los Sanfermines.
10 historias reales
"A raíz de esto, pensé en el resto de cuentos de hadas de toda la vida y dije 'vamos a mirarlo con una mirada más crítica', y empecé a revisarlos. Vi que en algunos casos es bastante evidente y en otros no, pero en todos hay muestras de violencia de género", explica Sabatés a MagasIN.
Al percatarse de esto, recopiló 10 cuentos clásicos y buscó a mujeres víctimas de la misma violencia que se relataba en ellos. Ahora, esas historias están plasmadas en No me cuentes cuentos (Planeta, 2022), un libro en el que Sabatés usa el paralelismo entre estos casos reales y los cuentos. "La idea principal del libro es mostrar que esta es la realidad que seguimos teniendo las mujeres en España. Me parece interesante hacer este ejercicio y buscar esta equivalencia entre la violencia que sufrían las mujeres hace unos siglos y la que siguen sufriendo a día de hoy", defiende Sabatés.
Para ello, primero emplea un párrafo de esos clásicos y luego, procede a contar las historias de cada mujer, siempre manteniendo el anonimato de las víctimas -excepto en el caso de Piel de Asno, que cuenta una historia de abusos sexuales infantiles- y al mismo tiempo dejando que las voces de cada una aparezcan en el relato. Un trabajo que ha durado un año y medio y que, en palabras de Sabatés, "no ha sido fácil".
"La única culpa y el único responsable es el agresor"
"Primero empecé con la selección de los cuentos y de los distintos párrafos, porque lo que me interesaba era reflejar formas diferentes de violencia de género. Una vez tenía las diez historias, pues era encontrar las protagonistas. En el tema de Caperucita, lo tenía muy claro, y con Nadia, víctima de abusos sexuales infantiles, también, porque apareció en los medios de comunicación a raíz de esa campaña en la que colaboró con Save The Children", explica la autora.
Para el resto de perfiles, se puso en contacto con multitud de organizaciones como APRAMP, que lucha contra la trata y la prostitución, las jornaleras de Huelva en Lucha, la Fundación Ana Bella, la Fundación Wassu que lucha contra la mutilación genital femenina... "Ellas son las que tienen ese contacto diario con las víctimas, ayudando a su reparación, a su reconstrucción. Lo que hicieron fue tender puentes y ponernos en contacto con las distintas protagonistas para que pudieran contar la historia".
Empatía, culpa e injusticia
Sobre el proceso de las entrevistas, Sabatés subraya que fue duro, principalmente para las víctimas que tenían que "volver a hacer presentes sus traumas. La mayoría de ellas han estado muchos meses, incluso años, en terapia para poder seguir con sus vidas".
Escuchando la forma en la que ellas narraban sus historias, la autora afirma que solo podía sentir hacia ellas empatía, porque veía claramente el dolor que les causaba recordar lo sucedido. "Ver lo que están sufriendo cuando te están contando cada paso de su historia, cada momento y lo difícil que es para ellas, cómo se vienen abajo... Es tremendo".
Ese dolor se une a un sentimiento de "injusticia" ya que, según explica Sabatés, todas las víctimas tienen presente un mismo sentimiento: la culpa, el pensar que ellas son responsables de lo que les ocurrió.
"Por un lado, sienten esa culpa porque saben que lo que les ha pasado a ellas también tiene unas víctimas colaterales que son su entorno, sus familias, sus amigos que también están sufriendo. Luego está esa sensación de que quizás lo podían haber evitado. Que ellas se planteen el 'es que si yo me hubiera marchado antes a casa', 'me debería haber cuidado un poco más', 'no debería haber vestido así', 'quizá no debería haber bebido'... Son mensajes que continuamente estamos escuchando en la sociedad y que los estamos lanzando", critica Sabatés. Por eso, lanza un claro mensaje: "La única culpa y el único responsable es el agresor".
"Todas lo han hecho con la misma intención: que si esto si puede servir para que otras mujeres no pasen por lo mismo, pues p'alante"
Sabatés busca que este libro nos ayude a hacer una autocrítica de la sociedad en la que vivimos. "Estos cuentos clásicos nos reflejan como la sociedad que éramos y que seguimos siendo. Hay que ser muy consciente de los errores que hemos estado cometiendo para poder modificarlos, para poder cambiarlos y mejorar. Estos libros nos sirven precisamente para hacer este ejercicio", explica Sabatés. Al mismo tiempo, espera que sirva como herramienta para que otras mujeres identifiquen y salgan de situaciones de violencia.
"Yo agradezco a todas las mujeres sobre todo el esfuerzo que han hecho de contar sus historias, porque todas lo han hecho con la misma intención: que si esto si puede servir para que otras mujeres no pasen por lo mismo, pues p'alante, ¿no? Entonces sí, yo creo que la parte positiva es que lanzan mensajes sobre la importancia de denunciar, de contarlo, porque es la manera en que podemos ayudar y también de que la sociedad sea consciente de lo que está pasando, de que esta es una realidad que sigue habiendo violencia de género cada día en las calles y plazas de nuestro país y que es algo que tenemos que erradicar, que llevamos ya muchos siglos arrastrándolo".