Daniela Santiago (Málaga, 1982) acaricia la cabeza de Nala con sus uñas acrílicas de color carmín. No se separa de su pomerania, que recibe con cierto entusiasmo a cada nuevo invitado que pisa la sala. Es una más en la entrevista, aunque más tarde quede adormecida entre pregunta y respuesta. Intento pensar que está cansada de escuchar la cascada de cuestiones que su dueña ha recibido durante la jornada. "¡Y lo que nos queda! Estaremos aquí hasta las 21", apunta la actriz tras palpar la fatiga de su mascota.
Una vidente llamada Roser predijo que Santiago alcanzaría el culmen de su vida pasados los 30 años. Casi rozando los 40. Un renacimiento propio del que vive dos veces. No se equivocó. Javier Calvo y Javier Ambrossi -bautizados como Los Javis- la llamaron para interpretar a Cristina Ortiz, 'La Veneno', y su vida metamorfoseó en una vorágine de cámaras y reconocimiento público. Aunque considera que el personaje con el que ha alcanzado la fama no la representa,"somos dos polos opuestos", afirma, no duda en estar agradecida por todo lo que la vedette ha traído a su vida.
La malagueña tiene anécdotas para rellenar varios volúmenes biográficos. Fue hija adoptiva de la drag queen Carmen Xtravaganza -un icono de la cultura neoyorquina del ballroom, un movimiento pionero del colectivo LGTBI latino y afroamericano de los años 80-. La bautizó como Dana Xtravaganza. Como la reina que pasa el cetro a la próxima monarca. Drogas, sexo y caída en el pozo de la profunda industria nocturna, para una posterior transformación que la ha convertido en la mujer que es.
Dos años después del estreno de la serie Veneno, Daniela presenta Mi pequeño mundo (Libros Cúpula), un homenaje a su tío Pepe, a su madre, a Málaga y también al Madrid que, con 18 años, fue capaz de enseñarle que la vida siempre tiene guardado un as bajo la manga… y no siempre para una jugada noble.
Con su compañera Isabel Torres en la memoria tras su reciente fallecimiento a causa de un cáncer de pulmón, reclama: "Faltan muchos libros como el mío y de muchísimas mujeres como yo".
Pregunta.- ¿Con Mi Pequeño Mundo, cómo quieres presentarte al mundo?
Respuesta.- Quería contarlo todo. Quería desnudarme. Al hacer una serie tan potente como la de Veneno siempre que me ven me dicen que somos la misma persona. Sentía que mi público se merecía conocer a Daniela, sus orígenes, su familia, que viesen que no todas las vidas son difíciles, aunque haya tenido etapas más crudas que otras. No todos los finales tienen que ser feos, por eso era muy importante desvincularme de Cristina.
P.- Afirmas no tener nada que ver con 'La Veneno'.
R.- Cuando un papel es tan fuerte e icónico, es normal que te encasillen. Yo soy una actriz que interpreta, pero no porque sea trans tengo que ser 'La Veneno'. Los premios que hemos ganado no son para ella. Fue un referente, sí, pero no me representaba tanto. Somos polos opuestos. Cuando la he tenido que encarnar me la he comido con patatas, dormía y me levantaba con ella, y le estaré eternamente agradecida, lo diré hasta el día que me muera, pero llega un momento en el que toca desvincularse del papel. Es que cansa. ¿Tú me entiendes no? (ríe). ¡Tus muertos, que ni soy Cristina, ni soy 'La Veneno', soy Daniela! (apunta de forma jocosa). Soy una actriz y si mañana me dicen que tengo que hacer de Juana la Loca, te voy a dar la Juana la Loca más loca de todas.
Fue muy duro porque era un personaje con en el que yo no me sentía identificada. Siempre he tenido un perfil muy bajo, pero cuando nos caracterizan somos dos gotas de agua. Me salió un nódulo en la garganta de forzar tanto la voz para llegar a su tono y forma de hablar. Al interpretar a ese personaje tan potente llega un momento en el que Daniela desaparece.
P.- ¿Hay algún detalle importante de tu trayectoria que se quede fuera?
R.- Una mujer siempre se tiene que guardar algo porque sino sería muy aburrida y perdería el misterio.
P.- ¿Qué hubiese sido de Daniela Santiago sin una familia tan comprensiva?
R.- Algo completamente diferente. La familia que tengo me ha dado alas para creer en mí, para ser feliz, para hacerme grande, para sentirme arropada. Cuando no me he sentido comprendida por la sociedad siempre he tenido el apoyo de mi gente, que me ha sostenido. Sin ellos, Daniela estaría muy vacía.
"Cuando he encarnado a 'La Veneno' me la he comido con patatas, pero llega un momento en el que toca desvincularse del papel"
P.- Reclamas una mayor inclusión del colectivo trans en la sociedad, que muchas veces queda relegado a labores relacionadas con la noche y el espectáculo y en el que, dices, existe un 80% de paro.
R.- Pienso que se va avanzando. De hecho, tengo una hija trans que está trabajando en un restaurante y como teleoperadora. Antes, cuando nos veían en la etapa de patito feo nos cerraban la puerta en las narices. Siento que eso está cambiando, pero hay que seguir trabajando, tiene que haber un partido político que realmente nos apoye y nos dé fuerza. Quiero luchar para que las personas trans sin un físico espectacular tengan la oportunidad de tener una vida decente, Seguridad Social, derecho al paro si se ponen enfermas, pagas, vacaciones… una vida. Que tengas que verte obligada a prostituirte y que hagan que te sientas de tercera clase social no se puede permitir como sociedad.
P.- Muchas veces se os exige ser referentes para el colectivo por el simple hecho de estar en el ojo público. ¿Preferirías no tener ese rol?
R.- Me encantaría ser Daniela Santiago y punto. Así. Sin tener que reivindicar nada, pero soy consciente de que me toca, nos toca, hacerlo, porque las que estaban antes no lo han hecho. ¿Le vamos a dar la espalda a cientos de hermanas y niños y niñas trans si no tienen a personas como nosotras luchando por nuestros derechos? Me gustaría ser Daniela Santiago y no tener que pelear por nada, pero queda mucho por hacer y por las leyes que todavía no se han aprobado.
P.- La ley trans de Irene Montero ha generado mucha polémica y ha sido una de las causas de la fractura del pasado 8-M y también del movimiento feminista.
R.- ¿Las TERF (siglas en inglés que hacen referencia a una feminista trans-excluyente)? Pienso que quieren hacer ruido sin motivo. ¿Por qué tú, como mujer, tienes que juzgarme a mí cuando simplemente estoy tratando de sobrevivir y luchar por mis derechos? Ya no solo por los derechos trans, también por el machismo que sufrimos. ¿Qué sabes tú de lo que estamos pasando nosotras? ¿No tenemos suficiente con luchar con nuestro físico, con las trabas que la sociedad nos pone, y no con eso ahora un grupo de mujeres quiere también hacernos de menos? No lo entiendo. Sinceramente pienso que ganaríamos mucho más todas unidas.
"¿Las TERF? Pienso que quieren hacer ruido sin motivo [...] No me gusta incluir a las mujeres aquí. Pienso que una mujer no te pone una zancadilla porque no te ve como una rival"
P.- ¿Duele comprobar que algunas mujeres también os impiden avanzar?
R.- No me gusta incluir a las mujeres aquí. Pienso que una mujer no te pone una zancadilla porque no te ve como una rival. Mi madre es una mujer, mi hermana es una mujer, tengo amigas que son mujeres como yo y no me ponen la zancadilla, todo lo contrario, hacen que mi vida sea más fácil. Para mí eso es ser una mujer, todo lo demás son personas que con la palabra feminismo quieren hacer daño. Son minoría, aunque hagan mucho ruido.
P.- Dices que ningún partido político te representa, pero que la única ministra a la que respetas es Irene Montero.
R.- Irene me pide participar en el 8-M (de 2021) con Pedro Sánchez para leer un discurso, eso no lo ha hecho ningún ministro jamás en España. Me pareció maravilloso, un acto de inclusión total. Es la única persona que está defendiendo los derechos trans, es la única ministra que está barriendo para nuestro colectivo y se merece todos mis respetos. Tendría que haber muchas más Irene Montero. Yo la amo y lo diré siempre, porque con nosotras se porta muy bien.
P.- ¿Crees que, al estar en el foco social, la inclusión del colectivo puede convertirse en un oasis y no en un caso real de inclusión?
R.- Pienso que habrá de todo. Me gustaría creer que no, que verdaderamente se están dando cuenta de la lucha que llevamos peleando durante décadas, no sólo aquí en España. Sí que es verdad que gracias a Veneno hay mucha más gente que empatiza con nosotras, pero también habrá otra que aproveche el momento para hacerse los modernos. Mientras sea para sumarse, me parecerá maravilloso.
"Tuve que dejar a uno de mis novios porque la madre vio a Satanás en su mesa al enterarse que era trans"
P.- Antes intentabas esconder la etiqueta 'trans' en tus relaciones, pero luego te arrepentías de no contarlo.
R.- Ahora ya lo saben directamente, ese peso me lo he quitado de encima (ríe). Es verdad que antes mantenía un perfil bajo cuando era más joven, más guapa y más niñata. Las que pasábamos desapercibidas queríamos serlo mucho más, ser simplemente chicas guapas. Me callaba y si veía que la relación era más seria me la jugaba. O me aceptaba, o me daba la patada, porque no todo el mundo estaba preparado para escuchar que estaba conociendo a una chica trans. Ahora todo es muy moderno, antes no era así. Tuve que dejar a uno de mis novios porque la madre vio a Satanás en su mesa y de ser una suegra maravillosa durante un año pasó a ser una hija de la grandísima puta. Eso fue un bochorno, te vas muy humillada, con la inseguridad reforzada y con ganas de esconderte. La única manera de liberarlo fue hacerle daño, dejarlo. Hoy en día no lo habría hecho, hubiera seguido con un par de ovarios y que se hubiera jodido la madre.
P.- Imagino que fue difícil lidiar con el torbellino que generó Veneno de la noche a la mañana.
R.- Flipamos. En Instagram empecé a ver que me seguía RuPaul, Michelle Visage, las actrices de la serie Pose, Indya Moore, MJ Rodríguez. ¿Pero qué es esto? Luego lo entendí. Al igual que cuando yo vi Pose, que fue la primera serie trans que salió, me pareció una maravilla, para ellos ver una serie española con una historia tan potente como la de Cristina Ortiz fue igual de llamativo. También fue una sorpresa enorme el reconocimiento que la serie tuvo en los medios estadounidenses. Una locura, cari. Esto ha sido, y sigue siendo, una sorpresa continua.