A sus 119 años y 108 días era, hasta su muerte el pasado 19 de abril, la persona viva más anciana del mundo, según reconoció el Récord Guinnes que le fue otorgado en marzo de 2019 (cuando tenía 116 años). El pasado 10 de abril había logrado sobrepasar el récord de la estadounidense Sarah Knaus (que falleció a los 119 años y 97 días) pero no pudo llegar, como quería, a los 120 años.
Su nombre de nacimiento era Kane Ota, pero el mundo la conoce como Kane Tanaka, apellido de su marido, con el que se casó a los 19 años y con quien trabajó hasta su jubilación en el negocio familiar, donde vendían shiruko (un postre tradicional japonés) y fideos udon. Tuvo cuatro hijos y adoptó a una sobrina.
Nació el 2 de enero de 1903 en Wajiro, un pueblo de una isla de Japón llamada Kyushu (en la prefectura de Fukuoka) y conoció dos guerras mundiales, la peste española y el coronavirus. Perdió a sus dos hijas, una, al poco de nacer, y otra cuando tenía un año, y también a su sobrina, con 23 años. Sobrevivió a esa tristeza, a un cáncer de páncreas y a otro de colon (éste, pasados ya los cien años).
Kane Tanaka era muy conocida en Japón, donde era toda una celebridad; aparecía con asiduidad en la televisión y otros medios, que festejaban su cumpleaños como una fiesta nacional. Y era entrevistada y homenajeada, cada tercer lunes de septiembre, día en que se celebra en el país el Día de Respeto a los Ancianos y se honra a las personas mayores.
Su meta era llegar a los 120 años, en 2023. Había solicitado participar en uno de los tramos del relevo de la antorcha olímpica, durante los Juegos de Tokio 2020 (aunque en una silla de ruedas, por su delicada salud), pero finalmente no lo hizo, por precaución ante el coronavirus. En los últimos meses, antes de su fallecimiento, había estado entrando y saliendo del hospital, debido a algunas complicaciones de su salud.
Entre sus “secretos” para llegar a ser la persona más longeva del mundo, reconocía dormir suficientes horas, paseos diarios (desde 2018, por uno de los pasillos de la residencia de ancianos en la que vivía), una alimentación basada en arroz cocido, sopa y pescado, y el amor de su familia.
En el libro titulado En tiempos buenos y malos, 107 años, escrito por uno de sus hijos, este explicaba que su madre había llegado a cumplir esa edad porque se mantenía ocupada con aficiones como la caligrafía, los juegos de mesa (especialmente el Othello o reversi) y pasatiempos que incluían cálculos aritméticos. Entre sus “caprichos”, fuera de su saludable dieta, se encontraban el chocolate, que consideraba su comida favorita, y las bebidas carbonatadas.
Algunos de sus cinco nietos y ocho bisnietos declararon también a los medios, en los últimos años, que Tanaka no perdía la fe (era muy creyente), la ilusión ni la esperanza, y que siempre miraba hacia el futuro, pero disfrutaba el presente. Cuando, al concederle el Récord Guinness, le preguntaron cuál había sido el momento más feliz de su vida, respondió: “Ahora”.
Quizás estos sean algunos de los secretos tras la legendaria longevidad de las mujeres japonesas. Según el Banco Mundial, Japón es el país más longevo del mundo, y según el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón, en 2022, por primera vez en su historia, en el país nipón había 80.000 habitantes de más de cien años. En 2020, casi el 88% de las personas centenarias eran mujeres.
El Gerontology Research Group (GRG) o grupo de Investigación en gerontología, ha reconocido 315 casos de supercentenarios (personas de más de 110 años) en el país nipón, de los cuales la mayoría eran mujeres.
Los expertos han comprobado que la alimentación es clave en la longevidad. En la mesa de los japoneses no faltan el arroz cocido, el pescado, vegetales, cereales… prefieren tomar alimentos frescos, y las recetas poco elaboradas y sin grasas, así como raciones más pequeñas.
La japonesa Fusa Tatsumi, que nació el 25 de abril de 1907, se convierte ahora, a sus 115 años, en la persona de más edad de Japón, pero la más longeva del mundo es la monja francesa hermana André (nacida Lucile Randon, el 11 de febrero de 1904 en Ales, en la región de Occitania) que tiene 118 años y 74 días. Curiosamente, el récord de la persona que ha vivido más años en toda la historia lo ostenta también una mujer francesa, Jeanne Calment, que murió habiendo cumplido los 122 años.
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