"Una función clave del audiovisual no es solo representar realidades, sino también construirlas, mostrarnos formas de ver y estar en el mundo diferentes y transformadoras que además, existen". Así concibe Sonia Herrera Sánchez, doctora en Comunicación Audiovisual y Publicidad, el sector audiovisual. Ese importante papel del gremio influye directamente en nuestras creencias sobre los distintos grupos sociales y en los estigmas relacionados a ellos.
De esta influencia no se libran las mujeres que, dentro de su amplia diversidad, han sido representadas de forma injusta durante demasiados años. Mujeres pasivas o sin una personalidad profunda, mujeres poderosas que se comportan mal con otras mujeres, papeles de 'víctima perfecta', mujeres hipersexualizadas... Son muchos los estereotipos que han rodeado a la mujer y que, poco a poco, van evolucionando gracias al impulso del feminismo y de las propias profesionales del sector audiovisual.
"Creo que se han hecho muchos avances y salta a la vista, pero soy muy escéptica sobre ese supuesto boom de la ficción feminista", afirma Herrera.
Así, todavía podemos ver nuevas producciones internacionales en las que los personajes femeninos quedan relegados a 'mujer de' o adoptan actitudes compasivas hacia hombres que las engañan o que son acusados de crímenes de sangre -véase los ejemplos de The Undoing (2020) o Anatomía de un escándalo (2022)-.
Pero ¿qué ocurre en el caso de la ficción española? Herrera sostiene que "está cambiando, pero no quiere decir que los grandes grupos de streaming o las grandes cadenas de televisión se hayan levantado un día diciendo: 'Oh, tamaña injusticia que estamos cometiendo con las mujeres, con el colectivo LGTBI o con las personas racializadas, que no se sienten representadas en lo que producimos'".
"Lo que está calando es el eco de los movimientos sociales de la calle, que al final van generando un tipo de espectadoras y espectadores distintos, que reclaman otro tipo de personajes más complejos y reales", apunta.
Estereotipos e invisibilización
Para esta crítica audiovisual, uno de los factores más importantes que todavía se debe cambiar es la "gran invisibilización de las mujeres en ciertos roles de poder. Ver a mujeres racializadas en papeles que no sean de trabajadoras domésticas o asociar constantemente a las mujeres trans como con la prostitución, son todavía algunos estereotipos que permanecen, aunque ya sean un poco rancios".
"También sigue muy presente que las mujeres aparezcamos en papeles vicarios, haciendo de 'hija de', 'madre de'... Evidentemente, la maternidad es un eje fundamental de la agenda feminista y todavía nos queda mucho que decir y debatir al respecto, pero hay mucho que revisar en cuanto a su representación. Ahí todavía tenemos mucho campo que recorrer".
Virginia Yagüe, guionista y expresidenta de CIMA (la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales), coincide con Herrera. También celebra los avances en la representación de la mujer en la ficción, pero apunta que aún hay "una eminencia total de protagonismo masculino".
"Las mujeres están en un segundo plano jugando otro papel dentro de esas propuestas y desaparecen en el relato. Para darte cuenta te puedes fijar en tres niveles: en cuántas propuestas las mujeres trabajan fuera de casa, no se ocupan de la familia o exclusivamente de la familia y qué vida personal tienen. Incluso más prosaico, ¿cuántas veces ves a mujeres en exteriores? Tienden a marcarlas en interiores, en ambientes íntimos, cerrados, con poca actividad".
El estudio Estereotipos, roles y relaciones de género en series de TV de producción nacional, publicado en 2020 por el Instituto de las Mujeres, corroboró esta realidad. Desveló que, en las series analizadas, un 82,2% de los personajes femeninos representaban el estereotipo de “feminidad”.
"Una representación en que las mujeres destacan por su pasividad, lo que se conoce como figurar de 'florero', o su actividad se limita a ser las protagonistas de los cuidados de los otros, a través, bien del amor en la pareja o como soporte emocional de las necesidades de la familia", esgrimía el estudio.
En este sentido, Yagüe afirma que es un punto en el que sí ve más evolución y diversidad. Sin embargo, cuando los personajes femeninos son representados como mujeres poderosas, pasan al extremo contrario y se tiende a "masculinizarlas" en exceso.
"Me encuentro muchas veces propuestas en las que se plantea el hacer una mujer empoderada, que sea una jefa y que esté al frente de todo, como el culmen de lo más feminista, pero se ofrece desde una mirada masculina. Entonces, la traducción directa es básicamente que sea una mujer desagradable, que haya renunciado a la maternidad y que sea mala compañera con sus compañeras", critica.
"Seguimos viendo roles masculinizados donde la mujer se apropia de lo peor del hombre", refuerza Ana Millán, consejera del Consejo Audiovisual de Andalucía.
La hipersexualización
Para Millán, una de las grandes cuestiones que se deben abordar en el sector audiovisual es la hipersexualización femenina. "Si echamos la vista atrás, a hace 50 años, pues vemos que es cierto que se ha avanzado mucho, pero se sigue mostrando pues una mujer joven, guapa, en plena forma, con mucho éxito. Y claro, este rol resulta discriminatorio. Ensombrece a todas aquellas mujeres que pasan de esa edad y no cumplen con esas características", asegura.
"Desde luego, la hipersexualización es tan frontal y tan evidente...", lamenta Virginia Yagüe. "Además, se vende como si fueran decisiones tomadas por las propias mujeres, obviando que, por ejemplo, la estructura condiciona esas decisiones. Me parece preocupante porque lo vinculamos con algo que es todavía más preocupante. Esas hipersexualizaciones colocan a los personajes femeninos determinados lugares y dejan ciertas miradas complacientes hacia territorios de violencia, que no es solo física. La violencia tiene muchos aspectos y es una pirámide muy concreta".
La violencia sexual
De la misma forma, las expertas apuntan a la necesidad de hacer una crítica sobre la representación de la violencia sexual y de género en la ficción. Trasladar esta realidad machista y concienciar sobre ella es clave, pero, aseguran, hay que buscar formas apropiadas para hacerlo de la manera correcta.
"En ese aspecto sí que nos queda picar piedra porque hay todo un imaginario construido sobre la violencia sexual. A todas nos vendrían a la cabeza mil títulos en los que hemos visto violaciones totalmente explícitas, con una recreación de la cámara muy bestia. Cómo conseguir una representación de la violencia, porque es necesario denunciarla, es uno de mis grandes temas de investigación", declara Sonia Herrera.
Ella asevera que "no podemos volver a encerrarla en un armario", pero defiende que hay que representarla "sin ejercer una nueva violencia simbólica o cultural contra las personas que se pueden sentir identificadas porque la han sufrido". "Aquí hace falta mucho trabajo desde las escuelas de cine, las universidades... Un trabajo creativo sobre cómo utilizamos los recursos narrativos para mostrar sin necesidad de revictimizar. Igualmente, sí creo que se ha caminado en romper con la invisibilización o con la imagen de víctima pasiva que se queda encajonada como arquetipo de víctima perfecta".
Yagüe opina que este debate tiene que ver con el "regodeo" en la violencia que se ve en muchas series o películas. "Ocurre cuando entramos en una zona de regodeo que convertimos el hecho en un espectáculo. Por ejemplo, un asesinato es un hecho negativo en sí mismo, pero si hay un cadáver femenino desnudo en el que te regodeas, en cómo está colocado, en qué parte de su cuerpo muestra... Estás entrando en otro código, estás haciendo cierto morbo".
"Entonces, creo que sí que el camino tiene que ver con hacer autocrítica de ese tipo de planteamientos. No porque generan un efecto llamada necesariamente, pero sí convierten el hecho de espectáculo y como bien sabes, el audiovisual genera referentes sociales. Ahí tenemos una altísima responsabilidad", apostilla.
Ejemplos a seguir
Yagüe y Herrera, no dudan en dar algunos ejemplos -de los muchos que se les vienen a la cabeza- de buen tratamiento de los personajes femeninos.
"De películas, una que me parece maravillosa y además me parece una elección intergeneracional: Cinco lobitos (dirigida por Alauda Ruiz de Azúa). Te encuentras a una mujer madura y una muy joven. La primera se enfrenta al ocaso de su vida y la segunda a su primera maternidad. Están tratadas con total honestidad, franqueza, sin una carga de dramatismo, sin penalizaciones a la hora de que sus personajes cometan errores, por ejemplo", explica Yagüe.
Su segunda elección es la serie Supernormal "que a mí me parece muy canónica y está firmada por dos amigas muy queridas (Olatz Arroyo y Marta Sánchez). Viene a derribar un poco el estereotipo de la jefa malhumorada".
Por su parte, Herrera subraya Rapa (dirigida por Jorge Coira, Fran Araújo y Elena Trapé). "Me parece que de cada chica han construido unos personajes femeninos interesantísimos, complejos, fuera de arquetipos clásicos".
Más mujeres en el sector
Para seguir mejorando en el tratamiento de los personajes femeninos, todas coinciden en la necesidad de que haya más presencia de mujeres en todas las categorías del sector audiovisual. Y es que, según el estudio publicado por el Instituto de las Mujeres, el 78% de las series analizadas tenían una autoría puramente masculina.
"Sigue el porcentaje muy bajo. Tiene que haber oportunidades para que las creadoras y las autoras puedan hacer propuestas de contenido. Si esas oportunidades se restan, habrá menos cabida aún para determinados perfiles con protagonistas mujeres al frente del relato", declara Yagüe. Y añade, en referencia a Cinco lobitos: "Te aseguro que si ese personaje hubiera pasado por un filtro masculino, no sería así".
Herrera considera que "el hecho de que quien esté detrás de la cámara sea mujer, no significa que su perspectiva vaya a ser feminista". No obstante, "sí que es obvio, y lo hemos visto, que cambia el enfoque. Este cambio de perspectiva, de mirada, no lo podemos perder porque nos ancla con una realidad que en muchos casos que ha estado invisibilizada y no valorada por la sociedad".