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Carmen Alborch
Siempre que hablo de Carmen Alborch, sigo emocionándome. Lo dije en mi discurso de toma de posesión como Ministro de Cultura y Deporte. Aún me resulta difícil imaginar un mundo sin ella. Cómo nos iluminaba. Cómo nos ayudó a todos en tantas cosas.
Asumí la cartera de Cultura con ilusión, con humildad y con un sentido de la responsabilidad importante, ante esa lista de predecesores que, como dije, me hacían sentirme pequeño. Ella brilla de forma especial en esa nómina de ministros y ministras que me antecedieron y que son un valioso estímulo para esforzarme cada día y un gran elemento de inspiración.
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Michelle Bachelet
Cuando se habla del techo de cristal, me gusta pensar en las mujeres que lo han hecho añicos. Una de ellas es Michelle Bachelet. Teniendo que franquear tantos obstáculos, como víctima de la dictadura y como mujer en el ámbito político, no solo alcanzó en dos ocasiones la presidencia de su país, Chile, tras ser ministra de Defensa y de Salud, sino que se ha labrado una carrera de alcance internacional en organizaciones como Unasur, la Organización Mundial de la Salud y, especialmente, Naciones Unidas, donde fue la primera directora de ONU Mujeres y, hasta el pasado agosto, alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
En esa impresionante trayectoria en los foros internacionales ha hecho de la lucha por la igualdad de género una prioridad, promoviendo tanto el empoderamiento económico, como la erradicación de la violencia contra la mujer.
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Mireia Belmonte
La igualdad en el deporte es una de mis prioridades como ministro. Aunque hayamos empezado por la Liga Profesional de Fútbol Femenino, dado que la visibilidad de esta competición puede actuar como palanca para todas las demás, no perdemos de vista el poder de las deportistas españolas tanto en deportes de equipo, como en los individuales. Uno de los ejemplos nos lo proporciona Mireia Belmonte en natación.
El medallero de esta tenaz, disciplinada y talentosa deportista es deslumbrante. Aún cometemos a veces el error de celebrar solo los logros históricos de los hombres deportistas, asumiendo una parte por el todo. Ya es hora de poner a todas y a todos en el mismo podio. Todas y todos construyen la historia y el futuro de nuestro deporte.
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Gro Harlem Brundtland
En el ámbito político europeo, quiero destacar a Gro Harlem Brundtland. Esta política noruega, miembro del Partido Laborista, ocupó en tres ocasiones el cargo de primera ministra de su país, además de ser directora general de la Organización Mundial de la Salud.
Aunque no logró completar su proyecto de incorporar Noruega a la Unión Europea, entre sus aportaciones subrayaría el concepto de sostenibilidad, que es hoy el eje de las políticas tanto europeas, como internacionales. Así lo refleja tanto la Agenda 2030, como el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Sin duda, una mujer tan activista como visionaria.
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Nuria Espert
Nuria Espert me hace siempre pensar en Lorca, ese autor al que, como a veces he dicho, leí tarde por el contexto de falta de libertad en el que crecí. Aunque han sido muchos y muy diversos los personajes que ha interpretado a lo largo de su fecunda carrera teatral, diría que es en el universo lorquiano donde la actriz ha brillado con una intensidad especial.
Así lo reconoció ella misma este pasado verano en el Festival de Almagro, donde tuve el placer de escuchar su ‘laudatio’ del director Lluis Pasqual. Qué hermoso lo expresa ella. Lorca es “poesía pura que te transporta y te quita todas las cosas oscuras que tenemos en la cabeza”. Lo mismo siento yo ante Nuria Espert, luz, mucha luz.
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Elena Fortún
La actual sede del Ministerio de Cultura y Deporte, en la madrileña Plaza del Rey, integra el histórico edificio conocido como la Casa de las Siete Chimeneas. Una placa en su fachada recuerda que allí estuvo el Lyceum Club Femenino (1926-1939), una asociación de mujeres de ámbitos culturales ilustrados pioneras en la lucha por la igualdad. Entre ellas estaban María de Maeztu, Victoria Kent, Zenobia Camprubí o Elena Fortún, la autora de ‘Celia’, protagonista de las historias que marcaron mi infancia.
Sobre esta joya de la literatura juvenil, que nos sitúa en la convulsa España de las primeras décadas del siglo XX a través de los ojos de una niña que quería ser escritora, los últimos estudios van revelando más y más capas. Además de retratar la vida en el Madrid de la Guerra Civil y, por supuesto, el exilio que la propia autora hubo de sufrir, también insertó en la serie -que no escapó de la censura- su reflexión sobre la identidad de género. Tenemos aún mucho que aprender de estas mujeres que, a través de su arte, abrieron caminos de libertad.
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Ouka Lele
Ouka Leele me acompaña cada día. No es un decir. Es que en la pared del despacho en el que trabajo, está colgada la reproducción de una de sus obras. Da una sensación de vida, de alegría, de profundidad y de futuro, que creo que la necesitamos siempre.
Para mí, esta artista madrileña, que supo aplicar su singular mirada a la vibrante contracultura de la Transición, es una creadora que supo dar a la fotografía aún más luz. Y ese es el consuelo que nos queda cuando artistas tan luminosos como ella se van: que nos dejan su obra, nos dejan su luz.
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Carmen Maura
No entiendo el cine español sin sus grandes mujeres. Carmen Maura es una de ellas. Cuando tuve el honor de entregar a Penélope Cruz el Premio Nacional de Cinematografía en el Festival de San Sebastián, destaqué la fuerza y la vocación de esa estirpe de mujeres audaces que supieron abrirse paso más allá de nuestras fronteras sin renunciar a sus raíces.
Mujeres como Carmen Maura que lucharon por defender su independencia, su criterio y su libertad. Mujeres pioneras. Y eso lo encontramos en el cine de Pedro Almodóvar, en sus mujeres. Siempre digo que soy otro desde ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’. Y me encanta ese personaje, el de Pepa, el que interpreta Carmen Maura. “Llevo dos días recibiendo negativas de todo el mundo, y ahora soy yo la que dice no”. ¡Qué frase!
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Rosa María Sardà
Hay artistas que entienden su profesión, su obra, como la mejor forma de comprometerme con la sociedad. Así lo entendía Rosa María Sardà, con quien tanto compartí y que tanto me apoyó siempre. Era una mujer comprometida con la democracia, con el progreso, con la cultura y con la igualdad social. Sentí mucho su pérdida. No solo a nivel personal, sino también a nivel colectivo.
Era de esas personas, de esas mujeres, que hicieron de valores como la sensatez y el bien común el sentido de su lucha. Y todo ello, en paralelo a su prolífica carrera en el cine, en el teatro y en la televisión, labor por la que tantos premios y reconocimientos recibió en vida, que es como tiene que ser. Con ella hemos reído, hemos llorado, nos hemos informado y nos hemos concienciado. Espero que su ejemplo siga siempre vivo entre nosotros.
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Marguerite Yourcenar
Marguerite Yourcenar, autora de obras como ‘Memorias de Adriano’, y “Opus nigrum”, es otra de esas mujeres que transgredieron los moldes establecidos para las mujeres a lo largo del siglo XX. Novelista, ensayista, poeta, dramaturga y traductora, fue la primera mujer en entrar en la Academia Francesa.
Tanto en su vida como en su obra, se hace también presente una pionera visibilización del colectivo LGTBI. En una fecha tan temprana como 1929, se atrevió a publicar ‘Alexis o el tratado del inútil combate’, su primera novela, una larga carta en la cual un hombre confiesa su homosexualidad a su esposa. No ocultó ella misma su condición. Huyendo de la catástrofe bélica europea, se trasladó a Estados Unidos con la traductora norteamericana Grace Frick, quien sería su pareja hasta la muerte de esta en 1979 a consecuencia de un cáncer de mama. Fue valiente cuando no era nada fácil.