Mientras accedo al patio de butacas suena 'Break my soul' de Beyoncé. En la planta baja del ultramoderno Youtube Theather de Los Ángeles es casi imposible encontrar mi asiento. Seis mil personas están bailando al ritmo de los hits más emblemáticos de la música funky y soul, con sus bebidas y perritos calientes haciendo equilibrios en cada mano, coreando las frases más empoderantes que se pueden decir en inglés. Here we go!, grita Dj D-Nice, que lleva más de media hora pinchando remezclas desde los ochenta hasta lo más nuevo.
En las enormes pantallas del edificio domótico creado por el estudio de arquitectura HKS para Youtube en el barrio de Inglewood [la plataforma de video que fuera una paria en Hollywood, ahora concentra y retransmite los eventos más importantes] aparece de repente una enorme frase: “Recognize your own light” [“Reconoce tu propia luz”]. La muchedumbre aplaude. Una modulada voz en off avisa de que se aproxima el momento: dos de las mujeres más poderosas de América están a punto de entrar en escena. Nos distribuimos como podemos, sin estar seguros del asiento, mientras sube el volumen de la música y se apaga la luz.
Y aparece Oprah Winfrey, sonriente. “Pues no, no voy a hacerlo”, empieza diciendo y las seis mil personas la aclaman. Algunas han llegado a pagar hasta hasta 1.800 dólares -en reventa- por acceder a este estadio para poder celebrar una ceremonia que sigue siendo impensable desde una mirada europea: ¿la presentación de un libro? El evento de hoy es en realidad una fiesta organizada por Live Nation, un tour que llena a reventar los más grandes estadios del país y cuenta también con la complicidad de otras estrellas mediáticas norteamericanas.
“No, no lo voy a hacer”, repite Oprah, sujetando el micrófono muy cerca del pecho, caminando por el decorado, sonriendo con todo el cuerpo, disfrutando del oficio que sin duda la ha catapultado a icono planetario, sabiendo y presumiendo además de que la última entrevista que dará Michelle Obama, la clausura de su gira, es la cita más deseada del tour 2022 de The Light We Carry Out (“Con luz propia”) y uno de los momentos más esperados en la ciudad de las estrellas. Las letras del logo de Youtube se iluminan y anuncian que la conversación va a comenzar: las dos mujeres que han revolucionado el liderazgo femenino norteamericano, y por ende mundial, van a sentarse una frente a otra.
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“Todos los entrevistadores empiezan siempre diciendo que la persona a la que van a entrevistar no necesita presentación… ¡y luego se pasan veinte minutos explicando quiénes son! [lo dice Oprah entre risas]. Pues yo no lo voy a hacer. Señoras y señores, con ustedes la única mujer de Estados Unidos que no necesita ninguna presentación, pero de verdad, the First Lady Forever [la primera dama para siempre]: Michelle Obama”.
Un día cualquiera
Michelle Obama (Chicago, 1964) emerge entonces vestida con un simbólico traje blanco y zapatillas de deporte: sonriente, acostumbrada a estos encuentros y bajo una enorme melena afro, con toda naturalidad y frente a su amiga para realizar su última entrevista multitudinaria, después de hacerlo con Ellen DeGeneres y David Letterman, entre otros, en seis ciudades del país. Se nota que está contenta: su libro es #1 New York Times best seller y acaba de ser elegido como uno de los 100 libros del año por la revista Time.
Ambas comienzan entonces esta esperada conversación… recordando que “es martes”. No en vano, con esa afirmación, Oprah está indicando la capacidad de arrastre de la entrevistada, con una popularidad extraordinaria, subrayando cómo “aquí estamos, y aún no es ni la mitad de la semana”. A Michelle, por su parte, le gusta el hecho de que sea “un día cualquiera”.
La ex primera dama señala que el resto de los entrevistadores estaban celosos de que terminara con Oprah su gira. “Yo, esta mañana, estaba pensando dos cosas”, continúa la presentadora norteamericana, conocida como “The Queen of all media” [la reina de los medios], “uno, yo sé cómo hacer una entrevista; dos, no me asusta la gente; así que he pensado, volvamos a las herramientas básicas, preguntas y respuestas”.
En el diálogo a continuación, durante una hora y cuarto aproximadamente, ambas mujeres repasan diferentes aspectos de su liderazgo, guiadas por el famoso sentido del humor de Oprah Winfrey (Misisipi, 1964), no exento de ironía, (“¿os acordáis de cómo lo lavábamos todo durante la pandemia?”, “mientras todos estábamos aterrados en el confinamiento, Michelle, ¿tú estabas pensando en la luz que llevamos?” o “mientras tú estabas moderadamente asustada, yo estaba lavando mi confusión…”).
Y la sinceridad aplastante de Michelle Obama (“desde luego, ayuda vivir con un expresidente de los Estados Unidos, eso no voy a negarlo”, “nos organizamos muy pronto en pandemia para crear una pequeña comunidad”, “la enfermedad de mi padre fue un aprendizaje para mí” o “a ver, Oprah, ¡pero si tú eres súper exitosa y billonaria!”).
La autoexigencia
En su libro, Michelle Obama describe con sinceridad la existencia de una voz interior que la hace sufrir: la autoexigencia. Incluso menciona que le ha puesto un nombre. “Es una voz que es útil, a veces. La escuché por primera vez a los cuatro años”. Con el paso del tiempo, según comparte en su libro, ha aprendido a modular el impacto que esta voz le causa, preguntándose si realmente existe un peligro en cada situación o si esta voz está frenándola.
Como explica Michelle a Oprah, con este libro quiere transmitir “que está bien reconocer que la autoestima nos llega envuelta en vulnerabilidad, y que lo que tenemos en común los humanos en la tierra es el impulso de luchar por lo mejor, siempre, pase lo que pase”.
Subraya la mínima resistencia a la frustración de una época muy exigente, pero poco esforzada: y culpa, de forma indirecta, a las redes sociales de parte de ese desajuste con la realidad, sobre todo para la gente joven. “Lo que muestran las redes nunca es la realidad”.
La familia
Sobre los padres de Michelle Obama, Oprah señala “lo extraordinariamente bien que lo hicieron tus padres, después de leer este libro. Fueron muy abiertos y se preocuparon mucho por tu felicidad”. Su nuevo libro comienza de hecho con una emotiva descripción de la enfermedad degenerativa que el padre de Michelle tuvo desde su infancia. “En algún momento de mi infancia, mi padre empezó a usar un bastón para mantener el equilibrio al caminar”, es la primera frase de The Light We Carry (Crown, 2022).
“No recuerdo exactamente cuándo fue”, continúa, “(tenía unos cuatro o cinco años en ese momento), pero de repente estaba allí ese bastón, delgado y robusto y hecho de una madera oscura y lisa. El bastón fue una temprana concesión a la esclerosis múltiple, la enfermedad que le estaba causado a mi padre una grave cojera en la pierna izquierda. Lenta y silenciosamente y probablemente mucho antes de que recibiera un diagnóstico formal, la EM estaba minando su cuerpo”, recuerda.
Sin embargo, su visión es positiva. “Ven a casa. Siempre te querremos aquí”. Es la frase que Michelle Obama recuerda de sus padres y con la que define el concepto de hogar. “Mi madre nos dijo esto a mí y a Craig, pero no solo una vez, sino a menudo. Es el único mensaje que se destacó por encima de todo lo demás: viniste a casa para ser querida. El hogar es donde siempre encontrarías alegría y aceptación”.
Para la autora, realmente estuvo llena de alegría y libertad desde niña, a pesar de la enfermedad paterna, y “al saber cómo era la alegría, pude salir y buscar más, buscar amigos y relaciones y, en última instancia, una pareja que me ayudara a traer aún más luz, más alegría a mi mundo, que luego traté de verter en el vidas de mis propios hijos, con la esperanza de darles ese mismo impulso”.
La carrera por etapas
“Siempre digo que puedes tenerlo todo, pero no al mismo tiempo”, explica la que fuera la primera dama de los Estados Unidos de 2009 a 2017. Graduada en Princeton University y Harvard Law School, comenzó su carrera en la firma de abogados Sidley& Austin donde conoció a su futuro marido, Barack Obama.
Después trabajó en la oficina de la ciudad de Chicago, en la Universidad y en el Centro médico. Tras su etapa en La Casa Blanca, es autora de un best seller global titulado Becoming (Random House, 2018), y de un best seller en EEUU titulado American Grown (Crown, 2012).
Actualmente Michelle Obama reside en Washington D. C. y tiene dos hijas, Malia y Sasha. Sin embargo, a la pregunta de Oprah, responde que descarta dedicarse a la política.
“Desde que dejé la Casa Blanca”, explica en su libro en detalle, “asumí una variedad de nuevos proyectos, desde escribir estos libros hasta ser la productora ejecutiva de programas de televisión y ayudar a administrar la Fundación Obama, al tiempo que continúo mi trabajo de defensa en temas como el derecho al voto, la educación de las niñas y la salud de la infancia”.
“Nuestra luz no puede depender de lo que opinen los demás”, afirma. “Nadie puede hacerte sentir mal si te gusta quién eres”. Por otro lado, Michelle aclara que “es tu responsabilidad gustarte”. Respecto al racismo y los radicalismos, explica la importancia de seguir luchando por la libertad y cómo “intento sentir compasión por estas personas, porque estoy convencida de que en el fondo no se sienten bien, es imposible”.
El liderazgo femenino
Para Michelle Obama, a menudo “leemos perfiles de mujeres exitosas y con altos ingresos que parecen tenerlo todo y hacerlo todo. Tienden a emitir una cierta vibra sin esfuerzo: bien arregladas, bien vestidas, excelentes para dirigir cualquier imperio que manejen, al mismo tiempo que parecen preparar la cena para sus hijos por la noche, doblar cada pieza de ropa en la casa, y todavía tener tiempo para yoga y viajes al mercado de agricultores los fines de semana”.
Sin embargo, explica en su libro, “es más complicado que esto. La mayoría de las veces, lo que estás viendo en esos perfiles es la persona que se sienta en la cima de una pirámide simbólica, que parece elegante, equilibrada y en control. Pero antes que nada, es probable que cualquier equilibrio sea solo momentáneo. Y en segundo lugar, es solo gracias a los esfuerzos colectivos de un equipo que a menudo incluye gerentes, cuidadores de niños, amas de casa, peluqueros, etcétera”.
En su libro, habla de la importancia de tener una “kitchen table” [mesa de cocina] o un punto de reunión con amigas, admitiendo un profundo deseo de encontrar personas en la que confiar, y la importancia de estas personas para una narrativa personal.
“Sólo tú conoces tu propia historia de forma honesta. En mi experiencia, es este tipo de autoconocimiento el que crea confianza, que a su vez, genera calma y capacidad para mantener la perspectiva, lo que conduce finalmente a poder conectar de manera significativa con los demás, y esto para mí es la base de todas las cosas”, afirma en su libro.
La luz de cada persona
Para Michelle Obama, destinada a un nuevo best seller mundial con The Light We Carry, en realidad, “una luz alimenta a otra. Una familia fuerte da fuerza a otras familias. Una comunidad comprometida puede encender a las que la rodean. Ese es el poder de la luz que llevamos”.
Explica cómo, en cierto modo, fue su padre, con su ejemplo y apoyo, quien le dio de su luz haciendo posible que ella tuviera la fortaleza necesaria para, sin más rodeos, hacer historia. “Todas las luces son muy importantes”, reclama.
“Hoy es martes”. Oprah Winfrey lo repite como un mantra. Su vida ha sido también complicada y no lo ha tenido nada fácil, pero ahí están. Un día cualquiera, una oportunidad para miles de personas que buscan inspirarse y encontrar las ganas para seguir adelante en tiempos revueltos.
Las dos mujeres se abrazan y se despiden, pero se nota que probablemente se van juntas a cenar. La muchedumbre sale del estadio YouTube de Los Ángeles con energía, al ritmo de la música de Beyoncé, con el deseo de mantener “la luz” encendida. Hoy es martes, un gran día.