Las mujeres han estado y están presentes en los servicios de secretos ocultas tras distintos roles que les han permitido obtener información de inteligencia. De hecho, hoy en España, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) está liderado por una mujer, Esperanza Casteleiro. 

    Como dice Carmen Posadas en Licencia para espiar (Espasa, 2022), si hay un campo donde se ponen a prueba las "armas de mujer" es en el espionaje. "Desde la más remota antigüedad siempre ha habido féminas que aunaban inteligencia, valor, mano izquierda y mucho ingenio". 

    Ejemplo de ello de son las vishna kanyas o damas venenosas. Doscientos años antes de Cristo, en la antigua India, se entrenaba a decenas de niñas haciéndolas comer ponzañas para convertirlas en bombas andantes. Se decía que un beso suyo podía acabar con la vida de cualquier persona.

    [Los tópicos sobre las mujeres espías ¿mito o realidad? Lo resuelve Carmen Posadas]

    Cientos de años después, durante la Edad Media, además de la Inquisición, funcionó especialmente bien una agencia de espionaje lúdica y amable, formada por los y las juglares. Estos iban de corte en corte y entre ellos cabe destacar a la espía de Alfonso X, María 'la Balteira', que evitó una gran masacre. 

    Catalina de Médici e Isabel de Inglaterra hicieron durante el Renacimiento del espionaje su mejor aliado. También fue clave el papel de 'la Malinche' en el siglo XV. Princesa, esclava, traductora y espía, tuvo un rol clave en la conquista de México. 

    Las mujeres también fueron determinantes en la Guerra de la Independencia y es que utilizaron el amor para desbaratar un plan de los franceses que hubiese hecho saltar por los aires la ciudad de Ronda. 

    A continuación, nos detendremos a analizar el papel de las espías desde la I Guerra Mundial hasta la actualidad mediante diferentes perfiles de mujeres. Pero antes, para todo aquel que se pregunte por qué las mujeres espían mejor, podemos responder según una entrevista a una agente publicada en Licencias para espiar. 

    De acuerdo con esta, las mujeres hoy ocupan un tercio de la plantilla del CNI, aunque no todas se dedican a las operaciones, "hay que resaltar que la implicación de las mujeres en ámbitos operativos suele ser muy eficaz". La espía destaca que, en general, las mujeres "somos muy sutiles a la hora de analizar los diferentes elementos de información, habitualmente despertamos menos sospechas a la hora de penetrar en ciertos ambientes y además somos sumamente discretas". 

    De Mata Hari a Ana Montes, nueve mujeres que demuestran que ellas espían mejor: 

    [Mujeres clave de la II Guerra Mundial: inventoras, espías y francotiradoras]

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    Mata Hari (1876-1917)

    Margaretha Geertruida Zelle, bailarina, actriz y espía neerlandesa, más conocida como Mata Hari, es probablemente la espía más famosa de la historia. A día de hoy, no se sabe cuándo ni cómo fue reclutada en Berlín.

    Mata Hari recopiló información de inteligencia para Alemania bajo el nombre en clave de H-21. Como ciudadana de un país neutral podía moverse libremente por Europa y con sus eróticos bailes sedujo a los oficiales enemigos. 

    En 1916, los sistemas de contrainteligencia franceses la capturaron y convencieron para que realizara una misión para Francia en España. Algunas informaciones señalan que seguía trabajando para Alemania y por ello fue sentenciada a morir fusilada.

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    Caridad Mercader (1892-1975)

    Militante comunista cubana y agente del NKVD (policía secreta soviética), es especialmente conocida por ser la madre del asesino de Trotski y por haber participado en dicha operación. 

    Mercader pertenecía a una familia acomodada, se casó joven y tuvo cinco hijos. Tras el fin de su matrimonio, se alejó de su familia y círculo social. Frecuentó círculos anarquistas y finalmente se adhirió al ideario comunista. Alcanzó cierta notoriedad en las filas del PSUC, en 1936 encabezó una misión propagandística en México y después se convirtió en agente del NKVD en España. 

    Fue ella misma quien adiestró a Ramón Mercader y le acompañó hasta la puerta de la casa que Frida Kahlo había alquilado a Trotski y le esperó en la puerta para facilitarle la huida. 

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    Josephine Baker (1906-1975)

    Josephine Baker fue una bailarina, cantante y actriz francesa, considerada la primera vedette y estrella internacional negra.

    Durante la II Guerra Mundial ayudó a la resistencia francesa y recibió el honor militar francés.

    Desde el comienzo de la guerra fue un agente de contraespionaje, contratada por Jacques Abtey (jefe de la contrainteligencia militar en París). Cumplió misiones importantes y es especialmente conocida por haber utilizado sus partituras musicales para ocultar los mensajes. 

    En 2021, se convirtió en la sexta mujer y primera negra en ser enterrada (simbólicamente) en el Panteón Nacional. 

    Conocida como la Venus de Bronce o la Diosa Criolla, también fue conocida por sus contribuciones al movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. 

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    África de las Heras (1909-1988)

    Conocida como 'Patria', fue una espía de la Unión Soviética nacida en Ceuta. Es curioso que su familia fuera amiga y colaboradora del general Franco. Ella tenía otras ideas. 

    Fue reclutada en 1937 por agentes de la NKVD y enviada a Moscú, donde fue formada. Se cree que la encargada de iniciarle en el arte del espionaje fue Caridad Mercader. 

    Bajo el lema 'el fin justifica los medios', África de las Heras consiguió tejer una red de espías que se extendió por toda América del Sur. 

    Su labor para la KGB la llevó a ascender al grado de coronel. Fue responsable entre la II Guerra Mundial y la década de 1970 de la política de la agencia para Europa y América Latina.

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    Larissa Swirsky (1910-1977)

    Más conocida como 'la reina de corazones', fue una mujer nacida en Odesa (Ucrania, entonces Rusia), que huyó del país tras la revolución bolchevique por estar emparentada con los Romanov. 

    Trabajó como agente doble en el estrecho de Gibraltar. Primero espió para los alemanes, pero tras conocer las atrocidades que cometían, se ofreció a los servicios secretos británicos. 

    En un documental, su hija cuenta que su madre la utilizaba cuando tenía que realizar una misión y necesitaba pasar inadvertida. 

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    Nancy Wake (1912-2011)

    Nació en Nueva Zelanda, pero creció en Australia. Estaba casada con Heri Fiocca y vivía en Marsella cuando los alemanes invadieron Francia. 

    Entonces se unió a la resistencia y guió a los aviadores aliados que escapaban por los Pirineos. Cuando fue delatada en 1942, huyó a Gran Bretaña. 

    Tras el asesinato de su marido en manos nazis, Wake voló a Francia trabajando para el Ejecutivo de Operaciones Especiales británico como paracaidista. 

    Además, trabajó como infiltrada, disfrazándose y teniendo citas con soldados alemanes para sonsacarles información. Su capacidad para engañar a los alemanes disfrazándose y evadiéndose le valió el apodo de 'ratón blanco'

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    Hedy Lamar (1914-2000)

    Nacida en una familia judía en Viena (Austria), comenzó sus estudios de ingeniería a los dieciséis años, pero tres años después la abandonó para dedicarse a la interpretación. Se casó en un matrimonio forzoso con traficante de armas que desaprobó su carrera de actriz y la obligó a ser anfitriona de sus amigos, que incluía algunos nazis. 

    Harta de esa vida, Hedwig Eva Maria Kiesler huyó primero a París y luego a Londres, donde conoció al legendario jefe de MGM Studios, Louis B. Mayer. Vendió sus joyas y huyó a los Estados Unidos en el mismo barco en que él regresaba, para convencerlo de que la contratara. Al llegar a tierra, ya tenía un contrato de siete años y un nuevo nombre: Hedy Lamarr.

    Protagonizó más de 30 películas, pero fue su faceta como inventora la que le hizo ganar un lugar en la historia de la II Guerra Mundial. Desarrolló un sistema de guía para los torpedos aliados capaz de intercambiar sus frecuencias para disminuir la posibilidad de ser interceptados por el enemigo. Los elementos de sus inventos pioneros pueden verse en la tecnología Bluetooth y wifi actual.

    Además, fue una espía amateur en plan guerra. Entregó al Gobierno estadounidense toda la información confidencial que poseía. 

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    Coco Chanel (1883-1971)

    Coco Chanel demostró al mundo que las mujeres podían ser alguien. Pasó de crecer en un orfanato a vestir a las divas del siglo XX y convertirse en un icono de la historia de la moda. La revista Time la considera una de las cien personas más influyentes del siglo XX. Y es que la exitosa diseñadora tuvo una vida llena de amor y desamor, de ascenso social y económico en la que no faltó la traición. 

    Ahora bien, hay una cara menos conocida de Chanel y que probablemente nunca se llegue a esclarecer: su faceta de espía. 

    En 1940, los alemanes ocuparon París y Chanel, que ya era un icono, huyó de la capital. Los nazis, que deseaban mantener la fama de la ciudad, lograron su retorno. 

    El documental La sombra de una duda, emitido por France 3, cuenta que la diseñadora volvió, pero allí se convirtió en agente secreto que trabajaba directamente para la inteligencia alemana. El historiador Franck Ferrand aseguró que unos documentos localizados en los archivos del Ministerio de Defensa galo así lo demuestran.

    Según dicho documental, Chanel se habría enamorado de Hans Günther von Dincklage, un diplomático alemán que resultó ser un reclutador nazi de espías. A través de él, supuestamente logró Chanel la liberación de su sobrino Gabriel, del que siempre se sospechó que era hijo de la propia diseñadora. En el 44 fue detenida y acusada de colaboracionismo. Tras este episodio se exilió en Suiza. 

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    Ana Montes (1957-)

    El pasado 6 de enero, la Oficina de Prisiones de Estos Unidos ordenó libertad provisional para una mujer que llevaba 20 años en la cárcel.

    Ana Belén Montes había comenzado a trabajar para la Agencia de Inteligencia estadounidense en 1985. Alcanzó enormes cuotas de poder y se pasó 16 años espiando para el régimen cubano de Fidel Castro. 

    De origen puertorriqueño, su padre ejercía de médico para el Ejército de Estados Unidos y por eso ella nació en Alemania Occidental, donde estaba destinado, en plena Guerra Fría, en 1957. Estudió en Estados Unidos y en el 84 ya trabajaba como oficinista en el Departamento de Justicia. 

    Fue allí, cuando la visión crítica de Ana hacia las políticas estadounidenses con Centroamérica llamó la atención del régimen cubano. Tras reunirse con ella, la convencieron para que les ayudara.

    Entró a los 28 años en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), un productor clave de inteligencia para el Pentágono. Allí su carrera fue brillante y se convirtió en la mejor analista cubana. 

    Pero todo ese tiempo lo pasó filtrando información militar estadounidense clasificada e influyendo en las opiniones del gobierno sobre Cuba.

    Era hábil. Nunca eliminó ningún documento de trabajo. Memorizaba datos y al llegar a casa los escribía en su portátil. Después pasaba la información a discos encriptados. También tenía una radio de onda corta mediante la que recibía instrucciones de los cubanos. 

    ¿Cómo fue desenmascarada? La pista la dieron dos desertores cubanos. Con esa sospecha, Peter Lapp, amparado en la Ley FISA, registró el domicilio de la mujer en Washington y allí encontró la radio y el ordenador que evidenciaban su labor de espionaje. 

    Europa Press