Todo el año esperando a que llegue 'la mejor' estación. Temperatura ideal, días más largos, noches para disfrutar, más tiempo libre, más relajación y las vacaciones… Pero para muchas mujeres, esta imagen bucólica desaparece y se convierte en mayor estrés y ansiedad.
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Es bien conocido entre la comunidad psicológica, que cuando llegan los primeros calores veraniegos suele observarse un repunte de personas, especialmente entre las mujeres, que experimentan ansiedad, con síntomas como taquicardias, cansancio e irritabilidad.
Aseguran los especialistas, que desde un punto de vista de funcionamiento cerebral, éste es un proceso neuropsicológico normal, en el sentido de que cuando aumenta la temperatura el cerebro se hiperactiva, y esta aceleración nos lleva a un estado de irritabilidad más elevado. Entra dentro de los parámetros habituales.
Una temperatura suave en el ambiente aumenta el estado de bienestar y procura buen humor, mejora la flexibilidad y la tolerancia. Pero el calor muy intenso, como el que estamos pasando estos días, aumenta la fatiga, la agresividad y la ansiedad. El calor también es el causante de síntomas como el insomnio, la confusión, la sudoración excesiva y la dificultad para concentrarse, así como el descenso en el rendimiento.
Esperar la cosecha
Según los expertos en Psicología, el verano seguiría siendo una estación para relajarse, si significara lo que fue antiguamente: una época para refugiarse del calor, esperar la cosecha en septiembre y no hacer nada, salvo contemplar el paisaje y hablar de cosas sin relevancia.
Hoy el verano se ha convertido en un espacio que hay que rellenar de cosas, que además deben ser mejores que las de tus semejantes, que las que ves en redes sociales, y que deben procurarte mucha felicidad. Tenemos que conseguir que el verano sea un éxito. Un caldo de cultivo para generar ansiedad: necesidad de control y miedo al fracaso.
También es verdad, que durante la época estival se convive más tiempo y en mayor intimidad con parejas y familiares. Y hay casos, en los que esto puede revelar un problema de relación, que se enmascara con el ajetreo del trabajo y la vida diaria.
Depresión de la tumbona
En torno al año 2004, los doctores de la clínica psiquiátrica austriaca Wagner-Jauregg acuñaron la expresión ‘depresión de la tumbona’. Con ella se referían a la ansiedad que empezaban a tratar en algunas pacientes con dificultad para olvidarse del trabajo en sus periodos de descanso estival. Hoy ese síndrome, también llamado estrés vacacional o bajón veraniego, es cada vez más frecuente.
Sílvia Sumell Canalda, psicóloga y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) asegura que “mientras se trabaja a un ritmo trepidante, los niveles de cortisol y adrenalina (las dos hormonas relacionadas con el estrés) son elevados. La adrenalina hace que nuestro sistema inmunológico esté más fuerte y el cortisol actúa como antiinflamatorio, todo ello para que podamos aguantar largas jornadas. En cambio, cuando entramos en 'modo vacaciones' estos niveles de hormonas disminuyen, con lo que nuestro sistema inmunológico se deprime y podemos enfermar con más facilidad o tener algunos problemas de salud”.
El estrés vacacional "afecta a las mujeres para las que el trabajo lo es todo y en su día a día (periodo no vacacional) tienen poco o nulo tiempo de ocio, así como tampoco tienen tiempo para su familia e hijos", asegura la psicóloga.
Y continúa: "De repente, cuando se encuentran de vacaciones, no saben hacer frente a todo ese tiempo libre, no saben cómo relajarse y disfrutar de él. De tener una agenda a tope y estar siempre pendientes del móvil y de los correos electrónicos, pasan a no tener nada de ello. Y cuando la persona se queda sin su rutina de hábitos laborales y profesionales, se desestabiliza".
En cuanto al tipo de personalidad que hay detrás de la gente que padece este problema, encontramos a "mujeres con un elevado nivel de autoexigencia, acostumbradas al 'tengo que hacer' y a las cuales les cuesta delegar o que están habituadas a trabajar bajo presión. A veces, son personas a las que les da miedo ir de vacaciones porque temen lo que pueden encontrarse a la vuelta. Erróneamente, creen que son imprescindibles y que nadie podrá realizar su trabajo si ellos no están presentes", una sensación que afecta, según el informe anual InfoJobs-ESADE sobre el Estado del mercado laboral en España, al 34 % de los empleados. De hecho, el 8 % nunca se coge más de una semana seguida de vacaciones por temor a que el trabajo no salga adelante en su ausencia.
Según este informe, el 51 % de la población activa española declara que responde a correos electrónicos y atiende a llamadas de trabajo durante su periodo de vacaciones. Suelen ser "personas acostumbradas a realizar largas jornadas laborales (10-12 horas al día), que ocupan cargos muchas veces de elevada responsabilidad, o bien que asumen muchas funciones", explica Sílvia Sumell como experta en psicología del trabajo y salud laboral.
El informe InfoJobs-ESADE traduce esta información en datos: "Los trabajadores con cargo de empleado se conectan durante las vacaciones a la oficina en el 45% de los casos; los mandos intermedios lo hacen en el 68%, y los cargos directivos, en el 84 %". Muchos lo hacen de motu proprio, pero para el 30 % de los consultados se debe a las exigencias de sus jefes, a quienes les parece lógico que los empleados estén permanentemente conectados, aunque sea contraproducente.
"Los trabajadores rinden más si pueden descansar y desconectar unos días", apunta Gina Aran, experta también en empresas saludables y cultura de empresa. "Ello repercute en su salud y bienestar, así como en su felicidad, al poder disfrutar de lugares y personas a los que quieren. El hecho de que los empleados sientan bienestar previene enfermedades psicológicas o del sistema nervioso, así como dolencias osteomusculares, daños en la vista o problemas de obesidad", añade.
El 15 % de las trabajadoras asegura empezar con agobio su descanso, por no haber organizado este periodo con tiempo. En el otro extremo, se encuentran quienes "planifican unas vacaciones tan estresantes, en el sentido de rellenar cada uno de los días y todas las horas con un montón de actividades, que no les permiten parar ni un instante. Es una forma de mantener la sensación de estar ocupadas. Obviamente, todo ello va a aumentar los niveles de estrés de la persona y de la gente que la rodea", dice Sílvia Sumell.
Y luego está la familia: "Hay personas que sólo están acostumbradas a hacer frente a las obligaciones profesionales. Si, de repente, se encuentran con que tienen que atender a una pareja y unos hijos, se estresan. En vacaciones todo suele ser más intenso y pueden aumentar los conflictos", asegura la psicóloga.
Detox Digital
"Es necesario un 'detox digital'", aconseja Gina Aran, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. "Desconectar es muy necesario para descansar y para seguir siendo productivos después. Recomiendo a todas las personas que estén de vacaciones que desconecten y experimenten otras cosas, que disfruten y se relajen. Para aquellas que no puedan evitar consultar su teléfono inteligente, es recomendable que se obliguen a hacerlo solo un día a la semana y en una franja horaria concreta", especifica.
Consejos para un verano sin estrés
Además, unos días antes de irse de vacaciones hay que "intentar bajar el ritmo de trabajo. Piensa o escribe qué cosas te gustaría hacer cuando estés en esos días de descanso y planifica unas vacaciones realistas. No intentes ocupar todo el tiempo con actividades", propone, por su parte, Sílvia Sumell quien, además, ofrece estos consejos:
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Ten presente que no tienen que ser unas vacaciones perfectas; es decir, prepárate para los imprevistos, porque alguno habrá, y concédete un tiempo de adaptación. No todo el mundo es capaz de desconectar el primer día a primera hora.
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Evita responder a llamadas, whatsapps o correos electrónicos del trabajo. Si esto no es posible, intenta consultar el correo en un espacio del día en concreto, que no afecte a la dinámica familiar. Y no lo hagas justo antes de acostarte. Para dormir es mejor dejar el móvil en otra habitación e incluso apagarlo.
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Intenta modificar el "tengo que hacer / debería…" por el "me gustaría / me apetecería…".
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Haz algo de ejercicio para dormir mejor y descargar adrenalina
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Descansa todo lo que puedas. Si es posible, evita madrugar o realiza pequeñas siestas.
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Resérvate un tiempo para ti sola. Puede ser una pequeña siesta, 30 minutos de lectura, un paseo por la mañana…