Lleva años la Fundéu intentando cerrar el debate sobre si el término albañil puede llevarse al género femenino o si lo correcto es referirse en genérico a la mujer empleada en la albañilería. Ambas expresiones son válidas, pero el academicismo y la costumbre no siempre llegan a consenso al mismo tiempo, por lo que no extraña que todavía haya algún reticente a añadir una a final para referirse a la profesión.
[La madrileña que se convirtió en la primera arquitecta española antes de la Guerra Civil]
Albañil, albañila... El mismo debate se da con muchos otros oficios, pero el caso del "ladrillo" es de una propia particularidad. Hace medio siglo, pensar en mujeres recogiéndose el pelo en un casco y enfundándose un chaleco reflectante habría sido, como poco, osado.
Sin embargo, hoy la realidad se torna muy distinta y las mujeres representan el 11,1% en un sector tan masculinizado como lo es el de la obra, tal como confirman los datos del Observatorio de la Construcción.
Las estadísticas, aunque aún sean limitadas, respaldan la inclusión que lleva años abriéndose paso en ámbitos como la ingeniería, la arquitectura y otros oficios en los que ellas desafían las brechas, poniéndose al servicio del martillo y la grúa.
Una iniciativa pionera
Las experiencias de las que ha sido testigo Laura Baquero a lo largo de su carrera sirven como muestra de la desigualdad que aún existe en esta industria, pero celebra que "las empresas cada vez son más conscientes de que incorporar a las mujeres en sus plantillas es positivo".
Ahora, en pleno 2023, hay una demanda en alza de estas profesionales, explica la arquitecta y fundadora de Ella Construye, la primera empresa de proyectos y reformas integrales que apuesta activamente por la incorporación femenina desde 2017.
Su plantilla ha llegado a integrar a ocho mujeres y personas trans (electricistas, carpinteras, jefas de obra, pintoras, etc.) y responde, desde el día a día, a la necesidad de cubrir estos puestos, cada vez más atractivos —y disponibles— para las futuras trabajadoras.
Oportunidades por explorar
El sector demanda hoy la incorporación de 700.000 profesionales, en un momento en el que cada vez hay menos jóvenes dispuestos a subirse al andamio, pero la cifra de mujeres que quieren formarse en el trabajo manual de la obra crece exponencialmente.
Para convertir esta aspiración en una realidad tangible, Baquero traslada los conocimientos aprendidos en la ETSA de la Universidad de Sevilla a los proyectos que su agencia organiza cada año. Además de los trabajos que conforman su día a día, Ella Construye se dedica a instruir a mujeres para facilitar su empleabilidad.
Lo hace a través de programas de divulgación por los institutos españoles, excursiones y campamentos gratuitos como el que este año reunió a una treintena de profesionales —de las 400 inscritas— en su edición inaugural.
Todas estas iniciativas pretenden allanar el camino bajo un mismo mensaje, el de que "en el sector hay trabajo para todas las personas, sin importar su género".
Brechas a pie de obra
La construcción es una de las actividades con mayor peso en la economía española, y ya no hay quien se asombre al encontrarse con arquitectas y técnicas en las compañías del sector. No ocurre lo mismo, sin embargo, con los proyectos a pie de obra, donde las mujeres solo ocupan un 0,8% de los empleos.
La razón detrás de este reducido porcentaje está en que, en palabras de Baquero, "muchas veces, ellas mismas se sienten inseguras sobre sus capacidades o desconocen que hay oficios que no requieren tanto de fuerza como de especialización. Pero también los empleadores o los propios compañeros pueden tener ciertos prejuicios".
La desigualdad y la infrarrepresentación femenina en la obra están sustentadas en la reproducción de roles de género que son fundamentalmente sexistas, confirma también el estudio conducido por Ane Alonso desde el Instituto Vasco de la Mujer.
La investigación, publicada recientemente, ofrece datos reveladores sobre el rol de la mujer en la construcción, donde las cifras no se han incrementado en los últimos veinte años. De hecho, épocas como la crisis inmobiliaria de 2008 o la llegada del coronavirus en 2020 llevaron a que ese pequeño porcentaje de incorporación femenina disminuyera aún más.
En este sentido, uno de los factores detrás de esta escasa representación está en la permanencia de estereotipos. La división entre los trabajos considerados femeninos y masculinos acaba haciendo que ellas sean sistemáticamente rechazadas en profesiones ocupadas por hombres.
Si, aun así, consiguen superar esa barrera, también deben enfrentarse a otros conflictos en cuanto a brechas salariales y acceso a puestos de alta dirección. Aunque también debe destacarse que, desde 2022, las mujeres autónomas están siendo las protagonistas de la generación de empleo, y ya son más de 40.000 las profesionales que trabajan por cuenta propia en la industria.
Otro término que tampoco resuena con fuerza en el sector es el de la conciliación. Los horarios dificultan la vida cotidiana de la madre trabajadora, pero la situación es aún más preocupante cuando esta queda embarazada.
Es cierto que, en los trabajos a pie de calle, el trabajo requiere un uso activo del cuerpo y es incompatible con las fases más avanzadas del embarazo. Sin embargo, la realidad es que además de suponer un parón obligado, muchas mujeres encuentran en esta etapa de su vida una dificultad añadida para encontrar trabajo.
Pese a que en profesiones similares ya existen referentes de normativa —como es el caso de las tripulantes de vuelo— para que la gestación no sea un impedimento, "al representar las mujeres una minoría en la construcción", todavía se requiere la aplicación de una regulación específica en esta materia. Además de incentivos, para que las empresas pongan sobre la mesa cuestiones que con el tiempo irán afectando a un porcentaje mayor de su plantilla.
"Este es un compromiso de todos, y por suerte cada vez surgen más iniciativas de parte de compañías que apoyan la causa desde su punto de vista y con sus medios", apunta Laura Baquero.
Al igual que hacen las instituciones, las "propias empresas del sector también pueden hacer muchas cosas en favor de la inclusión: formaciones con compromiso de contratación, búsqueda activa de mujeres, planes de igualdad, etc.".
También hay otro asunto cuyo abordaje se presta necesario en un sector que pide ahora más empleo que nunca. La falta de referentes, un hándicap en la incorporación femenina al sector que la compañía de Laura Baquero trata de resolver, divulgando contenidos e incluso participando en programas de televisión dirigidos al público infantil.
Inspirando el cambio
En las redes sociales de Ella Construye, una puede encontrarse con los testimonios de mujeres excepcionales como Marta Ballestero, cuya historia sirve como muestra de que las personas con discapacidad física también pueden dedicarse a la obra.
"Soy una persona que creía que tenía menos fuerza de la que tengo realmente. He tirado escombro, picado, he colocado pladur, he lijado, he emplastecido... Y lo he hecho yo todo", revelaba la profesional hace unos meses.
A ella también se suman otros muchos nombres, como el de Marta Alcahuz, Shirley Crespo e incluso las jóvenes alumnas del Instituto Provençana (L'Hospitalet de Llobregat), que demuestran que el futuro del ladrillo también se piensa en femenino, y que transmiten con su imparable vocación el lado más bonito y amable de la construcción en España.