Es la primera vez en mi vida que escribo 'señoro'. No ha sido aceptado por la RAE y es un neologismo. Pero si leen sobre el concepto a que se refiere este término, podrán entender por qué lo utilizo.
Tras el archifamoso beso, intenté hacer un ejercicio de empatía y procuré vivir como si no lo hubiera visto. Lo confieso, quise mirar para otro lado.
La final había sido tan relevante que sentí la victoria como un avance social, como el logro de aquellas mujeres que habían conseguido llegar a lo más grande partiendo de cero.
Como España entera, me emocioné cuando pitaron el final del partido. Se me saltaron las lágrimas. Para hacerlo aún más especial, lo vi en un bar de Londres rodeada de aficionados ingleses que jaleaban a su selección y que se fueron frustrados con el resultado.
Estas futbolistas han dado un paso de gigante en la historia del deporte español femenino. Me negaba a que algo tan desafortunado enturbiase el orgullo y la felicidad de un triunfo colectivo que nos une a todos.
Tardé unas horas en querer posicionarme. Me parecía una injusticia intolerable que el foco se pusiera sobre algo distinto de la alegría.
Tardé poco en aterrizar en la cruda realidad. Cuando escuché las disculpas de Rubiales supe que el problema era mucho mayor de lo que parecía. Era el discurso prototípico de un 'señoro' que pretendía salir ileso de algo que para él carece de importancia y que nos convierte a los críticos con su actitud en auténticos estúpidos sensibles.
Llegué al aeropuerto de Heathrow el lunes por la tarde y vi a una señora leyendo EL ESPAÑOL en su móvil. Me acerqué por detrás -ella estaba sentada- y le dije que éramos del periódico y que si me podía decir qué noticia le interesaba. Mera curiosidad. Sin mirarme, sin girarse me dijo que estaba leyendo 'lo de Rubiales', que le parecía impresentable.
Vine todo el vuelo pensando en aquello. Ya sabía que se había filtrado un video en el que Jenni Hermoso decía, sin saber que eso iba a trascender, que a ella no le había gustado.
¿Se imaginan el momento más importante de su carrera, con todas las cámaras delante, en el que una persona que tiene poder para decidir sobre su futuro, les sujeta la cabeza y les besa en los labios? ¿Pueden imaginarse ese momento?
Luego llegaron las comparaciones con el beso de Iker Casillas y Sara Carbonero. Ya lo que faltaba por oír. Imagínense cualquier empresa en la que trabaje una pareja. A nadie le sorprende que se bese en un gesto de celebración.
Pero recuerden ustedes su último éxito profesional. ¿Besarían en los labios a un miembro de su equipo como muestra de celebración? Es inconcebible. Salvo ejemplos aislados y circunstancias concretas, a nadie se le pasa por la cabeza.
Todo puede ir siempre a más. Así pasó. Cada noticia era peor.
Llegué al límite de mi capacidad de silencio cuando vi el video en el que, en un gesto de victoria, obsceno y de otros tiempos, se agarró los genitales como la forma más soez y machista de decir ese "¡Toma…!" que se interpreta al verlo.
La Infanta Sofía estaba a su lado en el palco.
¿Perdón? ¿Que este "señoro" representa al fútbol español? No puede ser.
La infanta es una chica de dieciséis años, una menor de edad. Lleva toda la vida siendo educada para saber que no puede salirse del guion. Cualquier cosa que haga, que diga e incluso que se ponga puede ser cuestionada por su papel en una institución.
Sofía estaba allí, en las antípodas, contenta mientras su hermana está en Zaragoza, cumpliendo con su obligación, le apetezca más o le apetezca menos, porque es su deber.
Tan sonriente, la menor de las hijas de Felipe VI, cumplió con su papel, portando una bandera. Como siempre, comedida pero ilusionada porque sabía que eso era una conquista para nuestro deporte.
Y de repente, un señor que representa al fútbol se agarra los genitales para celebrar su triunfo. A su lado. Definitivamente, eso no es 'Marca España'. España no es ni quiere ser eso.
Tengo dos personas muy cercanas que presiden clubes de fútbol. Ninguno lo habría hecho. Bueno, ni ellos lo harían ni consentirían que ninguna persona de su equipo lo hiciera. El deporte es otra cosa. Por otra parte, las instituciones españolas que participan en la elección de Rubiales, no le votaron para que se comportara así.
Me pregunto si la dimisión es el camino o realmente hay algún procedimiento para que la decisión la tomen otros, los que puedan mover esos hilos. ¿Hay que esperar a que dimita o habrá alguien que pueda arreglar este desaguisado?
PP y PSOE están de acuerdo. Lo de Podemos es incomprensible. La ministra de Igualdad intenta volver a llevar el debate a que su 'sí es sí' es un acierto y no un error. Tras su destacada ausencia en esa histórica final, volvemos a insistir en algo que ya tenemos debatido hasta la saciedad.
Cuando una hace los primeros pinitos en el feminismo, te enseñan que la igualdad es un camino largo por recorrer, que un paso adelante para que no implique veinte pasos atrás tiene que estar cargado de rigor, coherencia y prudencia en las decisiones sobre las batallas a las que se acude.
Yo no quiero ser cómplice en esta situación. Por eso, hoy rompo mi silencio. Esto es una cuestión de educación, de defensa de los valores. Si el 'señoro' Rubiales se agarra la entrepierna viendo el partido en un bar, me parece horrible, pero no daría lugar a un artículo como este.
Pero si lo hace en el palco en Sídney y le da un beso en los labios a quien no lo quería y no lo esperaba, quizás su sitio sea la barra del bar y no los lugares a donde puede acudir porque representa al deporte con más seguidores de España.
Mientras termino este artículo me cuentan que se está publicando que Rubiales 'imploró' a Hermoso que saliera junto a él en un video en el que él se 'disculpara'. Lo que faltaba…
La heroína tiene que lavar la imagen del 'señoro' que la ha besado, sin que ella quisiera, en el mejor momento de su carrera y aun algunos le trasladan la responsabilidad a la jugadora para sea la que mueva ficha. 'Habrá que esperar a escuchar lo que dice ella', han argumentado algunos.
No. España no necesita una denuncia para actuar. A criterio de la mayoría, Rubiales no es una buena representación para España en ningún lugar. Me cuesta escribir algo así sobre alguien, pero es el sentir popular. He preguntado a mucha gente y no es una cuestión personal. Solo se trata de que alguien con ese comportamiento 'no nos representa'.
Y si nos representa, tenemos un grave problema. Si les queda alguna duda, lean la prensa extranjera.