Es un tema polémico, controvertido, con defensores y detractores y posiciones totalmente contrapuestas. Precisamente por eso sorprende que haya un caso público en la monarquía europea. Pero existe. Carina Axelsson, esposa del príncipe Gustav, sobrino de la reina Margarita II de Dinamarca, es la primera royal que ha sido madre por gestación subrogada. No fue un tema tabú, sino que se comunicó oficialmente desde el primer momento, pidiendo respeto y privacidad para la pareja.
Hace unos días tuvo lugar el bautizo del pequeño, que se llama como su padre, y en la ceremonia estuvieron presentes varios miembros de la Casa Real, entre ellos el príncipe Christian de Dinamarca, hijo de los herederos al trono, Federico y Mary. Fue uno de los seis padrinos que tuvo el bebé. Su nacimiento ha marcado un hito histórico en la monarquía y fue anunciado con una clara petición.
"Por el bien del niño, absténganse de hacer más preguntas. Se publicará más información cuando llegue el momento", dijeron en un comunicado. El príncipe Gustav y Carina residen en Alemania, donde esta técnica de reproducción está prohibida, por lo que la subrogación tuvo lugar en Estados Unidos.
La figura de Carina Axelsson cobra relevancia en la historia de los Glücksburg, no solamente por el hecho de que haya recurrido a un vientre de alquiler para cumplir su sueño de ser madre, su historia de amor con el príncipe Gustav Sayn Wittgenstein Berleburg también estuvo marcada por la polémica.
Nacida en 1968 y con orígenes suecos y mexicanos, la nuera de la princesa Benedicta de Dinamarca nació en Estados Unidos, de familia humilde y católica. Es escritora de literatura juvenil, aunque también hizo sus pinitos como modelo en su juventud. Como curiosidad destacar que trabajó como relaciones públicas para el diseñador John Galliano durante su estancia en París. Allí conoció al que, según sus propias palabras, es el hombre de su vida. Corría el año 2003 y Carina lo recuerda así: "Fue una cita a ciegas, pero ninguno de los dos lo sabíamos. Tras la cena, le pedí su número y la llamé. Así comenzó nuestra historia de amor". Sin embargo, quizá no esperaba las dificultades que tendrían para casarse.
La boda se celebró el 6 de junio de 2022, tras casi dos décadas de noviazgo, y no por decisión propia. Aunque parezca una anécdota anacrónica y casi inverosímil, pesaba sobre ellos una férrea prohibición. El abuelo paterno del príncipe, un alto general del ejército alemán relacionado con el nazismo, dejó en su testamento una norma clara sobre los matrimonios de sus herederos.
Ninguno de ellos podría darse el "sí, quiero" con una mujer que fuera plebeya, de otra raza o que profesara una relación diferente a la protestante. Carina no cumplía con dos de ellas. La consecuencia directa sería perder sus títulos, la cabeza de la casa Sayn Wittgenstein Berleburg y el castillo de la familia.
Enamorado y dispuesto a luchar, el príncipe Gustav no siguió los pasos de su padre que sí se casó con una mujer de la realeza, la princesa Benedicta de Dinamarca, y no dudó en iniciar una batalla legal para impugnar el testamento de su abuelo. Su finalidad: para poder llevar a Carina al altar. Lo consiguió en 2020 cuando la Corte Suprema de Alemania rescindió el documento. Durante todo este tiempo, la pareja, totalmente aceptada en su propia familia y en la realeza europea, ha llevado una vida normal.
Tras su enlace llegó el momento de cumplir otro sueño: ser padres. Una nueva dificultad se impuso y ambos decidieron optar por recurrir a la gestación subrogada y no lo ocultaron. Así comunicaron que serían padres por primera vez: "La princesa Carina y el príncipe Gustav están muy contentos y agradecidos por esta oportunidad y dan las gracias a todos los implicados que han ayudado a encontrar un camino legal".
Superados los obstáculos, la pareja real disfruta de su reciente paternidad en el castillo de Berleburg (Alemania), donde el nuevo príncipe fue bautizado en la capilla privada. La reina Margarita II no estuvo presente por motivos de salud, ya que el pasado mes de febrero fue operada de la espalda y prefiere no viajar demasiado.