"Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática", así define la RAE la palabra emoción y precisamente de inteligencia emocional sabe y mucho nuestra entrevistada, la reconocida escritora y divulgadora Elsa Punset.
[Diez ejercicios de Elsa Punset para ser "fuertes, libres y nómadas" con la que está cayendo]
Educar a los niños y las niñas para que aprendan a manejar sus emociones y, de esta forma, ayudarles a tomar mejores decisiones, mejorar sus relaciones con los demás y superar los problemas cotidianos es esencial. De ello depende en gran medida el futuro de una sociedad que adolece de graves problemas.
El uso masivo de los móviles y los peligros que ello conlleva plantea un reto. Ese es el tema principal de 'Los Atrevidos en la isla de los Nimóviles', su nuevo libro que forma parte de una exitosa colección que lleva vendidos 25.000 ejemplares y se ha convertido en libros de referencia para la educación emocional tanto para madres y padres como para docentes.
Los intrépidos hermanos Alexia y Tasi, el perro Rocky y la gaviota Florestán regresan con una nueva aventura para concienciar sobre la importancia del uso razonable de la tecnología y las pantallas. Magas ha hablado con la autora
Su nuevo libro, Los Atrevidos en la isla de los Nimóviles, el último de la saga, parece absolutamente necesario vista la situación. ¿Están los móviles destruyendo en parte la inocencia de la infancia?
Lo que los móviles hacen de forma muy eficaz es atrapar y dirigir la atención de los niños. Son adictivos, ¡literalmente! Así que una vez que el móvil atrapa la atención del niño, como es tan entretenido, tiene todo el tiempo del mundo para alimentar sus mentes con contenidos apetitosos, divertidos, que no exigen esfuerzo, y que posiblemente son directamente peligrosos o nocivos. Imagino que por eso usa usted la palabra "inocencia", porque allí está el peligro: ¿qué ven nuestros hijos e hijas en Internet? ¿Y cómo les afecta? Tenemos que hacernos esta pregunta y afrontarla, aunque la respuesta nos de miedo.
Muchos se plantean que se debería prohibir el uso de móviles hasta los 16 años, ¿qué opina al respecto?
La tecnología es un extraordinario amplificador y facilitador de imágenes e ideas, pero cuando eres pequeño puedes aprender a ser humano sin tocar un solo móvil. Así todo, como soy una optimista realista, creo sinceramente que niños y tecnología tienen que aprender a convivir juntos de forma creativa y sana. La tecnología está en todas partes, y está aquí para quedarse. Así que no toca prohibir, toca regular y limitar, para que en función de tu edad y tu madurez puedas disfrutar de las indudables ventajas de la tecnología. No tiene nada que ver ser un adulto de 25 años con una corteza cerebral madura, que te permite resistirte a los cantos de sirena de los móviles, que un niño pequeño atrapado por una pantalla y sin los recursos emocionales y cognitivos necesarios para limitar el uso del móvil, para comprender la información que ve ni para evitar determinadas trampas. Ese niño, esa niña, necesita adultos y entornos educativos responsables que pongan los límites por ellos.
Hay dos temas especialmente importantes en el uso de la tecnología, como el bullying y el acoso sexual a través de Internet. ¿Están poniendo los padres un arma peligrosa en manos de sus hijos sin darles las herramientas necesarias?
Es una pregunta apasionante, porque lo que nos dicen los estudios es que los padres ni se imaginan a lo que se enfrentan sus hijos e hijas en las redes: la avalancha de pornografía, la desinformación, los retos virales peligrosos, la violencia, las horas perdidas viendo contenidos sin interés, la exposición- sobre todo de las niñas- al acoso machista, al lenguaje malsonante, a los prejuicios… Es mucha fealdad y agresividad para mentes muy jóvenes. Es lógico que Internet y las redes sociales estén afectando seriamente la salud de nuestros niños y jóvenes. Serían de piedra si todo eso no les afectase. El problema es que son conejillos de Indias, la primera generación que está expuesta a la intensidad de los contenidos en red. Curiosamente, les sobreprotegemos en lo físico, pero les abandonamos en lo digital. Y apenas ahora empezamos a comprender el peligro que eso supone para su salud mental.
Los estudios dicen que los menores acceden a la pornografía a través de sus teléfonos móviles a edades muy tempranas. Abramos ese melón, ¿cómo se gestiona un tema tan complicado para tener una visión sana del sexo en menores?
Yo diría que hay dos flancos que podríamos abordar desde ya. Por una parte, regular el acceso de los niños y jóvenes a la pornografía y a la violencia (por cierto, la pornografía es a menudo una expresión de violencia). Los niños tienen mentes demasiado impresionables para asimilar y poner en contexto determinadas prácticas sexuales, y es irresponsable exponerles a ello. Por otra parte, educamos en lo sexual, pero no en lo afectivo. ¿Por qué? Una vida sexual sana tiene unos principios relativamente sencillos de comprender, pero ¿qué pasa con las emociones y los sentimientos y la responsabilidad de cara a la persona con la que te relacionas? Hablo mucho con jóvenes y me sorprende siempre que, en esta sociedad de la información, elegimos educarles en una visión tan mecánica de las relaciones humanas. Supongo que es lo fácil.
No están preparados...
Exacto. Muchos jóvenes no están ni mínimamente alfabetizados en lo afectivo, no saben cómo detectar conductas de acoso o de abuso, no saben cómo gestionar el sufrimiento del desamor, no saben qué comportamientos son más dañinos para las relaciones de pareja… Sabemos a ciencia cierta que tener buenas relaciones afectivas será el indicador más importante de felicidad para ese niño o joven. Entonces, ¿por qué nos saltamos lo más importante?
Su libro es para niños, pero muchos adultos también tienen una relación obsesiva con los móviles y las redes, ¿qué le está pasando a la sociedad que cambia las emociones reales para esconderse tras una pantalla?
Es una buena reflexión, y puedo decirle algo (que recalco en mi libro de Los Atrevidos en la isla de los nimóviles): es en las dos primeras décadas de vida del niño cuando tenemos la oportunidad de enseñarle buenos hábitos de consumo digital, que les durarán toda la vida. ¿Y cómo aprenden los niños? Aprenden observando lo que les rodea, por tanto, es fundamental que los educadores sean buenos modelos en el uso de la tecnología. Así que pacta con tu hija o hijo limites razonables en el uso de la tecnología, pero ofrece a cambio tiempo de calidad sin tecnología, Me refiero a tiempo para cocinar juntos, para pasar tiempo en la naturaleza, para pintar, hacer música, conversar, organizar reuniones en casa, ocuparse de la mascota… En definitiva, tiempo para aprender lo que requiere una vida y unas relaciones humanas vividas con los cinco sentidos, y no solo a través de una pantalla. ¡Espero dar algunas buenas ideas en este sentido en el nuevo cuento!
¿Por qué cree que los problemas de salud mental se han convertido en la enfermedad del siglo?
Porque llevamos unas décadas centrados en un crecimiento material desaforado que no nos ha dado la serenidad o felicidad a la que lógicamente aspiramos… y empezamos a hacernos preguntas interesantes. Tenemos un cerebro complejo, capaz de crear, de escribir poemas y canciones, un cerebro que encuentra enorme alegría en ayudar a los demás y en pertenecer a una comunidad, un cerebro capaz de sacrificarse por un ideal. Los valores de nuestra sociedad de consumo se quedan un poco cortos para nuestro cerebro poeta.
Hay una gran proliferación de coaches en los últimos años, muchos famosos dicen que lo son y muchas personas a través de Internet también ofrecen servicios de coaching emocional y cosas parecidas tras hacerse un curso de pocas horas. ¿No es peligroso poner la salud mental en manos de cualquiera?
A veces los confundimos, pero en realidad coaches y psicólogos tienen roles diferenciados. Los coaches trabajan en la motivación y ayudan a las personas a organizarse y conseguir sus metas. Pero si hay un problema de salud mental, entonces por supuesto que hay que recurrir a un psicólogo o un psiquiatra. El siglo XXI es el siglo de la salud mental, y yo creo que es positivo que hablemos colectivamente desde distintas perspectivas de cómo somos y de cómo podemos gestionar nuestra mente humana. Eso si, cada persona y cada profesional tiene que saber dónde está y qué puede ofrecer honestamente. ¿Ha encontrado usted la receta de la felicidad? ¿cuál sería? Lo siento, ¡no hay receta! Pero sí que hay cinco pilares fundamentales del bienestar humano, y es útil asegurarse de que andamos bien en todos ellos: conectar con otras personas, ser físicamente activo, aprender nuevas habilidades, dar a los demás, y vivir en el presente. Ninguna de estas cosas nos sale fácil, recuerde que tenemos un cerebro programado para sobrevivir al que no le importa que llegues feliz a la noche, ¡le importa que llegues vivo!
¿Por qué nos cuesta tanto superar prejuicios como la edad o las diferencias raciales?
En estos tiempos extraordinarios, tan acelerados, necesitamos más que nunca adoptar nuevos hábitos de vida y de consumo. ¡Pero a los humanos nos cuesta mucho cambiar! Tenemos un cerebro programado para sobrevivir que prefiere malo conocido a bueno por conocer. Se siente más seguro así. Cambiar es más importante que nunca, pero luchamos contra nuestros hábitos y un cerebro conservador y codicioso. A menudo, ni siquiera somos conscientes de lo que pensamos o decimos, nos dejamos llevar por los hábitos y la presión social. Hay que retarse constantemente para despertar y elegir otras formas de pensar y vivir.
El empoderamiento femenino está en auge, ¿qué resortes mentales han de cambiar tanto hombres como mujeres para lograr un pensamiento y comportamiento igualitario?
Le voy a recordar algo que tal vez le sorprenda: hasta que se suprimió en 1977, el código civil en España describía así a las mujeres: "La mujer es un ser frágil, quebradizo, débil, inexperto, inmaduro e irreflexivo". Cuando yo nací, de este modo me describía la ley en mi país. Así que para contrarrestar este mensaje absurdo y tan dañino, las mujeres llevan generaciones analizando y proponiendo soluciones. Creo que los hombres podrían hacer un ejercicio similar de búsqueda y consolidación de identidad masculina. Es un reto, porque los privilegios han sido casi todos suyos y las grandes cualidades masculinas como la conquista y la guerra ya no son tan populares como eran. Tenemos que reinventarnos, juntos, juntas, y superar la dicotomía masculino-femenino. Hay un hombre en cada mujer, y una mujer en cada hombre.
¿Cuáles son las grandes pasiones y los grandes miedos de Elsa Punset?
¿Conoce la leyenda maorí de los dos lobos? Un abuelo le explica a un niño que, desde el principio de los tiempos, hay una gran batalla entre dos lobos. Un lobo pelea por la justicia, la amabilidad, la compasión, la generosidad, la concordia… El otro pelea por la codicia, el miedo, el desinterés y la crueldad. "Esta batalla vive dentro de cada uno de nosotros", le dice el abuelo. "Y qué lobo gana?", pregunta el nieto. "El que tú alimentes", responde él. Mi pasión es que aprendamos a alimentar al lobo bueno. Mi miedo es que no lo logremos.