El Estado francés ha tomado una decisión, respecto a los próximos Juegos Olímpicos de París, que no ha sentado nada bien. Hablamos de la prohibición del uso del velo por parte del equipo de atletas que representará a Francia en la XXXIII edición. Un dictamen que, como era de esperar, ha generado un intenso debate en el ámbito internacional.
Mientras que las atletas extranjeras sí tienen la libertad de vestir acorde a sus costumbres y creencias religiosas, las deportistas francesas no podrán hacerlo. Pero, ¿a qué se debe esto? Aunque de primeras de decisión puede parecer impactante e injusto, esto se debe a un principio básico del Estado: el 'laïcité'.
Como consecuencia de la laicidad del país, la nación debe ser neutral en cuanto a la expresión religiosa y, con mayor hincapié, cuando estas serás las personas que representarán a Francia en las olimpiadas. Y, es que, el equipo de atletas está financiado por el Estado, por lo que la vestimenta y los complementos de los participantes deben regirse por esta normativa.
La reacción internacional
La prohibición ha generado todo tipo de críticas, tanto por parte de los organismos internacionales como por los defensores de los derechos humanos, quienes consideran que ninguna mujer debería ser obligada a vestir de cierta manera.
"Nadie debe imponer a una mujer lo que tiene que llevar o no llevar", expresaba una portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas, destacando así la importancia de respetar la libertad individual en cuanto a la vestimenta.
La política de prohibición de expresiones religiosas 'ostentosas' se enmarca en un momento de controversia en Francia, especialmente tras los atentados extremistas de la última década y el resurgimiento paralelo de la extrema derecha. Desde hace años, el país ha implementado medidas para mantener la laicidad en espacios públicos, como escuelas y edificios gubernamentales.
En 2004, ya se vetó el uso del velo en las escuelas públicas, argumentando que estos símbolos religiosos violaban las leyes seculares del país. Siguiendo la misma línea, el pasado curso escolar iniciaba otra política, la prohibición del uso de la abaya, un vestido o túnica suelta que va desde los hombros hasta el suelo, cubriendo todo el cuerpo salvo cabeza, cuello, manos y pies.
Una decisión firme
La prohibición del velo en el equipo olímpico francés no refleja otra cosa, sino la firmeza del Estado en cuanto a la laicidad y la neutralidad religiosa. Sin embargo, la medida no ha recibido la mejor acogida, tanto a nivel nacional como internacional.
Hay quienes argumentan que esta prohibición limita la libertad individual y puede ser percibida como discriminatoria hacia las atletas que deseen expresar su identidad religiosa a través de su vestimenta.
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Además, esta decisión es también el reflejo de las tensiones y debates en torno al multiculturalismo, la religión y la identidad. Mientras algunos defienden la necesidad de mantener una separación estricta entre el Estado y la religión, otros abogan por el respeto a la diversidad cultural, promoviendo la inclusión y el reconocimiento de las distintas identidades y expresiones.
Pero Francia no es el único país que ha tomado esta decisión, sus colegas, Bélgica y Suiza, también han implementado leyes y políticas que restringen el uso de símbolos religiosos en la esfera pública, argumentando que esto es necesario para preservar los valores democráticos y la igualdad de derechos.
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Medidas que, según algunos religiosos y defensores de los de los derechos humanos, contribuyen a la discriminación y a la exclusión de ciertos grupos sociales.