Tenerife es uno de los grandes destinos vacacionales, no solo para los españoles, sino para todos los turistas que buscan descansar y conocer una parte de la historia y cultura de España. Porque aunque viajar en muchas ocasiones sea desconectar del ajetreo diario y estar tumbado en la playa durante horas, hay veces en las que nuestro interés cultural llama a la puerta.
Suele decirse de Tenerife que en ella hay un poco de todas las islas canarias, por lo que cuenta con el doble de historia que contar. Mientras que El Teide es el gigante natural que lo domina todo, existen sitios que también tienen mucho que aportar, pero que son más desconocidos.
En especial, el pequeño pueblo de Garachico. Un icónico municipio al norte de la isla que está considerado como uno de los más especiales de todo Tenerife. No solo eso, sino que el diario británico conservador The Telegraph, lo situó como el octavo pueblo más bonito de España.
Garachico, Tenerife
La Villa y el Puerto de Garachico fueron fundados a finales del siglo XV por el banquero genovés Cristóbal de Ponte. De hecho, fue un punto de referencia en el tráfico comercial entre Europa y las colonias españolas de América, incluso a pesar de la rivalidad de otros puertos insulares.
Poco tiempo después, se produjo el desarrollo urbano, tal y como explican desde la web de turismo. Las calles, plazas y edificios comenzaron a construir lo que se convirtió en el lugar de vivienda de muchas personas. A finales del siglo XVII ya existían ubicaciones importantes, como iglesias, conventos, ermitas y ricas casonas.
El pueblo de Garachico pudo recuperarse de todo lo que le vino, como plagas y enfermedades; sin embargo, una erupción volcánica el 5 de mayo de 1706 acabó con una gran parte de la localidad, y en especial, el puerto que tan importante era para su economía. La población se empobreció y, obligó a una gran parte de sus habitantes a emigrar.
A finales del siglo XIX y con la ayuda de la ciudadanía, el pueblo pudo recuperar su actividad económica, lo que explica por qué se dice que Garachico es un pueblo que resurgió de las cenizas. En la actualidad, es uno de los núcleos históricos más importantes de Canarias, cuya historia se ve reflejada en sitios como sus piscinas naturales.
Además de su rica historia, Garachico cuenta con características que lo hacen único, como su desnivel que ronda los 2.000 metros desde su elevación de mayor altitud hasta su casco urbano, la llegada al municipio es como un descenso de la montaña hasta el mar.
Su belleza e historia ha conseguido que sostengan diferentes títulos, como pertenecer a la lista de Los Pueblos más Bonitos de España desde 2021 por la conservación de las fachadas de sus inmuebles; la limpieza; el cuidado de las zonas verdes; una completa y variada programación cultural; la circulación de vehículos; el espacio destinado a los aparcamientos y el respeto a las tradiciones, entre otras cosas.
Fue el primer pueblo de Tenerife en participar en este ranking, con el fin de promocionar, difundir y preservar el patrimonio cultural, natural y rural. Además, puede presumir de ser uno de los cascos históricos mejor conservados de Canarias, un motivo por el cual fue declarado Bien de Interés Cultural en 1994.
El municipio también cuenta con la medalla de oro de Bellas Artes por sus tesoros artísticos, entre los que podemos destacar La Casa de los Condes de La Gomera, la iglesia de San Pedro de Daute, la ermita de San Roque, la iglesia de Santa Ana, el convento de San Francisco o la ermita de los reyes.
Piscinas naturales el Caletón, Garachico
A pesar de las grandes ubicaciones culturales, uno de los grandes atractivos de Garachico es, sin duda, sus piscinas naturales. Que además de contar con aguas cristalinas y un paisaje de película, también parte de la historia del municipio está entre sus rocas.
Las piscinas de Garachico fueron formadas en 1706 por ríos de lava solidificada que emanaron de la erupción volcánica. Se encuentran a los pies del paseo marítimo que recorre el litoral del lugar, en un entorno conocido como El Caletón, donde la costa ha sido acondicionada para facilitar el acceso.
El agua del mar del Atlántico entra en las piscinas, por lo que consigue un tono cristalino y, sobre todo, un ambiente que permite darse un chapuzón mientras disfrutamos de unas vistas increíbles del casco histórico y los acantilados de La Culata.
En verano, la zona cuenta incluso con socorrista, pero debemos tener cuidado cuando el mar está muy revuelto. Además, también tiene un restaurante "en la propia lava", aparcamientos, piscina pública anexa, una playa cercana y múltiples lugares en los que disfrutar en familia.