Si hay un país que sea un reclamo único y perfecto para el turismo, ese es España. Especialmente cuando se acerca el verano, ya que es el momento de mayor llegada de visitantes. Decenas de millones de personas, tanto nacionales como internacionales, moviéndose por nuestro territorio y disfrutando de sus maravillas.
Como no podía ser de otra forma, los puntos más buscados de nuestro país son nuestras playas. Esos idílicos enclaves de costa en los que disfrutar del sol y del mar, del buen clima, de las largas noches bajo la luna y de los paseos interminables. Sin embargo, una tendencia que se ha venido desarrollando en los últimos años es la de encontrar playas casi desconocidas.
Con el afán de huir de las masificaciones, muchas personas se marchan de vacaciones hacia lugares por explorar. Es lo que sucede, por ejemplo, en zonas de Cataluña y Baleares plagas de pequeñas calas. Sin embargo, en España hay una isla que se lleva la palma y es la del Espalmador, un punto de nuestro territorio desconocido para muchos y que está sin habitar prácticamente, pero en el que podemos disfrutar de playas paradisiacas.
¿Cómo es el Espalmador?
Las islas Baleares son conocidas por ser unas de las más bonitas de todo el mundo. Desde la gran Mallorca hasta la ideal Formentera. Sin embargo, incluso en este particular archipiélago del Mediterráneo podemos encontrar pequeños puntos que desprenden magia y paz a partes iguales.
Uno de ellos es el islote del Espalmador, una pequeña porción de tierra en mitad del Mediterráneo que recuerda en su composición visual a las islas del Caribe. Este pequeño islote se sitúa al norte de Formentera y se presenta como una joya escondida que ni siquiera muchas de las personas que recorren Baleares conocen.
Una de las zonas más conocidas de Formentera es el arenal de Illetas. Desde allí podemos ver la majestuosidad de esta isla virgen que enamora a todos los que se acercan hasta sus límites. Además, se encuentra separada de Formentera por el S'es Trucadors, un estrecho canal de aguas cristalinas.
Esta isla puede presumir de ser uno de los grandes secretos de las Baleares. Una de sus maravillas naturales que, además, se encuentra en estado salvaje, ya que no está habitada. Tiene un territorio muy pequeño, de apenas tres kilómetros de largo, pero es un regalo para los sentidos por su carácter paradisíaco.
Además, supone un entorno natural intacto, ya que está dentro de un gran Parque Natural. Un oasis de paz y tranquilidad sin construcciones ni bullicio. La isla se encuentra protegida al formar parte del Parque Natural de Las Salines, un espacio que tiene unas 2.752,5 hectáreas terrestres y 14.028 marinas. Además, engloba un conjuntoconjunto de hábitats terrestres y marinos.
Pública y privada
Esta particular isla del Espalmador tiene una idiosincrasia muy especial. Aunque no lo parezca, es una isla de carácter privado, ya que en el año 2018 fue adquirida por parte de una familia luxemburguesa por un valor de 18 millones de euros. Sin embargo, esto no impide que sea de disfrute público.
Eso sí, tendremos que llevarlo todo de casa, ya que no encontraremos ni chiringuitos, ni restaurantes ni ningún tipo de servicio. Solo paz y el sonido de las olas del mar y del cantar de las aves.
A pesar de ser una isla pequeña en extensión, es grande en belleza y atractivo, especialmente por sus tres playas paradisiacas y espectaculares acantilados. Una mezcla fabulosa. La más famosa es Raó de S’Alga, mientras que también podemos encontrar allí Sa Torreta y Cala Bosch.
La mayor parte de su territorio está formado por un paraíso de arenas blancas y aguas azul turquesa, lo que más destaca sin duda de sus paisajes espectaculares. Además, en Raó de S'Alga podemos encontrar una espectacular zona de vegetación que nos evocará a la misma jungla.
Las tres playas se caracterizan también por sus fondos arenosos y degradados, ideales para sumergirse en un baño relajante y dejarse llevar por la naturaleza propia de la isla. Y como principal actividad para realizar tendremos las diferentes rutas de senderismo que se reparten por toda la isla, perfectamente delimitadas y acotadas al tratarse de un Parque Natural protegido. Las zonas más bonitas son la del faro y la de la torre de Sa Guardiola.