Siempre se habla de los padres de la Constitución Española, recordando nombres como Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Miguel Herrero de Miñón o Gregorio Peces-Barba, que forman parte del llamado grupo los "siete ponentes". Pero lo cierto es que la Constitución española de 1978 fue creada también por un grupo de 27 mujeres: diputadas y senadoras constituyentes.
Las mujeres irrumpieron de manera activa en la vida pública y política de nuestro país a finales de los años 60, convirtiéndose en un elemento imprescindible en la recuperación y construcción de nuestra democracia.
La cuestión femenina se insertó en los debates de la Transición porque así lo forzaron ellas desde su compromiso, independientemente del terreno político en el que se situasen, unidas con un objetivo común.
Sí, la Constitución también tuvo madres: mujeres parlamentarias, diputadas y senadoras de las Cortes Constituyentes de 1977. Estas mujeres formaban parte de todos los partidos y poseían diferentes ideologías. Todas ellas pioneras en su época y que ocuparon su escaño en el Congreso y el Senado tras las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977.
Este grupo de mujeres trabajó para que el papel de la mujer española comenzase a cambiar después de la dictadura franquista, y aunque el avance era complicado, consiguieron muchos retos.
Carmen, María, Carlota
Un total de 21 mujeres ejecutaron el papel de Diputadas Constituyentes en la elaboración de la Ley de las Leyes. Su valentía e implicación deben recordarse, ya que desempeñaron un papel esencial en la redacción y aprobación de la ley.
Son mujeres que desafiaron las lógicas de la época y que sintieron la necesidad de presentarse a unas elecciones históricas. Ellas también querían formar parte de este cambio, de ese paso a la democracia que tanto las influía. Aunque dicha labor ha sido ignorada a lo largo de los años, dando una mayor presencia a los llamados "Padres de la Constitución".
Entre ellas había mujeres que habían luchado contra el franquismo desde las aulas universitarias y que incluso estuvieron en la cárcel varias veces por su actividad política, como Pilar Brabo (Diputada por Alicante del Grupo Parlamentario Comunista).
O la mítica Dólores Ibarruri, La Pasionaria, que tras 38 años de exilio volvió a Madrid en el 77 y resultó elegida diputada por Asturias en las primeras elecciones democráticas, donde fue vicepresidenta de la mesa de edad del Congreso.
Hubo pioneras, como la política y profesora universitaria Soledad Becerril, de UCD, y que posteriormente fue Ministra de Cultura con el gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo, convirtiéndose en la primera mujer en acceder al Consejo de Ministros.
Una mujer que ha acompañado a la historia de nuestra democracia con otros cargos como Alcaldesa de Sevilla (1995-1999) o Defensora del Pueblo de España (junio de 2012-julio de 2017), siendo la primera mujer que ocupaba este cargo.
La politica Maria Dolors Calvet Puig (Grupo Parlamentario Comunista), una de las impulsoras de la Asociación de Mujeres Universitarias, más tarde miembro de los Comités Central y Ejecutivo del PSUC y una de las promotoras del partido para la liberación de la Mujer estaba entre aquellas 27. O las políticas Carlota Bustelo y Virtudes Castro García, dipudas socialistas por Madrid y Almería.
También la histórica dirigente socialista y pionera del movimiento feminista en España Asunción Cruañes Molina, la política socialista española Carmen García Bloise —que vivió exiliada en Francia desde 1948 hasta 1975—, la periodista y escritora Victoria Armesto (Alianza Popular), la filóloga María Izquierdo Rojo (Partido Socialista), la diputada por Girona por los Socialistes de Catalunya y traductora Rosina Lajo o la maestra y pedagoga Marta Mata, del Grupo Parlamentario Socialistes de Catalunya.
La lista continúa con figuras femeninas emblemáticas de la UCD como la empresaria Mercedes Moll de Miguel, la catedrática Dolores Blanca Morenas Aydillo, la empleada de banca española Elena María Moreno, la política Esther Tellado Alfonso, la profesora Nona Inés Vilariño o la abogada María Teresa Revilla. A su lado la maestra socialista Palmira Pla Pechovierto, la abogada laboralista Ana María Ruiz-Tagle y la política y trabajadora del calzado Inmaculada Sabater Llorens, todas ellas del Partido Socialista.
Seis senadoras
Numéricamente, las madres de la Constitución solo representaban al 6% de las cámaras pero la intensidad de su labor fue enorme. Lo mismo ocurre con estas seis senadoras, que pese a ser un porcentaje aún más pequeño alzaron su voz y dieron su opinión. Estuvieron allí, presentes, luchando por formar parte de algo tan grande.
Seis mujeres que son historia de España y que también dejaron huella en sus ámbitos profesionales, como lo hizo Gloria Begué Cantón (que no militaba en ningún partido político). Fue primera mujer catedrática de todas las Facultades de Derecho de España y la cuarta que consiguió una Cátedra en la historia de España. Una pionera que en 1969 fue elegida Decana de la Facultad de Derecho de Salamanca, siendo la primera mujer en ocupar el cargo en la Universidad española.
Dentro del Grupo Mixto del Senado se encontraba María Belén Landáburu, que años antes de la llegada de la Constitución, en 1972, tuvo una importante participación en la modificación del Código Civil para el rebajamiento de la mayoría de edad legal de las mujeres de los 25 a 21 años, equiparándola al hombre.
Mujeres que participaron en los Pactos de la Moncloa, como María Rubiés (Senadora por Lleida del Grupo Parlamentario Entesa Dels Catalans), que también formó parte del grupo que negoció las condiciones del retorno del Presidente Tarradellas a España. O abogadas especializadas en temas jurídicos relativos a la mujer como María Dolores Pelayo Duque, de UCD, partido por el que también estaba la política y filóloga Juana Arce Molina. Dentro del Partido Socialista sólo hubo una mujer en el Senado, la profesora Amalia Miranzo Martínez.
Lo que no cabe duda es que la participación activa de estas mujeres tuvo una gran influencia en el Artículo 14 que dicta que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.