Existe una cosmética basada en la conexión directa entre cerebro y piel, demostrada científicamente por la neurociencia, que nos puede ayudar a cambiar el estado de ánimo con cremas y aceites.
Se le llama neurocosmética y, además de cuidar la piel, incrementa la sensación de bienestar utilizando ingredientes positivos y respetuosos con el sistema nervioso. Si lo que usamos son químicos agresivos, el cerebro alterará de forma negativa nuestro estado de ánimo.
La crema en sí no influye en el estado de ánimo, son los ingredientes que incluya el cosmético los que pueden influir. Estos pueden producir señales a nivel del sistema nervioso central que hacen que se produzca la liberación de determinadas sustancias propias del organismo y que tienen que ver con la regulación y la expresión de las emociones.
Los ingredientes neurocosméticos pueden actuar siguiendo 2 mecanismos. El primero, actuando directamente sobre las terminaciones de las fibras nerviosas cutáneas, como moduladores de la liberación de los neurotransmisores. Algunos ejemplos son los péptidos botulínicos, que favorecen la relajación de la musculatura facilitar para suavizar las arrugas y los péptidos inhibidores de las neuronas, utilizados principalmente para hacer que la piel hipersensible sea menos reactiva a estímulos ambientales. El segundo, modulando las funciones de las células no nerviosas y los efectos de los neurotransmisores.
Tatu Cutillas, terapeuta experta en adiciones y fundadora de Neuroskinfeeds, descubrió cómo “ciertas sustancias químicas utilizadas en perfumes y cosméticos pueden provocar una inflamación del cerebro y alterar el estado de ánimo, rápidamente en negativo”. En 2017, Cutillas creó Neuroskinfeeds, una marca de productos con efecto antiestrés y antiinflamatorio que nutre y regenera la piel en profundidad y en positivo.
Como la aromaterapia o la naturopatía, la neurocosmética encuentra su inspiración en las propiedades calmantes, antisépticas, antiinflamatorias o antidepresivas de cada vegetal para que el cerebro responda. El cerebro, con sus órdenes, segrega hormonas que influyen en las emociones.
Las sustancias naturales
La farmacéutica Mar Sieira, creadora de Sarah Becquer, nos lo explica muy bien con el ejemplo de los aceites esenciales. “Las sustancias naturales, extraídas de plantas (hojas, ramas, cortezas o flores), ejercen acciones en el sistema nervioso central, relajantes o energizantes, según el aceite esencial que utilicemos”.
Sieira añade que, de forma especialmente notable, la inhalación de estos aceites puede “liberar neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina”, lo que regulará nuestro estado de ánimo. Además, hay otros que producen un efecto inmediato sobre la piel, como es el caso del mentol, que produce frescor al instante, reflejo de la sensación a nivel del sistema nervioso central”.
El CBD y los omegas también forman parte de estos ingredientes con los que la neurocosmética mejora nuestra piel y bienestar. Otro ejemplo es la rhodiola o rosa polar, una planta adaptógena que crece en el Ártico y en regiones montañosas y que cuenta con estudios científicos que demuestran sus beneficios para mejorar la felicidad de nuestra piel.
Eva Raya, cocreadora de Alice in Beautyland, nos revela que, “se trata de una vieja conocida de la medicina tradicional rusa, donde se utiliza para aumentar la resistencia, la longevidad o combatir la depresión”. Su crema hidratante estimula las betaendorfinas de la piel para hacer sentir bien.
El producto es perfecto para darse un capricho en tiempos de crisis y revertir el estrés y ansiedad, que ahora mismo padecen tres de cada cuatro personas en el mundo. Además, la crema es complementaria y similar a los suplementos alimenticios de la medicina preventiva para tener un sistema inmune fuerte y unas células bien nutridas y felices para desinflamar, relajar y producir endorfinas.
La neurocosmética va más allá de la frase “la cara es el espejo del alma”. Forma parte de la cultura positiva que relaciona lo que pensamos, comemos y nos echamos en la piel con nuestra felicidad.