Un total de 14,2 millones de personas compraron fragancias en España durante el año pasado, según un estudio de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa). El 71% de los que se perfuman no suelen usar uno, sino varios aromas que van alternando entre sí, añade el informe. Y el 56% de los encuestados declara que este gesto es tan importante para ellos que les ayuda a sentir más autoconfianza. A pesar de estas cifras y del momento dulce que atraviesa esta industria, en nuestro país no gozamos de una gran cultura olfativa.
“Tenemos un gran desconocimiento sobre la fortaleza de la perfumería española. Somos el segundo país que más perfumes exporta a nivel mundial, sólo por detrás de Francia, con cifras muy por encima de sectores tan arraigados en nuestra tierra como el del vino, el calzado o el aceite de oliva”, explica María Ángeles López Martínez, Global Fragrance Development Manager en Iberchem.
El hecho de que sepamos poco sobre perfumería se debe, en parte, a que en España no existe una formación reglada sobre esta materia (al contrario de Francia, donde destaca la labor de formación que desarrollan instituciones como ISIPCA, fundada por Jean Jacques Guerlain en 1970).
“Aquí no hay un itinerario formativo entre las enseñanzas oficiales donde la perfumería esté presente. Ni siquiera es una temática que se incorpore en las carreras científico-técnicas. Puedes llegar a cursar toda una carrera de Química y no oír hablar de cosméticos ni de fragancias”, analiza Iván Borrego, gerente del Beauty Cluster, asociación integrada por 240 empresas del sector de la belleza.
La buena noticia es que ya empiezan a surgir iniciativas encaminadas a llenar ese vacío, como el programa Universo y aplicaciones de la perfumería, que acaba de poner en marcha la Beauty Business School. “Se brinda por primera vez la oportunidad de profundizar en el mundo de la perfumería a un nivel técnico, conociendo desde la parte más perfumística (la selección de las materias primas, familias olfativas, etc.) hasta la comercialización”, subraya Melissa Torres, gerente de esta institución, con sede en Barcelona.
"Sólo se cita un máximo de diez ingredientes, la fórmula de un perfume puede incluir más de 200"
La conclusión podría ser que en España de momento tenemos un escaso conocimiento sobre los perfumes, a pesar de lo mucho que nos gustan. El citado informe de Stanpa desvela que quienes adquieren y utilizan fragancias en nuestro país son mayoritariamente mujeres: un 64%, frente al 36% de hombres. Para todas ellas va esta guía encaminada a convertirse en entendidas en cuestiones aromáticas.
Quién crea los perfumes
En el argot de la industria se les denomina 'narices'. A diferencia de los diseñadores de moda, que gozan de una gran visibilidad, los creadores de fragancias a menudo se mantienen en el anonimato.
“Todas las fragancias del mundo las produce un ejército de profesionales fantasma, llamados perfumistas, que son contratados por los diseñadores y las marcas. Trabajan, principalmente, para un puñado de multinacionales productoras de perfumes: las Big Boys (grandes empresas) –Givaudan y Firmenich (ambas suizas), IFF (americana), Symrise (alemana) y Takasago (japonesa)–, más las compañías pequeñas”, indica el crítico de perfumes (sí, en Estados Unidos existe esa figura) Chandler Burr en su libro El perfume perfecto.
No obstante, algunas casas míticas pueden permitirse el lujo de tener a sus propios narices en nómina: el de Chanel es Olivier Polge; el de Dior, Francis Kurkdjian, y la de Hermès, Christine Nagel. Pero ni siquiera ellos rubrican sus creaciones en el frasco. Eso sólo ocurre en contadas excepciones, como es el caso de la marca Editions de Parfums Frederic Malle, en cuyas botellas de perfume siempre aparece el nombre del autor del mismo.
Qué es la pirámide olfativa
Aunque generalmente sólo se cita un máximo de diez ingredientes, la fórmula de un perfume puede incluir más de 200. No todos ellos cumplen la misma función, tal y como explica María del Águila, perfumista de la empresa de desarrollo de fragancias Kao: “En un perfume necesitamos notas de salida, para atraer al consumidor, pero también notas de corazón, para que hechice y tenga presencia. Además, tenemos que darle notas de fondo que nos garanticen una buena duración. A la hora de crear un perfume, es imprescindible tener esas tres etapas muy bien integradas”.
“El olfato se entrena y la técnica se aprende”
A esas etapas (salida, corazón, fondo) a las que se refiere Del Águila se le denomina pirámide olfativa. Al final, elaborar un perfume no es muy diferente de componer una partitura musical o una receta gastronómica.
Qué son las familias olfativas
Los aromas se clasifican en familias. Así, existe la familia cítrica, en la que predominan las notas de limón, naranja, bergamota, etc.; la floral (jazmín, rosa, lirio…); la fougère (que en francés significa helecho e incluye lavanda, musgo de roble, salvia…); la amaderada (cedro, abedul, enebro…); la oriental (mirra, incienso, haba tonka…) o la gourmand (vainilla, caramelo, café…), entre otras.
En España tendemos a decantarnos por la familia cítrica, de ahí el éxito que tuvo en su día la colonia Álvarez Gómez o el apego que seguimos profesando al mítico Eau de Rochas. Otras alternativas frescas que nunca fallan son Herba Fresca o Mandarine Basilic, de la línea Aqua Allegoria de Guerlain. La nueva Bitter Mandarin Cologne de Jo Malone también hará las delicias de los defensores de lo cítrico.
Cómo se huele una fragancia
Una auténtica entendida en perfumes jamás la frotará después de ponérsela en las muñecas. La manera correcta de hacer una cata de esencias es la siguiente: “La vaporizamos en una mouillette (tira de papel), cerramos los ojos y colocamos la tira a un centímetro de la nariz, en sentido horizontal. Olemos con inspiraciones cortas, primero por un orificio nasal y después por el otro, levantando un poco la cabeza”, apunta Bettina Perison, perfumista de Eurofragrance.
“El olfato se entrena y la técnica se aprende”, asegura esta experta. A los perfumes hay que darles tiempo, para poder percibir las notas de salida, corazón y fondo. Por eso, tras seguir los pasos que indica Perison y después de identificar la fragancia que en principio más nos gusta, lo ideal es vaporizarla sobre la piel… y decirle al vendedor que volveremos otro día.
Así tendremos la oportunidad de convivir con el aroma durante unas horas y decidir si realmente es lo que buscamos. “Los perfumes deben probarse sobre uno tanto como se hace con la ropa (de hecho, más aún)”, subraya Burr, quien añade que “es el perfume el que lo lleva a uno” y no al revés.
El vocabulario olfativo
¿Contamos con un vocabulario olfativo? Así como tenemos multitud de palabras para describir las sensaciones que nos provoca el sentido del gusto (dulce, salado…) o del tacto (suave, rugoso…), no existe un vocabulario olfativo como tal. Al olfato se le denomina el sentido mudo. Por eso, al describir un perfume, los expertos recurren a términos que toman prestados de otras categorías, de manera que podemos decir que un aroma nos resulta amargo, chispeante, pesado, cálido, punzante, seco, fresco…
“Decir que hay perfumes para hombres y para mujeres es anticuado”
¿Natural o sintético?
“En perfumería trabajamos con materias primas naturales y sintéticas. Ahora lo químico está mal visto, lo cual es un error. Es como si le dicen a Van Gogh que no puede utilizar el amarillo para pintar un cuadro…”, explica el perfumista Ramón Monegal, que trabaja para firmas como Adolfo Domínguez.
“Los perfumistas utilizan moléculas sintéticas para aportar equilibrio, volumen o fijación a las fragancias”, añade Daniel Figuero (fragrance ambassador de Dior) en su libro Contraperfume. Y Chandler Burr apostilla que “oponerse a los ingredientes sintéticos en perfumería es como oponerse a los antibióticos en medicina”.
En efecto, todos los expertos están a favor de las moléculas de laboratorio como manera de ampliar la paleta del nariz. De hecho, uno de los perfumes más famosos de todos los tiempos, el Nº 5 de Chanel, además de flores contiene aldehídos, una molécula sintetizada por primera vez en un laboratorio francés a finales del siglo XIX.
Sin embargo, los consumidores demandan cada vez más perfumes en los que no haya ni rastro de ingredientes artificiales. Por eso Chloé acaba de incorporar a su exquisita colección Atelier des Fleurs tres fragancias (Narcissus Poeticus, Iris e Ylang Cananga) de los que la marca destaca que están formuladas “utilizando únicamente ingredientes naturales, veganos y con alcohol de origen natural”.
Por qué tantas diferencias de precio
Lo que pagamos por un perfume depende de múltiples factores. Para empezar, de las materias primas utilizadas. Por ejemplo, el aceite esencial de cardamomo cuesta casi 400 euros/kilo, mientras que el clavo no llega a los 20 euros/kilo. Pero hay otros factores que pueden variar el precio final: el coste de la campaña publicitaria, el hecho de que se contrate a celebrities o no como embajadores del perfume… El frasco en sí mismo también es algo a valorar: los que contienen los perfumes de Sisley son auténticas obras de arte; el Eau du Soir, en concreto, cuenta cada Navidad con una edición limitada de coleccionista.
¿Los perfumes tienen género?
Según el marketing, sí. Según los narices, no. En cuanto a los consumidores, lo cierto es que a un hombre español por lo general le resulta incómodo perfumarse con rosa, por poner un ejemplo. No debería ser así: “Decir que hay perfumes para hombres y para mujeres es anticuado”, subraya María Barcenilla, nariz independiente y miembro de la Academia del Perfume.
Por suerte hay marcas que se atreven a romper con lo establecido, como Calvin Klein, que recientemente ha lanzado un eau de parfum denominado CK Everyone, para remarcar su espíritu unisex. Por su parte, Kenzo acaba de presentar Memori, una deliciosa colección de aromas inspirados en la infancia del diseñador Kenzo Takada en Kobe que se presentan como perfumes sin género. Desde la marca explican que las siete fragancias (Ciel Magnolia, Rêve Lotus, Coeur Axuki, Poudre Matcha, Soleil Thé, Nuit Tatami y Cèdre Secret) están concebidas a modo de haikus olfativos. ¿Y acaso la poesía tiene género?
Qué son los flankers
Cuando un perfume tiene un éxito formidable, las marcas aprovechan el tirón para lanzar nuevas versiones de esa creación original, a las cuales se les llama flankers. El diseñador Narciso Rodriguez es un maestro en el arte de crear nuevas versiones de For Her, una de las fragancias que más gustan a las mujeres de muchos países, entre ellas las españolas. El pasado mes de abril llegó al mercado el nuevo For Her Musc Noir Rose, una maravilla olfativa elaborada con nardo, almizcle, ciruela, pimienta rosa, vainilla, pachulí…
Loewe, por su parte, presenta cada año, cuando se acerca el buen tiempo, una nueva edición del eau de toilette Paula’s Ibiza, con un packaging decorado a juego con su colección cápsula de moda. Y luego está el sorprendente caso de Dior: “Me atrevería a afrimar que no hay fragancia femenina en el mercado que haya tenido tantos flankers como Poison, la creación original de 1985”, escribe Figuero en su libro.
Qué es la ‘perfumería nicho’
Así se denomina a las marcas alejadas de las grandes multinacionales. Sus fragancias huyen de las modas comerciales, son personalísimas, especiales y no precisamente baratas. En Madrid existe un paraíso dedicado a las firmas nicho: la tienda Abanuc, donde pueden encontrarse los perfumes de Diptyque, Byredo o Miller et Bertaux, entre otros. Otro punto de referencia para este tipo de perfumería es Le Secret du Marais, también en Madrid, que vende las creaciones de Histoires de parfums, Juliette has a gun, Etat libre d’orange, Amouage…
Entender de perfumes, en fin, no es una cuestión superficial, igual que no lo es ser un experto en moda. Ambos universos ayudan a construir la imagen con la que nos presentamos ante los demás. Como destaca Daniel Figuero en Contraperfume, “conocer qué fragancia se viste significa descubrir algo importante sobre la personalidad de quien la porta”. O, tal y como escribió Francisco Umbral en La noche que llegué al Café Gijón, “robarle a alguien la colonia es como robarle la personalidad”.