Hay una clara tendencia a sufrir lo que determinadas expertas llaman impaciencia o ansiedad cosmética: "La sensación de que los productos de belleza no funcionan, un error que puede llevar a cambiar constantemente de régimen cosmético. Esto derivará en una piel estresada, al no conseguir que tenga el margen temporal necesario para hacerse a un principio activo y permitir que este pueda ejercer los efectos para los que está formulado", explica Elisabeth San Gregorio, directora técnica de Medik8.
Como norma general, conviene probar los productos durante lo que las expertas denominan período de regeneración celular, y que está en torno a 35 días de media, aunque varía según la edad.
En el contexto de la constancia frente al uso puntual de cremas con un porcentaje alto de activos, surge el microdosing. En muchas ocasiones, el consumidor se deja llevar por las tendencias y los productos más afamados, como es el caso de la popular vitamina A, más conocida como retinol; la aclamada vitamina C o los ácidos exfoliantes, donde destaca el ácido glicólico que acaban con el tono apagado de golpe y devuelven la elasticidad a la piel.
Pero ojo. No podemos empezar de golpe, ni asegurar que ese cosmético no nos va bien si no hemos practicado una aplicación progresiva. "Si nos encontramos con una piel que no está retinizada, es decir, que es la primera vez que se va a poner retinol, hay que realizar la técnica del microdosing. Comenzar por una concentración baja y una aplicación progresiva", argumenta Raquel González, directora de educación de Perricone MD.
Ser constante y reducir las dosis es clave cuando hablamos de estos activos potentes que, si bien aportan una piel más luminosa, lisa y uniforme, no todos los rostros logran mantener el tipo y la irritación que producen desde el primer momento. El microdosing es sentido común, “siempre deberíamos empezar con porcentajes pequeños con estos activos tan potentes y, si nuestra piel lo tolera bien, podemos ir subiendo”, añade Estefanía Nieto.
Lo que vienen siendo los 21 días con Samanta para adquirir un hábito, pero que en cosmética depende de la piel y de la edad, "ya que personas de más de 50 años suelen tardar una o dos semanas más. Del mismo modo, dependerá de cada principio activo en concreto", comenta San Gregorio. Por ejemplo, hay principios activos de efecto inmediato, como los alfa y betahidroxiácidos, que desde el inicio revelan una piel con menos imperfecciones, mayor luminosidad y mejor textura.
Sus beneficios son además acumulativos y, tras unas cuatro semanas, se aprecia una menor tendencia a las imperfecciones, así como una reducción en las arrugas o finas líneas. Lo mismo ocurre con el DMAE, el principio de moda. En el acto se apreciará cómo tensa el rostro haciendo un efecto reafirmante, sensación que se incrementará con el uso. También la niacinamida tiene ese efecto inmediato y a largo plazo.
"Inmediatamente, notaremos cómo calma la piel. A largo plazo, cómo mejora el tono de la piel y previene los procesos inflamatorios", comenta Bella Hurtado, directora técnica de Boutijour.
En cuanto a las dosis, las dermatólogas hablan de que las concentraciones estándar son las que más se comercializan y son fáciles de encontrar. Las más altas en retinol, por ejemplo, se sitúan entre el 0,1%-0,2% y 1%. En el caso de las ampollas de vitamina C, suelen ser del 2,5%, de 5% o incluso llegar al 15%.
Sin embargo, cada piel es un mundo con sus propias particularidades, por lo que para que no haya irritación, pero sea eficaz, resulta interesante empezar con un día a la semana e ir subiendo a dos a la siguiente. Así progresivamente, excepto en las pieles más sensibles, en las que un día a la semana durante un mes sería un buen comienzo.