En el Parc de l’Alba, a unos 15 kilómetros de Barcelona, se encuentra el único sincrotrón (acelerador de partículas) de España. También se ubica la sede de varias compañías punteras que han de cumplir rigurosos estándares de sostenibilidad medioambiental para establecerse allí.
Una de ellas es la empresa cosmética Natura Bissé, que justo antes de la pandemia se trasladó a su nueva casa-fábrica, un edificio de cinco plantas proyectado por Trias de Bes. “Si mi padre nos está viendo ahora desde algún sitio, se sentirá superorgulloso”, musita Ricardo Fisas Vergés desde una terraza de esta joya arquitectónica de 15.000 metros cuadrados, en la que trabajan unas 200 personas, de las cuales el 80% son mujeres.
Ese padre que inspira todo el proyecto es Ricardo Fisas Mulleras, fallecido en 2012 a los 83 años de edad. Hasta el final de su vida mantuvo el entusiasmo por su negocio, el amor por su familia… y la afición por las motos Harley-Davidson. Dejó tras de sí una historia apasionante.
A este catalán le despidieron en dos ocasiones de sendas multinacionales. La primera, a los 45 años; la segunda, cuando ya había cumplido los 50. Esos varapalos acabaron siendo una bendición, porque no le quedó más remedio que reinventarse y de ahí surgió una de las firmas cosméticas más solventes del mundo: Natura Bissé, fundada en 1979 por el propio Fisas junto a su mujer, Gloria Vergés, y varios socios.
Reinventarse a los 50
“Nunca me había podido imaginar que un día acabaría en el paro, y menos a mis 50 años. Aquello era inasumible. Me rebelé. En 1979 se cernía una gran crisis en España. Proliferaban las suspensiones de pagos, se cerraban empresas, se despedía personal y el paro aumentaba de forma espectacular. Las perspectivas eran aterradoras. Encontrar trabajo a los 50 años en esas circunstancias se me hacía imposible. ¿Cómo salir adelante? Con esposa, cuatro hijos ya en sus 7, 10, 11 y 15 años y sin saber a dónde ir y qué hacer”, narró el empresario antes de morir, en su libro Pinceladas de una vida.
Lo que hizo fue echarle imaginación. Recordó que en su última posición por cuenta ajena, como directivo de Proalan, una empresa de hidrolizados de proteínas, había observado un fenómeno curioso: las manos de los obreros que tocaban los aminoácidos presentaban una suavidad inusual.
“Inmediatamente supuse que aquellos aminoácidos naturales en forma libre del colágeno, de la elastina y de la queratina podían tener alguna propiedad cosmética vía tópica”, relató en su libro. “Encargué a un químico cosmético y a un doctor dermatólogo, ambos amigos míos, que realizasen un test de efectividad aplicando estos aminoácidos como principios activos en una crema cosmética. El resultado fue espectacular”.
Preparar pedidos al salir del colegio
Hoy, mientras recorremos la nueva casa-fábrica, su hijo recuerda que “todo empezó en un piso” que les había cedido su abuela. “Nosotros –en referencia a él mismo y sus hermanos– íbamos a ayudar a preparar pedidos cuando salíamos del colegio”, añade.
Aquellos niños siguen implicados actualmente en la empresa, tres de ellos con cargos directivos: Verónica es la consejera delegada, Patricia es vicepresidenta y directora general de Investigación y Desarrollo, y Ricardo ocupa el cargo de vicepresidente y director de Comunicaciones Corporativas. Todo se mantiene en familia (los maridos de Verónica y Patricia también ocupan puestos de responsabilidad).
Su último reto ha sido reformular su crema más emblemática, Diamond Extreme, que en su nueva versión alcanza un precio de 325 euros. “Este producto es el más deseado por nuestros clientes, la crema más querida y premiada. Supone el 25% de nuestra facturación, así que ¡nos daba miedo tocarla!”, confiesa Patricia.
“Lanzamos Diamond Extreme en el año 2000, cuando nadie hablaba aún de la necesidad de aportar energía a la piel. Pero es que, igual que necesitas gasolina para que el coche funcione, las células necesitan energía para renovarse. En la nueva fórmula hemos reforzado ese aspecto de la energía, creando el Smart Energy Complex”.
El resultado es una crema con dos texturas –rica y ligera– que reafirma, alisa, repara y protege la piel. Está elaborada con los mejores ingredientes. “Somos El Bulli de la cosmética”, proclama la directiva, en referencia al famoso restaurante de Ferrán Adrià.
De Reino Unido a China
Lo cierto es que el legado de Fisas Mulleras no deja de crecer. La apertura de la casa-fábrica es el mejor símbolo de que Natura Bissé puede considerarse a estas alturas el gran milagro cosmético de España. La empresa aglutina a más de 400 empleados en todo el mundo; tiene filiales en Reino Unido, China, Estados Unidos y México; y comercializa sus productos cosméticos en más de 40 países.
“No se trata de ir poniendo banderitas, sino de profundizar en la cultura de cada país, de asegurarnos de que, allí donde vamos a vender, de verdad podamos hacerlo bien”, explica Patricia, que durante un tiempo se encargó de llevar las riendas de la empresa en Estados Unidos.
Su hermano Ricardo destaca que en la casa-fábrica se cumplen los estándares farmacéuticos, mucho más exigentes que los cosméticos. “Nuestra ambición es ir siempre un paso más allá. Aunque no vendemos en farmacias, nos ajustamos a esos estándares. Si quisiéramos, aquí podríamos producir Gelocatil”, explica.
Cada nuevo cosmético incluye una media de diez activos y tarda aproximadamente un año y medio en desarrollarse. Actualmente tienen más de 150 productos diferentes en su catálogo, 800 si se tienen en cuenta las versiones para los distintos canales de venta (hay una parte de uso profesional, concebido para las esteticistas).
“Desarrollamos los cosméticos en el laboratorio a escala muy pequeña, porque no es lo mismo cocinar para dos que organizar una gran cena”, destaca Gina Puig, directora de Innovación.
Eficacia y sensorialidad
De la nueva casa-fábrica salen unos 25.000 kilos de producto al mes. “Hacemos fabricaciones cortas para que nuestros clientes reciban el producto fresco”, aclara Patricia. “Cuando nos trasladamos aquí, decidimos apostar por la mejor tecnología en reactores; los nuestros vienen de Alemania. Los reactores son algo así como una Thermomix en la que introducimos nuestros ingredientes para hacer las emulsiones”, añade Puig.
Según la directora de Innovación, siempre se busca lograr un equilibrio entre la eficacia y la sensorialidad. “Nos interesa conseguir un efecto wow”, dice.
Esa atención a los resultados, pero también al lujo, es lo que ha hecho que famosas como Beyoncé, Catherine Zeta-Jones o Jennifer Lopez utilicen los cosméticos de Natura Bissé. O que la marca catalana esté presente cada año en los Oscar: son muchas las actrices que, antes de desfilar por la alfombra roja, se hacen un tratamiento en el Soho House, ubicado en Sunset Boulevard.
En la alfombra roja
“Lo de estar en los Oscar fue una idea de Joaquín”, cuenta Elena Serra, directora de Comunicación, refiriéndose a su hermano, Joaquín Serra, que además es el marido de Verónica.
“En 2004 se enteró de que en el Soho House se organizaba un evento relacionado con los diamantes y consiguió implicarse con nuestra línea Diamond Extreme. Coincidió con la época del auge de Penélope Cruz y Pedro Almodóvar en Hollywood (el director manchego se llevó un Oscar en 1999 y volvió a estar nominado en 2003). Fuimos a rebufo del éxito del cine español”, reconoce.
Atardece y llega la hora de abandonar esa casa-fábrica que, según Ricardo, tiene “alma mediterránea”. También los empleados empiezan a apagar los ordenadores. “Cuando mi padre vivía, a las seis de la tarde solía pasearse por la oficina y mandaba a todo el mundo a casa”, recuerda Verónica Fisas.
Natura Bissé presume de ser sostenible no sólo en lo medioambiental, sino también en el aspecto humano. De hecho, uno de los orgullos del patriarca fue poner en marcha una fundación solidaria que todavía hoy ofrece tratamientos estéticos gratuitos a pacientes que están sometidas a protocolos oncológicos.
“Yo sólo he sido un director de orquesta”, reflexionaba Ricardo Fisas Mulleras en su libro autobiográfico. “Sólo un director rodeado de personas más capaces, preparadas e inteligentes que yo”. Y añadió: “Yo no entendía nada de cosmética, nada”. Más de cuatro décadas después, esa familia que no tenía ni idea de cremas ha logrado llevar por todo el mundo su concepto de la belleza.