El metabolismo en su conjunto está regulado por un reloj interno que va ajustándose a los cambios externos como la alimentación, el ejercicio físico que practicamos y también la luz.
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Él es el encargado de marcar los ciclos que diferencian entre la fase diurna y nocturna de nuestros órganos. Y, la piel, es también un órgano. Por eso, es importante aprender a cuidarla en el momento óptimo.
Durante el día, la piel se defiende de todas esas agresiones externas que recibe y, por la noche, al estar más tranquila, se regenera. Desde las 23:00 horas hasta, aproximadamente, las 04:00 horas es cuando nuestro organismo mejor trabaja en esta tarea de reseteo.
Por tanto, es cuando dormimos cuando más optimizamos nuestro descanso y, por supuesto, el de nuestras células. De ahí que la piel duplique también el efecto de los cosméticos que aplicamos sobre ella.
Cuando trabajan esos que llaman los biorritmos nocturnos, aumenta la irrigación sanguínea a nuestra dermis por dos motivos: el primero es que en posición horizontal la sangre circula mejor y, lo segundo, es que el sueño condiciona la temperatura de la piel, que funciona en bloques de tiempo que se repiten cada 24horas. Así, el trabajo es diferente a lo largo del día y la piel acepte mejor las cremas por la noche.
Por eso, la cosmética nocturna es diferente a la diurna; no solo en sus texturas (por la noche suelen ser más envolventes), sino también en los activos que las componen.
Además de buscar productos que reduzcan el cortisol –sí, la hormona del estrés-, y suban la melatonina –la hormona del sueño-; tienes que tener claro cuál es el objetivo para tus cuidados de por la noche: drenar, nutrir y exfoliar.
La rutina nocturna perfecta
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Lo primero de todo, como es lógico, desmaquillar. Una buena higiene facial es la base indispensable de todo cuidado dermatológico. Si no quieres llenar tu neceser de productos, basta con utilizar agua tibia y jabón.
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Hidratar y nutrir, para lo que tendrás que tener en cuenta tres tipos de productos: mascarillas, que puedas aplicar una o dos veces por semana, u sérum diario y un exfoliante para utilizar un par de veces.
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Atender al contorno de tu ojo como un paso específico e independiente y aplicar un producto drenante dando pequeños toques en el párpado inferior, justo sobre el hueso.
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Y, por último, limpiar de nuevo la piel cuando te levantas por la mañana. Porque la rutina nocturna no acaba hasta que te tomas tu primer café. Así, eliminarás células muertas y te quedarás solo con las nuevas. La mejor ayuda es un buen tónico que, además, cierra los poros.
¿Cuál es mi neceser nocturno perfecto?
Es aquel que tiene los siguientes productos básicos: un sérum para el rostro, una mascarilla hidratante, un exfoliante adecuado a tu tipo de piel y, si además quieres dar un paso más, unas ampollas détox.
No te olvides tampoco de una buena mascarilla para el cabello, ya que las fibras capilares son más receptivas por la noche, de una crema para el cuidado de las manos; o de una crema anticelulítica que, al combatir la flacidez de la piel (aunque ahora hay técnicas que te hacen prescindir de ellas sin cirugías), también tienen su mayor efecto por la noche.