La imaginación de la visionaria Gabrielle no se limitó a la ropa. Se extendió a los sentidos, en especial, al del olfato. Y nos hizo un favor, pues dotó de aroma a una flor que prácticamente no posee: la camelia.
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Es incluso complicado imaginarse a Coco Chanel sin esta flor, que le acompañaba como parte de su esencia. Una flor que podría ser un fiel reflejo de sus diseños, pues su pulida simetría es prácticamente perfecta.
Además de ser una pionera en la industria y de crear un espacio seguro y confortable para las mujeres, también fue capaz de marcar un antes y un después en las fragancias. El perfume en femenino, el Chanel nº5 que Marilyn se rociaba antes de dormir.
Y no solo tuvo el talento para describir a qué huele una mujer, sino también a qué huelen las flores que ni siquiera tienen olor. Gardénia une la flor del naranjo de Sevilla con el jazmín originario de China para simular el aroma de la camelia.
Traza caminos por los mapas quiméricos de Coco Chanel que nos desvelan el néctar fresco y floral con el que la modista soñaba. Íntima y sensual, la flor cubierta con una falda de pétalos blancos es, incluso, objeto de diseño.
Como siempre, la firma cuida cada detalle. El tradicional frasco viene acompañado de un estuche ecodiseñado con dos opciones entre las que el cliente elige al final de la compra: una bolsita de algodón orgánico o una bolsa exclusiva en blanco y negro.
Significado de la camelia
Alrededor de la camelia sobrevuelan diferentes significados. En términos generales, todas sus connotaciones versan sobre el amor y la belleza. En Corea, por ejemplo, decora las bodas, pues representa la fidelidad y la perennidad del querer.
Si alguien te regala camelias rosadas, no lo hace por casualidad, sino que envía un profundo mensaje detrás. Estas flores simbolizan el anhelo de tener a esa persona más cerca. Las rojas, por su parte, representan la esperanza por un amor.
A esta flor se le atribuyen leyendas dignas de narrar. Es atípica, ya que no crece en primavera, como suele ocurrir. Frente a todo pronóstico y con condiciones adversas, la camelia no se apresura y brota en invierno. Este es uno de los motivos por los que a Gabrielle le gustaban tanto: parecen delicadas pero su fortaleza las define, como a las mujeres.
Se cuenta que, años atrás, las cultivaban las mujeres con las pieles más pulidas. De esto no tardarón en darse cuenta las geishas japonesas, que comenzaron a utilizar el aceite de la camelia para lavar su cara después de las actuaciones y así nutrir su delicada piel. Un truco de belleza que heredamos y que, incluso, nos protege de las radiaciones UV.
'La dama de las camelias', de Alexandre Dumas
¿Y si esta obsesión de Coco Chanel viniese del libro francés? Gabrielle (fiel aficionada a la literatura) solo era una niña cuando se enamoró de esta novela. Aunque nació 35 años después de su publicación, la diseñadora acudió a una representación y quedó hechizada por la historia.
Narra una aventura real de un romance digno de ficción. Margarita Gautier (la dama de las camelias) era una cortesana que utilizaba esta flor para ilustrar si estaba disponible. Blancas si era un sí y rojas si ya tenía a un hombre que le acompañara.