El envejecimiento de la piel es una de las preocupaciones estéticas que más inquietan a las personas. Arrugas y líneas de expresión que conllevan mirarnos al espejo con mayor desconfianza y tratar de buscar la mejor solución que pueda neutralizarlos —o prevenir su aparición— sin necesidad de gastar mucho dinero o probar todos los cosméticos del mercado.
Mientras que el retinol ha conquistado a millones de personas, todavía hay quienes no conocen cómo utilizarlo. Su potente formulación hace que no todas las pieles se adapten a ella, o que necesiten una serie de pasos para hacerlo. Por eso, hay quienes optan por otras más sencillas, o por las que llegan nuevas y revolucionan el mercado, como la vitamina F.
La vitamina F es un héroe anónimo en el cuidado de la piel. A diferencia de otras, como la D o la C, esta nueva letra no da nombre a una vitamina tradicional, sino que consiste en ácidos grasos insaturados que estimulan la actividad celular, participan en la barrera cutánea, aportan efecto calmante y evitan la pérdida de agua transepidérmica.
Qué es la vitamina F
Una vez sabido que la vitamina F, no es realmente lo que su nombre indica, podemos pasar a explicar cómo funcionan los ácidos grasos en la piel: son esenciales para el funcionamiento de las células normales y sanas, regulan los procesos corporales y pueden prevenir enfermedades.
La vitamina F se compone de dos grasas esenciales: el ácido alfa-linolénico y el ácido linoleico. Estos dos compuestos son fundamentales y de hecho, nosotros como personas necesitamos consumirlos en nuestra dieta para mantenernos saludables.
Dado que nuestro cuerpo no produce de manera natural el ácido alfa-linolénico (ALA) o el ácido linoleico (LA), necesitamos obtenerlos de nuestra dieta, así como de los productos de belleza que lo contienen, con el fin de mantener nuestra piel saludable, pero también nuestro organismo (en el caso de que ingiramos alimentos que lo contengan).
Los ácidos grasos desempeñan un papel muy importante en la hidratación y elasticidad de la piel. En términos de curación de heridas, se ha demostrado que la aplicación tópica acorta el tiempo de curación y, varios expertos llevan años tratando de demostrar que las arrugas son un tipo de cicatriz.
Beneficios de la vitamina F
La vitamina F es un antiinflamatorio, rico en antioxidantes y que trabaja con el fin de restaurar la barrera de la piel, por lo que sus beneficios son principalmente efectivos para quienes buscan neutralizar sus signos de la edad.
Es un compuesto soluble en aceite, lo que significa que se desliza a través de la barrera natural de la piel con facilidad para nutrir, reponer y respaldar su función de proteger la piel y retener la humedad.
A la vez que cuando mantenemos nuestra piel hidratada, las arrugas se neutralizan o se retarda su aparición, una barrera cutánea saludable ayuda a calmar la apariencia de inflamación, promoviendo un brillo radiante en todo el cutis. La piel propensa a las imperfecciones tiende a carecer de omega 6, por lo que esta vitamina es ideal para reequilibrar.
Los ácidos grasos son grandes aliados para reducir la inflamación celular que causa el envejecimiento por ingerir alimentos ricos en azúcares. Además, el ácido linoleico se utiliza para producir ceramidas que ayudan a formar la capa más externa de la piel. En resumidas cuentas, es el cemento que mantiene unidas las células y no deja entrar irritantes como la luz.
Por sus propiedades antiinflamatorias, la vitamina F es experta en combatir el acné. Un estudio realizado en 1998 encontró que las personas que sufren de acné podían reducir el tamaño de las pústulas en un 25% en un mes usando ácido linoleico tópicamente.
Como añadir la vitamina F a nuestra rutina
Tal y como ya hemos comentado, esta vitamina está presente en multitud de alimentos, como las almendras, semillas de chía, yemas de huevo, aguacate o semillas de cáñamo. Pero también, se encuentra en múltiples cosméticos a la venta.
Mientras que la alimentación es la primera forma en la que debemos añadir estos ácidos grasos a nuestro organismo, los cosméticos con esta formulación hacen milagros restaurando la flexibilidad, mejorando el brillo y protegiendo la piel.
Muchos de ellos mezclan estos ácidos grasos con el ácido hialurónico, lo que consigue mejorar y duplicar sus efectos. Ambos actúan a modo de abrigo en la piel y pueden mejorarla incluso en los meses más fríos.