A pesar de los muchos avances que se han producido en la última década, las mujeres siguen estando poco representadas en los puestos de alta dirección de las empresas españolas. Si bien la mitad de los licenciados de nuestras universidades son mujeres, obtienen mejores expendientes académicos y representan cerca de la mitad del mercado laboral de alta cualificación.
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La consultora PwC en su informe La mujer directiva en España. Women as Leaders, asegura que esto “implica una pérdida de talento. Diversos estudios confirman que la diversidad en los equipos directivos configura una posición más enriquecedora en la toma de decisiones, se puede convertir en una ventaja competitiva para las compañías”.
El informe añade que “más del 60% de los actuales licenciados son mujeres, tienen excelentes resultados académicos y finalizan los programas oficiales de postgrado en número superior a los hombres. El 45% del mercado laboral español es femenino. Pero cuando avanzamos en la carrera hacia la alta dirección, los porcentajes bajan estrepitosamente. Estimamos que las direcciones funcionales están ocupadas en un 20% por mujeres y en la alta dirección de las compañías, no llegan al 10%”.
Hablamos con Elvira González del Amo, executive coach desde hace más de 15 años, sobre la dificultad en el acceso a los puestos directivos. Ella ha ayudado a 116 mujeres en puestos directivos.
“Aparte de los problemas generales para la carrera de las mujeres por la prevalencia de patrones masculinos en la selección y la promoción, destacaría la gran influencia que tienen los propios directivos y consejeros, mayoritariamente varones, en los nuevos nombramientos”, asegura la coach.
Y continúa: “Los hombres se sienten más cómodos trabajando con otros varones, que no cuestionan sus esquemas mentales y comparten sus redes profesionales. Ten en cuenta que se convive, no sólo en las reuniones, sino también en viajes, comidas, recepciones y otras situaciones sociales en las que ellos se sienten más libres de tener momentos de relajación y bromas tipo 'charlas de hombres', sin la presencia de mujeres. Esto puede parecer una tontería, pero yo personalmente he escuchado muchas veces esos comentarios, un tanto inmaduros pero reales, en mi vida profesional como con consejera y como coach”.
“Siempre que un grupo se hace más diverso, la tensión es mayor pero, a la vez el grupo se enriquece ganando en creatividad, vitalidad y capacidad de adaptación al futuro. No hay vuelta atrás en el avance de las mujeres por el propio interés de las organizaciones”, afirma.
¿Qué es un coach de liderazgo?
Nos especializamos en el desarrollo de profesionales para que alcancen su máximo potencial como líderes. Este tipo de coaches ejecutivos, normalmente han tenido, previamente, una carrera profesional que les permite entender bien el entorno y las demandas a las que tienen que enfrentarse sus clientes. Pero la experiencia anterior no es suficiente, el coach ejecutivo requiere una formación solida que le dote de las herramientas y técnicas de intervención necesarias para respaldar a sus clientes en el logro de sus objetivos
¿Para qué acude una mujer trabajadora a un coach?
En principio buscan, como los hombres, resolver obstáculos en sus carreras profesionales que les limitan y les hacen sufrir. En mi experiencia, los objetivos de las mujeres se relacionan más con su autoconfianza que con sus habilidades.
Creo también que las mujeres acuden a un coach normalmente por impulso propio, mientras que los hombres se ven, más a menudo, empujados por sus jefes o por los evaluadores de su trabajo.
¿Por qué es importante que acudan a este tipo de experiencias?
El autoconocimiento que brinda un proceso de coaching bien hecho, amplía de tal forma nuestra visión de la realidad que nos pone a disposición recursos nuevos que suelen impulsar nuestra carrera. Normalmente, nos abren caminos que no habíamos visto para resolver los problemas.
Seguro que se ha encontrado con muchas mujeres líderes que han llegado a su posición actual gracias al desarrollo de competencias técnicas en un área específica, pero sin haber desarrollado las competencias de liderazgo….
Por supuesto, a muchos hombres y mujeres les supone un desafío asumir cargos en los que se convierten en líderes de otros profesionales.
Tienen que dejar de hacer lo que saben hacer muy bien para elevar el vuelo y hacer que “otros lo hagan bien” .
Eso requiere un aprendizaje que normalmente no se ofrece en muchas empresas: motivación del equipo, gestión de conflictos, dar feedback constructivo, delegar sin 'abdicar ', hablar en público, etc.
Durante el proceso de coaching tienen la oportunidad de fortalecer esas nuevas competencias y sobre todo, de entender bien su papel como líderes, evitando refugiarse en seguir haciendo sólo lo que dominan para encontrarse seguros.
¿Cuáles dirías que son las cinco claves para que una mujer desarrolle sus capacidades como líder?
1) Confianza en sí misma. Las mujeres deben tener más conciencia de sus logros y autoevaluarse de forma realista, ya que tienden a infravalorase, en comparación con los varones que se suelen valorar más positivamente a igualdad de talento. ATREVERME
2) Autoconocimiento. Conocer sus fortalezas para aprovecharlas mejor y sus debilidades para trabajarlas. Reconocer los propios estados emocionales y entender los de los demás. Eso incluye saber reírse de sí misma. CONOCERME
3) Expresar sus deseos de liderar y no esperar a que tus directivos los 'adivinen'. Las mujeres normalmente esperan a que se vea su talento y no suelen ponerlo en valor ni comunicar sus ambiciones profesionales. MOSTRARME
4) Motivación por el logro profesional, con energía y optimismo, incluso después de no haberlo conseguido inicialmente, por compromiso con el equipo y la empresa. No eludir el conflicto. PERSISTIR y GOZAR
5) Desarrollar y retener a tu equipo y crear buenas relaciones profesionales dentro y fuera de tu empresa. EMPATIZAR y RELACIONARME
¿Cómo es de importante la confianza en una misma?
Como verás, lo he puesto en primer lugar, porque creo que es fundamental para el desarrollo del liderazgo femenino. No sólo para atreverse a asumirlo, sino también para disfrutar con él. Me encuentro muy a menudo con mujeres muy valiosas y con importantes logros profesionales que sufren de una gran autoexigencia, es decir, una necesidad de hacerlo todo bien siempre, con lo que no disfrutan lo suficiente porque ya están pensando en 'sacar con sobresaliente' el siguiente desafío. Esto se da también en hombres, pero es un tema más frecuente en el coaching de mujeres.
¿Las mujeres españolas padecemos mucho el síndrome del impostor?
Esta pregunta está muy ligada a la anterior de la confianza en una misma. Sin llegar al grado de síndrome, casi todas las mujeres de las generaciones que están ahora en el mundo profesional, han sentido alguna vez que no eran suficientemente buenas para su puesto, sobre todo en periodos de transición y ascensos.
Ante estos momentos de cambio en la carrera, los hombres se empoderan y disfrutan pensando que lo que no saben ya lo aprenderán, y tienden a sobreestimar sus capacidades.
Las mujeres, que normalmente habrán dudado mucho antes de aceptar el puesto, para el que a menudo ni siquiera se han postulado, pueden empezar a infravalorarse pensando que no merecen el puesto, que pueden decepcionar, que no están suficientemente preparadas y que sus logros anteriores han sido fruto de la suerte. Y todo esto, mientras desde fuera su adaptación al nuevo puesto y sus resultados se ven como muy buenos.
Es lo mismo que cuando nos examinamos y tenemos buenas notas, las chicas tendemos a pensar que hemos tenido suerte, mientras que nuestros compañeros piensan que es por su propio mérito.
Las mujeres actuales hemos sido criadas en un ambiente donde los referentes profesionales femeninos han sido muy escasos, con dominación de valores masculinos y frecuentemente mandatos familiares de 'segundo sexo' que nos exigían rendimientos extraordinarios para ser tenidas en cuenta fuera del ámbito privado de casarse, tener hijos y cuidar a la familia.
Aunque los estereotipos están cambiando, aún queda mucho para que las mujeres dejemos de exigirnos la excelencia en todo lo que hacemos, y nos permitamos aprender de nuestros errores, disfrutar del logro y poner en valor nuestras fortalezas y nuestro propio modo de hacer las cosas sin imitar clichés masculinos.
¿Y la empatía?
Claramente aquí, creo que las mujeres suelen estar mejor dotadas que la media de los varones. Mientras que más de un 10% de los hombres tiene cierto bloqueo emocional que les impide identificar sus propios sentimientos y los de los demás, parece que las mujeres tenemos mayor habilidad en entender el mundo emocional de otros y tratarlos adecuadamente. Encontrar lo que une a las personas y cohesionar los grupos es una habilidad muy necesaria en el liderazgo.