Durante el último curso el acoso escolar ha repuntado pese a que los niveles siguen situándose por debajo de los previos a la pandemia. Son datos del IV Informe sobre acoso escolar “La Opinión de los Estudiantes”, el estudio anual sobre acoso escolar que la Fundación ANAR y la Fundación Mutua Madrileña realizan con la opinión de estudiantes y docentes.
Más de 5.000 alumnos y casi 230 profesores respondieron los cuestionarios para el estudio una vez recibieron la charla de sensibilización. Se trata de un proceso que las fundaciones Mutua Madrileña y ANAR han llevado a cabo en colegios de toda España tras años colaborando, en concreto desde 2015, con el objetivo de concienciar sobre el acoso escolar para ponerle freno.
De esta forma, más de 80.000 niños y jóvenes de Educación Primaria y ESO han participado de estas charlas y talleres. Solo el curso pasado se impartieron más de 1.000 charlas y 560 talleres en los que participaron 200 centros escolares y más de 12.000 alumnos.
Graciela Sánchez, Ana Esther Ramos y Judith Herrera son las psicólogas de la Fundación ANAR que se encargan de dar estos talleres a los alumnos y alumnas de 6º de Primaria y 1º de la ESO, la franja de edad en que es más frecuente el acoso escolar. “Las peticiones por parte de los centros escolares van en aumento, incluso muchos centros piden repetir para trabajar con nuevos alumnos”, explica Graciela Sánchez, psicóloga y responsable del Departamento de Educación de la Fundación ANAR desde hace diez años.
En este tiempo, las tres profesionales han visto un cambio de actitud y percepción hacia el problema: “Hemos pasado de un 'es cosa de niños', 'ha pasado toda la vida', 'no es para tanto', a darle la importancia que merece. Y aunque no siempre es acoso, a veces son conflictos de convivencia u otras violencias entre iguales, ayudamos a los chicos y chicas a que lo diferencien, a que no sean cómplices y ayuden, a que sepan que un 'chivato' es el que acusa para fastidiar a otro, no el que habla para ayudar, porque eso les preocupa mucho a niños y niñas y a los adolescentes”, explica Graciela Sánchez.
Los talleres con los chicos duran una hora y media e incluyen dinámicas, vídeos, juegos de rol y otro tipo de actividades que les ayuden a reflexionar sobre el problema del acoso escolar.
“Hablamos de convivencia porque el acoso escolar suele surgir a raíz de un problema de este tipo que se convierte en una bola de nieve: un niño o una niña con baja autoestima, que se muestra inseguro e interactúa poco con sus compañeros, al que empiezan a gastarle bromas, ponerle 'motes', el resto de la clase se ríe, y así empieza todo. Si nadie pone límites se convierte en una conducta habitual, los compañeros no lo ven como acoso, porque lo normalizan, y si nadie lo para, probablemente vaya a peor”, explica Ana Esther Ramos.
En las sesiones intentan que los chicos entiendan el sufrimiento de la víctima: “Les transmitimos que, aunque la víctima no sea su amigo, es su compañero, y tienen la responsabilidad de ayudar a aquel chico o chica que lo pasa mal. Es importante trabajar en grupo, hacerles ver que si hay alguien que sufre, es un problema de todos”.
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Además, les recuerdan que, si la presión del grupo favorece la violencia, esta se mantiene; pero que se puede invertir si hay chicos valientes y solidarios que se unen para poner límite a este tipo de situaciones. “Uno solo no lo puede hacer, pero cuando son muchos compañeros, sí se puede”, explica Ana Esther.
En este sentido, ambas fundaciones llevan años desarrollando iniciativas en redes sociales para enfatizar el papel de los testigos advirtiéndoles de que si se ríen o silencian el acoso se convierten en cómplices del acosador y colaboran a que la situación se perpetúe. Una triple vía de actuación (realizar estudios sociológicos del problema, impartir charlas en colegios y sensibilizar en redes) con un único fin: que el acoso escolar desaparezca.