En el estudio de la arquitecta Marta Rayón: "Sigo el concepto de espacio nómada, que hoy habitas tú y mañana otro"
La joven arquitecta e interiorista ha sido elegida como una de los 23 'Talents Best of España' de Arquitectura e Interiorismo. En su estudio, nos muestra detalles de su estilo.
20 enero, 2024 02:00Con poco más de 30 años, Marta Rayón pertenece a la nueva generación de arquitectas e interioristas con talento y valentía. Talento no le falta. Está entre los 23 Talents Best of España 2023 de Arquitectura e Interiorismo, elegidos por AD. Y valentía tampoco, porque desde que salió de la Universidad ha luchado para poner en marcha su propia marca y su propio estudio.
“Cuando estás empezando necesitas ese empujón extra. Entonces que alguien confíe en ti, que vea tu trabajo y diga que lo estás haciendo bien, te invita a seguir. Me indica que estoy en el camino correcto, aportando algo nuevo”, asegura Rayón.
Entramos en su estudio ubicado en un edificio que data de 1920, en la calle Hortaleza de Madrid.
“Desde que empecé hace tres años, he dado muchas vueltas. Esto no es una profesión lineal. Me lancé, cogí un despachito pequeño y al poco tiempo, tuve que dejarlo porque no tenía aún estabilidad económica. Tuve que volver a casa de mis padres. Además llegó el confinamiento por la Covid-19”, nos confirma Marta.
Y añade: “Más tarde me trasladé a una casa muy bonita que tenía una zona de estudio. Pero me di cuenta de que no me gustaba estar todo el tiempo en un mismo espacio. En el que estamos ahora es el paso intermedio, ya que vuelvo a salir de casa. En un futuro cercano, quiero encontrar un espacio multidisciplinar donde pueda compartir y tener sinergias con artistas, fotógrafos, e incluso me gustaría que hubiera un paisajista”, asegura la arquitecta.
¿Qué valoraste cuando viste esta ubicación para decantarte por ella?
Tenía claro que quería estar en el centro de la ciudad y en un edificio clásico, porque creo que se identifica mucho con lo que hago. Cuando entré aquí me encantó la luz que entra por las ventanas. Es un espacio alquilado, y este envolvente tiene que ser especial.
Para mí que tenga el suelo de pino melis antiguo, las molduras del techo, la pared con acabado decorativo de imitación a estuco... me identifica, aunque sea un espacio transitorio. Quería mostrar un poco mi estilo. Tiene unas cocheras detrás en el edificio que son maravillosas.
El estudio de Marta Rayón ocupa muy pocos metros cuadrados. Suficientes para conocer su forma de trabajar. Dos espacios diferenciados. Por un lado, una mesa sencilla con ordenadores y los planos en los que está trabajando. Y por otro lado, una gran mesa de madera en tono berenjena donde muestra a sus clientes los diferentes materiales con los que trabaja: telas, maderas...
Detrás, un gran bastidor cubierto de tela y colgado del techo, en el que se expone las fotografías de sus trabajos actuales con todo detalle.
“A mí me gusta mucho exponer las fotos en el bastidor porque lo visualizamos fácilmente en el estudio, y siempre las dejo a lo largo de todo el proyecto, porque a veces empiezo a tener tanta información que pierdes el hilo. Entonces lo miras y retomas la idea”, afirma.
Y continúa: “Este por ejemplo, es de uno de los pisos de Sagasta que estamos rehabilitando. Recoge, aparte del concepto, las texturas, el tema de los espejos, los materiales, e incluso los colores que se van a utilizar. Realmente esta información la usamos de verdad”.
A la izquierda, un mueble expositor con pequeñas muestras de maderas y acabados de suelos.
“Cuando trabajamos con material, me intento quedar siempre con una muestra, para enseñar al cliente y además, cuando estás en esta fase del proceso, ayuda mucho ir poniendo los materiales que vamos a utilizar”, dice la arquitecta.
“Esos son suelos, pero estos son acabados, chapados para una puerta, para un mueble, revestimientos continuos para paredes o muebles. Suelos, alicatados, piedras y en este estante, tema de colores, incluso rodapiés”, concluye.
En qué definición te encuentras más cómoda, ¿como arquitecta o como interiorista?
Yo me defino como arquitecta, porque al final es lo que he estudiado. Además, defiendo que la arquitectura es la materia madre a partir de la cual, hay muchas especializaciones, como urbanismo, diseño de interiores, etc.
A partir de ahí, puedes acceder directamente a una especialización o puedes tener ese concepto más global, que a mí me gusta más y luego me he ido especializando en interiorismo.
Le das tanta importancia al continente como al contenido.
En arquitectura aprendes a manejar la escala, es decir, como no estás especializado pues te forman mucho la cabeza en tener la capacidad de pensar a nivel urbano, que es una escala enorme, pero luego hay muchos ejercicios de ir bajando la escala hasta llegar, al diseño de un mueble. Creo que esa disciplina está muy bien, tener esa flexibilidad ayuda.
¿Lo de la arquitectura te viene de familia?
Si que hay una parte muy creativa en mi familia, pero no vengo de una saga de arquitectos. Desde que era pequeña, hay algo en los edificios que siempre me ha llamado mucho la atención. Me fijaba en ellos cuando iba paseando por la calle, y los dibujaba.
En vez de casitas, dibujabas edificios.
Sí, de hecho, cuando contaba con pocos añitos, estaba en un pueblo de Asturias en casa de una tía, y allí las casas tienen lucernario. Llegamos a un restaurante y para que no dieramos la lata a los niños nos ponían lápices para dibujar en el mantel de papel, y yo dibujé las casas con los lucernarios y todos se quedaron mirándome como alucionados.
De una familia creativa...
Sí, mi abuelo era médico, pero su pasión era la poesía y escribía poesía. También tengo un tío que es pintor, que además lo hace con mucho detalle arquitectónico... En casa siempre se ha fomentado mucho la creatividad, decorar, mover los muebles. Mi padre viene del mundo de la publicidad, y yo recojo toda esa influencia y esa sensibilidad.
¿Dónde te formaste?
Estudié Arquitectura en la Universidad Camilo José Cela. Luego me fui un año a la Técnico de Lisboa, y en Madrid, me he especializado en Interiorismo. Soy muy inquieta, me interesa mucho la historia del arte, e intento seguir estudiando aunque sean cápsulas que me vayan aportando.
¿A qué arquitecto admiras más?
Hay un arquitecto que me marcó mucho. Lo conocí estudiando a través de un profesor que le apasionaba, que es Carlo Scarpa, arquitecto italiano del movimiento moderno de mediados del siglo XX. Defiende, igual que yo, la idea global del diseño.
El diseña un museo que es una escala muy grande y empieza a descender en esa escala hasta llegar a diseñar incluso el pomo de la puerta. Además con un detalle, un gusto y una sensibilidad que me impactó.
Algo así como el Amenábar de las películas, que hace la música y hasta el último detalle...
Exacto, es así como lo veo. Es verdad que cada vez más se tiende a la especialización, y está muy bien porque te apoyas en otros profesionales, pero yo defiendo el concepto global cuando empiezas a imaginar y poder llegar al detalle, pero para eso hace falta mucho tiempo y como ahora nadie lo tiene....
¿Qué querías ser de pequeña?
Ni siquiera sabía lo que era ser un arquitecto. No tenía claro el concepto de arquitecto. Desde siempre la naturaleza me encanta y hubo una época que me dio porque yo quería ser bióloga marina, irme a un barco a trabajar y luego. Pero la arquitectura siempre ha estado ahí. Justo antes de elegir en la universidad, también dudé con paisajismo y con bellas artes, todo muy creativo.
¿Quién te dio la primera oportunidad para trabajar?
Empecé a trabajar en el estudio de Ana Hidalgo. Me enteré de que había una vacante a través de Santiago, que es el aparejador con el que sigo trabajando ahora. Allí aprendí mucho. Era un estudio también de arquitectura, de interiorismo y empecé a ver la realidad, ya que cuando sales de la carrera estás un poco verde.
Aprendiste el oficio allí.
Claro. De la carrera sales con conceptos muy básicos. Ahí aprendí a coger la idea de un cliente, desarrollar el proyecto y visitar la obra, que al final es donde trabajo. Donde más he aprendido y sigo aprendiendo es con Santiago Gómez Angulo, mi mentor. Para mí es una persona importantísima y él es aparejador en mis actuales obras también.
El logo de tu empresa es un caracol, ¿por qué?
De pequeña empezaron a llamarme cariñosamente Marta Caracol, un apodo que me puso mi tía porque decía que iba siempre mirando todo, muy curiosa, pero a mi aire, despacito, a mi ritmo... Entonces el logo tiene esa parte de mi raíz.
Pero me gusta también el significado que yo le puedo dar, ya que representa el hogar, ese caparazón que lleva a cuestas representa también algo que para mí es muy importante, y más cuando te dedicas a rehabilitación, que es dejar la mínima huella.
Creo que es bonito hacer las cosas desde el respeto, la sensibilidad, saber que tú ahora estás actuando, pero en el futuro, actuará otro y antes de ti, han actuado otros en estos espacios.
Y luego un concepto que cada día me obsesiona más, que es el nomadismo. El hogar es lo que tú llevas y dónde lo llevas. Me encanta el concepto de espacio nómada, que hoy habitas tú, mañana habita otro y que te obliga a buscar flexibilidad. Cada día estoy más obsesionada con ese concepto de nomadismo.
¿Cuál es la clave de tu éxito?
Creo que se debe a dos cosas. Primero, intentar no perder todos estos conceptos que te identifican. A veces es muy difícil cuando empiezas porque te imponen más desde fuera lo que quieren, porque quizá, tu trabajo no está tan claro... Incluso cuando te toca hacer cosas que a lo mejor no te encantan, pero tenerlos presentes. Y la otra fundamental, que es trabajar mucho.
A veces lo comento con compañeros del sector, que las redes se ve la parte divertida, que supone un 2% del trabajo total. Pero detrás de cada proyecto hay mucho trabajo, muchas horas y es un trabajo muy exigente, en el que incluso a veces te dan ganas de tirar la toalla.
Ahora estás rehabilitando dos proyectos.
Sí, están ubicados en la calle Sagasta en el mismo edificio. Pero tenemos como los opuestos, porque uno es la entreplanta, que es el más bajo y el otro, es el ático. El trabajo es muy interesante en un edificio clásico de 1920. Los dos los habían despojado de todo porque los habían convertido en oficinas y ahora hay un trabajo de rehabilitar, incluso repensar, pero en los opuestos. En uno tienes luz, vistas y en el otro, mucha menos luz, no tienes vistas...
Y cuál es el estilo que les vas a aplicar?
Los dos van a tener un corte clásico, pero al final muy depurado. Todo lo que hemos podido aprovechar se va a restaurar, pero también toca inventar porque los han despojado de todo.
Quizás el ático va a ser el más clásico, inspirado en el edificio clásico de Madrid del siglo pasado. Y el otro, si que nos va a dar más juego, más contemporáneo, con mucho espejo para ganar la luz que no tiene de forma natural. Va a ser quizás más divertido, aprovechando que tiene menos cosas a su favor.
Escuchas mucho a tus clientes?
Me parece fundamental por mucho que sea tu obra, no vas a vivir en ella o no va a ser tu local. Tienen unas necesidades y además me parece un punto de partida súper bonito. Luego tú les guías. También te pone a ti como unas normas y luego sobre esas normas tienes que adaptar el espacio, incluso a veces darles soluciones que no se les ocurren.
De qué proyectos estás más orgullosa?
El proyecto que más alegrías hasta ahora nos ha dado es el que se publicó en el número de septiembre de AD, que nosotros llamamos proyecto circo. Es el primero en el que he tenido máxima libertad y con el que me siento muy identificada y además que nos ha dado un poco a conocer.
¿En qué consistía?
Es una reforma integral de un piso, con un cliente muy especial, con una forma de vivir también especial. Fue muy divertido porque nos permitió romper esquemas. Para empezar, el punto de partida era el surrealismo italiano. Empezar así ya es como ¡wow! Creamos unos espacios muyr distintos y luego el reto era aterrizar todo eso a la realidad es una casa,y tiene que funcionar como una casa.
¿Cómo aplica una arquitecta hoy la sostenibilidad?
La manera más obvia es con la elección de materiales. Mi generación ya lo tiene muy integrado. Creo que la rehabilitación en sí, por ejemplo, es una manera de sostenibilidad. Hubo un momento en el que solo se quería construir cosas nuevas y se abandonó el centro de las ciudades y todo el mundo quería una casa nueva.
Ahora estamos en un momento en el que estamos repensando que las cosas se pueden reutilizar y que a lo mejor vale, ahora es una oficina, pero mañana puede ser otra cosa.
En arquitectura, se estudia mucho como reutilizar centros comerciales que ya no funcionan, infraestructuras que se han abandonado. Entonces, para mí, es más interesante ese concepto que luego efectivamente tienes que completar con la elección de materiales.
Qué cosas ves en las viviendas actuales que te parecen una aberración.
Creo que hay que acabar con el modelo rígido de vivienda súper compartimentada, en el que el salón es el salón, la cocina es la cocina, el baño es el baño... Retomando lo que hablábamos sobre el nomadismo, y la flexibilidad, las viviendas tienen que ser más que una vivienda sobre todo, después de que hayamos estado todos encerrados en una vivienda.
Quizás ya no necesitamos un salón, un comedor y una cocina. Me parece interesante romper esa barrera, ya que las cosas pueden ser y servir de muchas maneras.
¿No hace falta ser tan rígidos en los espacios?
Yo siempre sueño con un baño-biblioteca, porque quizás el baño es un sitio en el que me encanta estar y no tiene porque ser de dos metros cuadrados.
¿Y en la cocina?
El concepto de cocina abierta ya está bastante aceptado. Suprimiría los comedores de todo tipo. La mesa es un elemento muy interesante, pero tiene que ser para muchas cosas, que te sirva para trabajar, para comer, para hacer una fiesta, para hacer un buffet...
También porque cada vez tenemos espacios más pequeños.
Claro, antes las casas eran de 300 metros. Y la forma de vivir creo que es distinta. Tener un comedor montado todo el año para ocho comensales cuando en casa viven tres, es absurdo.
¿Qué elemento dirías que puede cambiar una casa con solo introducirlo?
La iluminación. Creo que es de esas cosas que pincha la mayoría de las personas, ya no solo se trata de incorporar iluminación que requiera obra, que a veces no se puede hacer, pero sí de elegir luz cálida e indirecta, plantearla bien en la estancia.
Jugar más con la luz indirecta, las lámparas, y los focos para enfocar un punto. El led que es más ecológico permite una cosa muy interesante, que es la regulación.
También ahora le damos mucha importancia a la naturaleza.
A mí me encanta la naturaleza, pero tampoco creo que haya que volverse loca con esto. Estás haciendo un piso en el centro de Madrid y puedes tener plantas, pero no podemos ser hipócritas, porque pongas una planta en el salón no vas a tener naturaleza salvaje en tu casa.
Me gusta mucho el concepto patio, porque al final es meter más que naturaleza, es meter el exterior en casa, y eso si que es muy difícil. En las viviendas del centro es imposible, pero en las afueras sí que me parece importante sentirte más conectado con el exterior.
Estos programas que están saliendo en la tele, en los que la gente muestra como construye su propia casa, ¿os beneficia o todo lo contrario?
Estos programas son un arma de doble filo. Por un lado, acercan la arquitectura que a mí me parece maravilloso.
Antes en España no había interés por el interiorismo, lo veían como 'bueno los muebles heredados de la abuela', pero ahora incluso la gente joven me dice: ¡ayúdame a elegir un sofá! Pero por otro lado, es que tenemos tanta información... que la gente viene con muchísimas ideas, pero dispares, no saben lo que quieren y lo quieren todo, y nos toca hacer ese trabajo de filtro.
Dinos alguna pieza o detalle que cambie un espacio.
Yo siempre digo: invierte en un buen suelo porque no lo vas a cambiar en el futuro. Si te apetece un suelo de madera, invierte en madera, no pongas una imitación. Es algo que cambia totalmente una estancia.
En el entorno del mobiliario, hay una cosa que parece muy básica, que es el tema de las cortinas, que visten mucho y el cambio es enorme.
Por supuesto, si tienes una ventana antigua, preciosa, que ya tiene contraventanas de madera, déjalas sin cubrir.